El 11 de febrero de 2018, escribí el post “Uruguay no se puede explicar sin el fútbol”. Antes que nada, me apresuro a decir que Argentina tampoco.
Aquel post concluía: “Si creéis que este post es una crónica deportiva, o bien os equivocáis o bien no he conseguido mi propósito. Pretende ser un intento empático de reflejar el alma de una colectividad humana que me genera buenos sentimientos”.
Esta idea es recurrente en el blog. En el post dedicado a Joan Cruyff en el momento de su muerte (ver “Gracias, Johan” del 28 de marzo de 2016) aparecía de forma parecida. Hablaba, obviamente, de fútbol, pero también de sentimientos y esencia humanos.
En el post sobre Uruguay explicaba cómo este país se independizó del Imperio de Brasil y, en lugar de unirse a Argentina, se constituyó en Estado propio. Situado entre estos dos gigantes, Brasil y Argentina, Uruguay siempre ha tenido que reafirmar su fuerte personalidad nacional y el fútbol ha sido un vehículo esencial, si no el principal, para hacerlo.
Ganar, en la final del Mundial de Fútbol, a Argentina (1930) y a Brasil (1950), a domicilio, en Río de Janeiro, en el estadio de Maracaná (todavía hoy el término “maracanazo” forma parte del lenguaje de las nuevas generaciones de uruguayos), sobrepasa lo estrictamente deportivo.
Lo mismo podríamos decir de lo que significó la victoria de Argentina ante Inglaterra, en el Mundial de México 86, cuatro años después de la Guerra de las Malvinas. El partido se celebró en el estadio Azteca, el 22 de junio, el resultado fue 2-1, y los goles los marcaron dos exazulgranas, Maradona y Gary Lineker, Balón de Oro -mejor jugador del campeonato- y Bota de Oro -máximo goleador del torneo-, respectivamente.
La dosis añadida de humillación a los ingleses, que supuso que el primer gol, Diego lo hiciera con la mano -la famosa “mano de Dios”, que tanto han recordado estos días los Media- y que el segundo, también de “El Pelusa”, fuera considerado el mejor gol de la historia de los Mundiales; restituía, poco o mucho, el orgullo de los argentinos hecho añicos por la Guerra de las Malvinas.
En ese contexto, Maradona se convertía para muchos argentinos -si no lo era ya- en un Dios, en un héroe nacional. Y nunca lo ha dejado de ser, a pesar de todo. ¡Y todo es todo, y todo es mucho!
Tras eliminar a Inglaterra, Argentina, en su camino hacia la final que disputó y ganó contra Alemania (3-2), en semifinales ganó a la mejor selección belga de todos los tiempos. Maradona volvió a ser el gran protagonista, marcando los dos goles de Argentina, por ninguno los belgas. Como veremos, aquello también fue una “pequeña venganza”. Nada comparable a la victoria sobre los que llaman Falklands a las Malvinas, pero también una -pequeñísima- dosis adicional de orgullo colectivo recuperado.
Para entender lo que había detrás de estas victorias y comprobar que el fútbol no solo es fútbol, hay que retroceder en el tiempo hasta el Mundial de
España 82, en el que tuve la suerte de poder presenciar en directo todos los partidos celebrados en Barcelona, en el Camp Nou y en el campo del Español, aún en la carretera de Sarriá.
Durante bastantes días, tuvimos a la “torcida” brasileña, los “tifosi” italianos y los “hinchas de la albiceleste” argentinos, alegrando festivamente las calles de Barcelona. Las noches en las Ramblas eran una fiesta en la que todos se encontraban y la samba unía las aficiones rivales con los barceloneses que nos acercábamos.
Tan claro teníamos que el fútbol va más allá del deporte, que unos cuantos de la Juventud Nacionalista de Cataluña, aprovechando la presencia de las televisiones y, en general, los Media de todo el mundo, el 13 de junio, en el partido inaugural del Mundial en el Camp Nou, conseguimos esquivar el control de la policía española, entrar y exhibir varias pancartas grandes con la inscripción “Catalonia is an oppressed nation”.
