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El pasado día 7 de septiembre, el periodista escocés Johann Hari, entrevistado en la contra de “La Vanguardia”, decía que “somos la sociedad más solitaria en toda la historia de la humanidad”. Y a la afirmación en forma de pregunta que le hacía la periodista a Hari de que “hoy la normalidad se parece mucho a estar deprimido”, el entrevistado contestaba, parafraseando a Krishnamurti: “No es signo de buena salud estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.

Añadía: “La clave está en la reconexión: con los demás, con valores significativos, con un trabajo significativo, con la amabilidad y con la generosidad. Puede hacerse. Y hay pruebas claras de ello. Es la mejor manera de salir de nuestra crisis actual”.

En este blog, me he referido en muchas ocasiones al hecho de que vivimos en una sociedad enferma, afectada de una psicopatía colectiva que va en aumento. A partir de aquí, en la medida que se considera normal lo que la mayoría define como normal, si la mayoría conforma este colectivo psicopático, es lógico -no sé si normal- que “la normalidad hoy se asemeje  a estar deprimido”, o simplemente a una forma de locura que, en la medida en que se forma parte de ella, ya no se detecta, y se eleva a la categoría de normalidad. Si no sales del bosque, los árboles no te van a dejar que lo veas. Si consigues salir, pero careces de una cierta conciencia que te permita evitar caer en la enfermedad mental colectiva, fácilmente puedes pasar a engrosar esta “sociedad más solitaria (de) toda la historia de la humanidad”. Pero quizás mejor estar solo que inmerso sin filtros en una comunidad enferma, ¿no? Y aún mejor integrado en red -no solo virtual, también presencial- con “solitarios” que sintiéndose expulsados ​​o queriendo distanciarse de la locura, no han perdido de vista que, a pesar de todo, el hombre es un ser social y han buscado espacios para ejercer de seres humanos sanos. Es lo que yo llamo el “radicalismo selectivo”. No perder ocasión de cultivar relaciones saludables, no tóxicas, de aquellas que aportan valor añadido-normalmente pocas, pero valiosas- a la vez que distanciarse de la toxicidad comunitaria predominante.

Como dice Hari, es posible salir de la crisis actual. Apelar a y compartir valores esenciales, es afortunadamente posible de forma acotada, selectiva, no universal. La amabilidad, la generosidad, la empatía, pese a no caracterizar el grueso de las relaciones humanas, están presentes a ratos, en lugares, a veces fugazmente. Todo no está perdido. A partir de aquí, como decía, tienes que ser consciente de tu posición en este mundo y de lo que, razonablemente, de forma realista, puedes aportar.

El caso es, sin embargo, que de forma universal, la socialización en un medio patológico, no es fácil. Nada fácil.

Probablemente no haría falta poner muchos ejemplos para describir lo que nos rodea. Pero ahora mismo quiero hacerlo y lo hago a partir de noticias y realidades que tengo presentes. Por proximidad en el tiempo y/o el espacio.

No pretendo caer en el sarcasmo a propósito de la hospitalización de Trump por la COVID-19. Sería un recurso fácil y una tentación. Pero más allá de esta circunstancia, que vivamos en un mundo en el que el presidente de la, todavía, primera potencia mundial sea un personaje de las características de Trump… No hace falta ser psiquiatra para darse cuenta de que “está tocado del ala”. Pero está allí porque una mayoría de americanos le vota… Esta es la “normalidad” hoy en USA. Podríamos hablar de Putin, Erdogan, y de mucha más gente visible en diferentes posiciones de mando dentro de empresas y organizaciones. ¿Cómo se puede luchar contra esta locura?

Otro tema de actualidad y proximidad: la COVID-19 en Madrid. Madrid ciudad es en estos momentos la que presenta la peor situación mundial con respecto a la pandemia. La segunda es París, la tercera Buenos Aires y la cuarta Barcelona. No es una buena posición, ​​a pesar de encontrarse a una distancia muy significativa de Madrid.

No sé cuáles son los datos hoy y ojalá el día que cuelgue el post en el blog, la situación haya mejorado… Pero hace aproximadamente diez días, de las 280 áreas sanitarias de Madrid, más de 200 presentaban más de 500 casos de positivo en COVID-19 por cada 100.000 habitantes. El consenso científico internacional coincide con la OMS en que hay que actuar decididamente a partir de 50 casos de positivo en COVID-19 por 100.000 habitantes. La presidenta Ayuso decidió tomar medidas -apenas hace tres semanas, aunque la situación estaba descontrolada desde mucho antes- en áreas de salud con 1.000 casos de positivo por COVID-19 por 100.000 habitantes, es decir, cuando la cifra supera 20 veces la ratio aceptada internacionalmente para la intervención.