Poco rato pude ver de aquel partido entre el campeón vigente entonces, Argentina, y Bélgica. Los compañeros Enric Llorach -que entró la pancarta enrollada al cuerpo- y Jordi Oliveras, fueron detenidos y trasladados a la comisaría de Via Laietana. Éramos diferentes grupos, repartidos por el Nou Camp. Los compañeros Toni Rovira, que años más tarde formaría parte de la Junta Directiva de Jan Laporta y uno de los actuales presos políticos, Quim Forn, fueron aporreados en las gradas del estadio por la policía española y detenidos y conducidos a la comisaría de Sants, en la calle Creu Coberta. Abandonamos el estadio para ir a buscar al diputado Jaume Camps, abogado dedicado a resolver este tipo de situaciones y lo acompañamos a la comisaría de Via Laietana. Gracias a su trabajo, los detenidos en Via Laietana, fueron trasladados, en primera instancia a la comisaría de Les Corts i posteriormente liberados la misma noche. Los abogados Magda Oronich y el entonces su marido Marc Palmés, consiguieron que Toni Rovira y Quim Forn, fueran liberados a altas horas de la madrugada. Aunque no le guste a todo el mundo, el fútbol va mucho más allá del deporte y, en muchos países, es inseparable de su historia.
Aquel día, una selección argentina que conservaba aún diez de los jugadores ganadores de la final celebrada en el Monumental de Buenos Aires en 1978 contra Holanda -Ardiles, Baley, Bertoni, Fillol, Luis Galván, Kempes, Olguín, Passarella, Tarantini y Valencia-, y había incorporado a las jóvenes promesas Ramón Díaz y Diego Armando Maradona, que nueve días antes había fichado por el Barça, perdió sorprendentemente contra Bélgica (1-0), en el que sería el preludio de un Mundial para olvidar para los argentinos. Maradona estaba en un momento de juego espectacular, pero el equipo no estaba a su nivel.
En la siguiente ronda, disputada en Sarrià, Argentina perdió por 2-1 contra Italia y por 1-3 contra Brasil, el último partido que disputó en ese Mundial y en el que Maradona fue expulsado por una roja directa. Triste despedida de Diego, en la ciudad en la que viviría y jugaría las dos temporadas siguientes.
El periodista argentino Juan Carlos Morales recordaba las declaraciones de Ardiles, comparando el equipo del 78 con el del 82: “Corríamos (en el 78) hasta las pelotas que parecían perdidas, mientras que en España, las que iban fuera, las dejábamos pasar casi con desgana”. Morales añadía: “El equipo del 82 era mejor que el campeón del 78, pero nos faltó ese espíritu de sacrificio”. Y remachaba diciendo: “Y a eso le tenés que sumar el asunto
de haber competido en un momento inadecuado por lo que pasaba en Malvinas”.
Al día siguiente del partido inaugural de España 82, el 14 de junio, los jóvenes soldados enviados por el dictador Videla a las Islas Malvinas, se rendían frente a las tropas de la Inglaterra de Margaret Thatcher.
¿Cómo afectó eso a los jugadores y a toda la delegación argentina desplazada a España? ¿Qué pasaría si Argentina acababa enfrentándose a la Inglaterra de Trevor Francis y Kevin Keegan en aquel Mundial?
El mismo Juan Carlos Morales tuvo que retransmitir a finales de ese mes de junio, el partido Alemania-Inglaterra, por Radio Rivadavia, sin poder pronunciar la palabra Inglaterra, por instrucciones de la gerencia de la emisora que, probablemente, hay que enmarcar en el contexto político de la dictadura. Morales contaba años después:
“Yo me las rebuscaba y decía que ‘atacan los de rojo’ o ‘los rivales de Alemania’, y a lo mejor hasta se me escapó un ‘los piratas’. Una cosa totalmente desnaturalizada, ilógica. Fue una barbaridad transmitir un partido sin nombrar a un equipo. Una tontería. Una comedia. Se podría haber obviado aquella transmisión“.
Muchos opinaban que en la situación que vivía el país, Argentina no tendría que haber competido. Poco antes del Mundial, la noticia de la muerte en combate de un primo de Ardiles impactó todos los componentes de la selección. Calderón, otro jugador, recordaba que por su año de nacimiento, 1960, le podía haber tocado participar en aquella guerra absurda. ¡Como al propio Maradona, nacido también en 1960! Este era el contexto.
Más allá de la influencia que, sin duda, tuvo la guerra y la situación del país en el ánimo de los jugadores, el resultado, a pesar del juego espectacular de Maradona, fue decepcionante.
Italia acabó ganando aquel Mundial. El día de mi 24 cumpleaños, asistí con la esperanza de ver un gran partido en el Italia-Brasil (3-2). El equipo del increíble portero Dino Zoff -¡que tenía 40 años!- Paolo Rossi, Bruno Conti, Gentile, Tardelli, Altobelli… comenzó el Mundial generando alguna duda, pero fue a más a medida que avanzaba el campeonato hasta imponerse en la final a Alemania (3-1) y llevarse su tercer Mundial.
Ninguno de mis favoritos ganó. ¡Ni Holanda -que ni siquiera se había clasificado para la fase final-, ni Brasil, ni Argentina! ¿Por qué estos eran mis favoritos? Pocos equipos me habían hecho disfrutar tanto como la “naranja mecánica” de los 70, como el Brasil de Pelé y pocos jugadores tanto como
Maradona.
La selección holandesa, que perdió las finales de Alemania 74 contra Alemania y la de Argentina 78 contra Argentina, nos enseñó la maravilla del fútbol total, basada en el Ajax de Cruyff, Neeskens, Krol, Johnny Rep, Keizer… ganador de las Copas de Europa de 1971, 1972 y 1973. Aunque Cruyff ya no participó en la final del 78 en Buenos Aires.
La selección brasileña que ganó el Mundial de México 70, hizo darme cuenta, a mis doce años, de que el fútbol que veía los domingos en el campo del Barça, era un juego “diferente”, por decirlo suave, en comparación al espectáculo ofrecido por Brasil, que hizo que el verano de 1970 no parara de jugar al fútbol con mis amigos. Soñaba con la magia de “O Rei” Pelé, por supuesto, pero también con el juego de Gerson, de Tostao -mi padre me hizo ver con él lo que es jugar con peligro sin tener la pelota-, Rivelino, Jairzinho y los laterales ultraofensivos Marco Antonio y Carlos Alberto. Los Sócrates -que a pesar de medir 1,92 metros, calzaba un 38- Junior, Falcao, Zico y compañía, que pude ver en directo en Barcelona en el Mundial 82, estaban lejos de la calidad de sus antecesores.
Y en cuanto a la Argentina de Maradona… ¿qué queréis que os diga del para muchos, más grande de los grandes?
Mi hijo Pau, más “enfermo” de fútbol que yo y mucho mejor analista técnico del juego, tiene razón cuando dice que los cracks de los que yo he podido disfrutar durante mis 62 años de vida, no se pueden comparar por cómo ha evolucionado la manera de jugar al fútbol, las técnicas de entrenamiento… Es verdad, pero yo, subjetivamente, tengo claro que desde que nací, seis nombres marcan la diferencia: Kubala, Di Stefano, Pelé, Cruyff, Maradona y Messi. Y desde la subjetividad, para mí, el mejor es Messi.
A la mayor parte de argentinos les pasa lo contrario que a mí y, me atrevería a decir, que a muchos culés. Para el Barça, Messi ha sido algo parecido a lo que Maradona fue para Argentina. Y para los argentinos, Messi es lo que Maradona fue para el Barça: un grandísimo jugador, un supercrack pero
que las circunstancias hicieron que no cuajara como nos habría gustado.