A partir de aquí, la politización. Le da igual los muertos, los enfermos y los ciudadanos rehenes de una decisión que pone en riesgo la salud y/o la vida de los mismos. De los madrileños y de toda España, dada la opción histórica de apostar por el “gran Madrid” central, radial y centrípeto y, con respecto a la pandemia, también centrífugo. El famoso “la Puerta del Sol, kilómetro cero de todas las carreteras españolas” del franquismo, ahora, en la versión 2.0 del franquismo, que es el régimen del 78, también es el kilómetro cero de la propagación del virus en toda España y lo sería en todo el mundo, si no fuera por las medidas que aplican los otros países para defenderse de los viajeros españoles o para recomendar que sus nacionales eviten visitar España. No olvidemos que la primera oleada de marzo tuvo como epicentro Madrid y la actitud incívica de los madrileños que decidieron huir y esparcirse por toda España.

Hace semanas que Daniel López Acuña, prestigioso epidemiólogo y ex director de acción sanitaria en situación de crisis de la OMS, ya apuntó que las medidas adoptadas por Madrid eran insuficientes, que llegaban tarde y que no tenían ningún fundamento epidemiológico sólido. Que la segmentación era arbitraria y que no había ninguna lógica estratégica para frenar la pandemia.

Los profesionales coincidían en que en Madrid había que volver a las medidas de la fase 1 de la desescalada, y que si no se adoptaban, habría que volver al confinamiento total como el de la primavera.

El argumento formal -algunos lo creen sinceramente- era no “cerrar Madrid” para evitar el desastre económico, cuando parece del todo evidente que el peor enemigo de la recuperación económica es no llevar a cabo medidas sanitarias tan contundentes como sea necesario. Resultado: una escalada vertiginosa.

Hace dos semanas ya estaban ocupadas el 25% de camas hospitalarias y el 40% de camas de UCI, por enfermos de COVID-19. Y el porcentaje de pruebas positivas de PCR era del 21%, siete veces más que Asturias o Galicia, por ejemplo, y más del doble que la media española, que era del 10%. A finales de septiembre, en un solo día, en Madrid, murieron más seres humanos por la COVID-19, que durante todo el mes de julio.

Y es que en un momento en el que los que conforman la derecha más reaccionaria española, opinan que España no puede estar gobernada por lo que ellos llaman “PSOEDEMOS”, estos no pueden ponerse en contra del gobierno Ayuso, por más que este, desde la irresponsabilidad más grande y deplorable, ponga en riesgo las vidas de todos, incluidos neofascistas y reaccionarios. ¡¡¡Estaría bien que tomaran nota de lo que le ha pasado al inefable Donald Trump!!!

Mientras escribo estas líneas, escucho que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) “tumba” el “cierre de Madrid” argumentando que el actual marco legal, si no se reforma, no permite que el Gobierno español adopte esta decisión destinada a preservar la seguridad, la salud y la vida de las personas: !!!Qué vergüenza de país¡¡¡ Tengo tendencia a creer que la base legal sobre la que el TSJM, por desgracia, por vacío legal, debe ser sólida

En este caso no parece que haya ninguna “sombra extraña” de politización de la Justicia, mayoritariamente practicada desde la cúpula del poder judicial. El portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, fue muy claro cuando explicó como el reparto realizado entre el PP y el PSOE, en la renovación del Consejo General del Poder Judicial, permitía a los populares “controlar la sala segunda del Tribunal Supremo ‘desde detrás'”. La instancia que ha condenado a los presos políticos independentistas, la que decidirá el futuro de Pablo Iglesias (hasta aquí “rojos y separatistas”), la que por el momento ignora los presuntos delitos cometidos por el rey emérito…. Esto es la separación de poderes o la concentración del poder en un núcleo reducido de personas, dominado por la derecha i la extrema derecha, ¿por encima del Gobierno y del Parlamento?

En fin… Para los profesionales de la salud, es desesperante que en España el marco legal no permita adoptar medidas urgentes e imprescindibles para evitar o por lo menos paliar el desastre que es España, también en lo relativo al control de la pandemia.

Cambio de tercio. El pasado miércoles, el Servicio Meteorológico de Cataluña presentó el resultado de la proyección climática hasta 2050 en Cataluña, que anuncia un claro incremento de las temperaturas y una reducción de las precipitaciones. También se ha revisado la proyección de temperatura media para el período 2001-2018 hecha a principios de siglo XXI y se constata que el calentamiento del planeta ha superado las previsiones más pesimistas.

Tampoco todo es cambio climático. El tema son los valores, o la falta de los mismos, que nos han llevado a estos escenarios… Porque, más allá de la proximidad, la crisis es mundial. Del planeta y de la humanidad.

José Ma. Vera, director ejecutivo de Oxfam Internacional, publicaba el pasado septiembre en el opúsculo “Papers” de “Cristianismo y Justicia” lo siguiente:

“En España hemos visto cómo se desbordaba nuestro sistema público de salud, aún bien dotado a pesar de los recortes. En Brasil, la gente muere en la calle a las puertas de los hospitales colapsados; en Perú hacen largas colas para comprar oxígeno a unos precios desorbitados con la voluntad de evitar que familiares enfermos de la COVID-19 se ahoguen; en Yemen, la mitad de los centros de salud no están operativos y algunos han sido destrozados por bombas vendidas por Occidente; en Zambia apenas hay médicos y, en cambio, sí hay tasas para acceder a la atención sanitaria que casi nadie puede pagar.