Pienso que muchos argentinos no tienen en cuenta que los compañeros que ha tenido Messi en el Barça, han sido futbolísticamente muy superiores a los que ha tenido en la “albiceleste”. Del mismo modo, muchos de nosotros -especialmente si pensamos en la selección argentina de México 86- no prestamos atención a que Maradona en el Barça, no tuvo compañeros del nivel de los de aquel equipo. Y ello a pesar de Urruti, Migueli, Alexanco o Schuster…
La muerte de Diego Armando Maradona ha desencadenado una avalancha de sentimientos, opiniones, valoraciones futbolísticas, no futbolísticas y de todo tipo, que, personalmente, no puedo obviar.
Verdaderamente, el sentido del post que dediqué a Cruyff cuando murió, es diferente de este, y también del siguiente, que se centrará exclusivamente en Maradona. Pero la muerte de Diego me ha conmovido y me ha removido muchos recuerdos, muchos de ellos expresados en este post, que de otra manera no habría escrito.
De todos mis ídolos futbolísticos, afortunadamente, Pelé y Messi viven, y a Kubala y Di Stefano no los recuerdo nítidamente. Tengo un vago recuerdo de haberlos visto jugar con la camiseta del RCD Español al final de sus carreras. Pero a Maradona -como a Cruyff, claro, el padre del mejor Barça de todos los tiempos- no lo olvido. Imposible olvidarlo si te gusta el fútbol. Y a mí, además de gustarme el fútbol, me interesa el mundo que hay detrás y alrededor del fútbol y los futbolistas, y las repercusiones de todo tipo que tiene en la sociedad y los países.
Desgraciadamente, “El Pelusa” no encajó como todos hubiéramos querido en Barcelona. Antes y después brilló mucho más. La hipotética o real hepatitis que sufrió, el destrozo del tobillo que le provocó -como a Schuster- Goikoetxea y la sanción de tres meses sin jugar como consecuencia de la batalla campal que se organizó en la final de Copa contra el Athletic de Bilbao, en el Bernabeu, en 1984 -sanción que ya no cumplió porque se fue al Nápoles- no contribuyeron a que arraigara en el corazón azulgrana. En Barcelona comenzó su adicción a la cocaína, lo que no ayudó en nada y que, según se ha visto, marcó el inicio de una manera de hacer que ha sido muy criticada y que ha acabado prematuramente con su vida,
Sea como sea, me interesa mucho el fenómeno Maradona. Un buen amigo argentino, Christian Sturla, y los periodistas Pilar Calvo y José Martí, me han ayudado a montar las piezas del complejo rompecabezas Maradona, del controvertido personaje, Dios para algunos, diablo para otros.
Dejo la entrada al terreno minado que es la vida de Maradona, para el próximo post haciendo, sin embargo, un pequeño anticipo. Mi amigo argentino Christan Sturla, alto directivo de una multinacional británica en su país, seguidor de Boca Juniors y de la “albiceleste” dice, pensando en Maradona:
“Los que son capaces de altos picos tienen profundos valles” (continuará).
Ni pel davant, ni pel darrera, no acabo d’entendre aquesta histèria colectiva a la mort de Maradona, aquesta falta de cap fred en mig d’una pandemia, aquest exhibicionisme barruer…
Me la repamplinfla la mort d’un cocainomano, maltractador, que sempre vivia al marge de la llei.
Vergonyòs 3 dies de dol….
Gràcies pel comentari Enta,
En realitat, aquest post parla de futbol, de records evocats per la
mort de Maradona, però no d’ell. No sé si has llegit el post amb cert deteniment…
El tema del que parles, el tractaré en el proper post. Si t’interessa, sortirà en una setmana/10 dies. Allà escriuré dels aspectes que abordes tu, aliens al contingut d’aquest post