Cuando la vida transcurre en medio de un conflicto, cuando se pasa un hambre ocasionado por el cambio climático, una crisis como la del coronavirus multiplica los riesgos debido a que recae encima de una población ya vulnerable y desprotegida. Infectarse en una favela o en un campo de refugiados es probable. Recibir una atención médica suficiente es casi imposible. En el momento de escribir este texto el virus ha estallado en Latinoamérica y se va esparciendo por África y la India”.

El tema es la conciencia -perdida en nuestros países- de vulnerabilidad. El virus nos ha confrontado dramáticamente con la condición de vulnerables por definición, que caracteriza a los humanos. Esto no estaba previsto, incomoda. En una sociedad que está hablando de esperanzas de vida posibles a medio término de 150-200 años -¡no se habla de con qué calidad!- e incluso de inmortalidad -en ciertos ámbitos científicos, no solo religiosos y esotéricos, se habla de inmortalidad- el golpe que supone la pandemia, en algunos casos lleva a reflexionar sobre el sentido de la propia vida, de las relaciones sociales de las dinámicas comunitarias, pero en otros a reaccionar incrementando el grado de locura colectiva remarcable que caracteriza a la comunidad hoy en día y que, como decía, se utiliza para definir la “normalidad”. De hecho, la pérdida del sentido de la vulnerabilidad, es un elemento característico de dicha locura colectiva.

José Laguna nos recuerda que:

“Una sociedad fundada sobre la ficción de que somos autores de nosotros mismos y propietarios absolutos de nuestras ideas, obras y vidas, se resistirá a aceptar la vulnerabilidad como base sobre la que construir políticas que se considerarán débiles. Pero ante esta prevención conviene advertir que edificar cualquier institución social de espaldas a nuestra frágil condición humana es condenarse a fundamentarlas sobre arenas movedizas; de hecho, la ‘sociedad líquida’ actual bracea entre el barro de antiguo polvo autosuficiente”.

Entretanto la vida continua de forma apacible en el Delta, a pesar de que en las ciudades grandes, la COVID se hace notar…

“Pedaleo lenta y rítmicamente. El arroz está ya prácticamente todo recogido. Antes cosecharon la sal de las Salinas de la Trinidad. Las cicatrices del Gloria no han desaparecido del todo. No hay ningún territorio libre de la acción destructiva del hombre sobre el medio. Tampoco hay territorio al que los humanos no puedan o podamos llevar el coronavirus. Estos días las Terres de l’Ebre se ven especialmente afectadas. En especial, las ciudades más grandes…

Junto al verde de la vegetación, aparece a trozos el rojo de otoño. Refresca. El día va avanzando. Llueve un poco por aquí y por allá y al poco rato, la aparición del arcoíris sobre el mar, anuncia el fin de los chubascos.

-Lo que cuentas es idílico, ¿pero quieres decir que no escondes un poco la cabeza debajo del ala?

-Creo que no, pero podría ser… No ignoro lo que pasa en el mundo. Tarea casi imposible por otra parte, aunque te lo propusieras. Me pasé años sumergido en la locura del mundo individualista, competitivo, no haciendo nada más que trabajar. Siempre digo que durante años vivir significó trabajar. Y ya me gustaba mi trabajo, durante años disfruté. Aún mantengo contacto con esta sociedad -que me parece cada día más destructiva para las personas- por razones profesionales. Pero procuro esquivarla y creo que lo consigo bastante. Tal vez esto te hace pensar que escondo la cabeza debajo del ala. Pero no. ¡Veo la deriva colectiva!

-¿Y no te sientes solo, ahora?

Api.cat

-No. Vivo solo, pero en contacto con los que quiero estar en contacto. Verdaderamente, buena parte de la gente con la que me relaciono, ha optado por vivir de forma parecida a como lo hago yo.

Mientras voy pensando en esta conversación mantenida hace pocos días con un amigo, la oscuridad ha ido ganando terreno y la temperatura ha bajado. En casa estará bien…”.

Hemos pasado de golpe del verano al otoño y vete a saber si volveremos a días al verano… El caso es que el otoño, por ahora, está aquí.

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One thought on “MÁS A PROPÓSITO DE LA HUMANIDAD Y DEL PLANETA

  1. Teresa dice:

    Bona tarda JM,
    Sempre que et llegeixo penso que quan més m’agrades es quan escrius sobre sensacions-emocions.
    Pedalo lenta i rítmicament…..
    la foscor ha anat guanyant terreny i la temperatura ha baixat. A casa s’estarà bé…”.
    Vivim en una societat malalta; ho comparteixo. Com també la idea del “radicalisme selectiu”. Em resisteixo a formar part de la normalitat si el preu es estar deprimit”. Ho aconseguiré vivint al vell mig de Barcelona?

    Teresa

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