ENRIC VIA I BERTRAN

ENRIC VIA I BERTRAN

El día 28 de agosto murió mi padre. Gracias a todos los familiares, amigos y también lectores de este blog que me habéis acompañado en este momento de duelo profundo. La muerte de mi padre ha retrasado la reanudación de muchas de mis actividades. Entre ellas la dedicación a escribir y a divulgar una parte de lo que escribo a través de este blog.

Confieso que tuve la tentación de escribir acerca de lo que, en nombre de la familia, leí al final del funeral de mi padre. Pero valoré que no era adecuado. Pudiera parecer que la gestión de un blog personal es un asunto que sólo depende del propio autor. Pero no es exactamente así. Hay que pensar en los lectores y procurar saber encontrar la frontera entre la esfera personal y la colectiva.

No es la primera vez que me encuentro con este problema y en algún post anterior me he referido al mismo. En este caso me permito dos licencias.

En primer lugar, una vez más, se pone de manifiesto algo que es obvio: por mucho que imagines cómo puede ser un suceso, un hecho de la vida cotidiana, hasta que no lo experimentas personalmente, hasta que no tienes la experiencia, no tienes la medida del impacto que puede llegar a tener. La muerte de mi padre produce un efecto difícil de transmitir pero que en el momento de comentarlo y de compartirlo, he terminado sintetizándolo expresando que provoca una sensación de vacío inmenso. La realidad, sin embargo, es que no se puede expresar con palabras.

La segunda reflexión tiene que ver con algo que escribí en el último post del día 31 de julio y, al mismo tiempo, está relacionada con el comentario que me envió una prima mía como reacción a las palabras que leí en la despedida de mi padre.

El 31 de julio escribí: “Citar a Jesucristo, Tagore o Mandela no nos hace mejores, ni debe inducir a pensar que el hecho de conocer su pensamiento equivale a estar a la altura de estos seres excepcionales y extraordinarios (…). En todo caso, expresar convicciones o deseos, no debe confundirse con querer exhibir nada, ni mucho menos con dar lecciones a nadie. Defender unos determinados valores, no debe inducir a la creencia de que quien lo hace los cumple a la perfección y siempre. Dicho esto repito una frase de Mandela con la que me identifico: ‘Un santo es un pecador que sigue esforzándose’. No hay duda de que la libertad de expresar deseos y divulgar aquello que se considera positivo no significa necesariamente que quien lo practica sea capaz de pasar un examen al respecto y aprobar con nota”.

En el funeral de mi padre me referí al ejemplo que él y sus y nuestros antepasados ​​han supuesto para todos nosotros, su familia. Y mi prima me contestaba: “…Nosotros somos testimonios y herederos de esta bondad, generosidad y entrega de los Via de la generación anterior a la nuestra. A menudo siento que esto nos sitúa en la responsabilidad de llevar al mundo (en el quehacer cotidiano) estas cualidades que hemos recibido regaladas”.

Como decía, como pecador que continúa esforzándose, considero que este testimonio puede ser un buen mensaje para todos, empezando por mí mismo, y divulgándolo no vulnero la intimidad exigible -o que en cualquier caso me autoimpongo- y, al mismo tiempo, me sirve para retomar la dedicación al blog sin pasar por alto un acontecimiento tan doloroso como la muerte de mi padre. Ésta ha sido, sin duda, la emoción más fuerte del verano.

Me enteré de la muerte de mi padre muy lejos de nuestro país. Terminando un viaje interesante y lleno de emociones que algún día, quizás, encontraré el momento de compartir.

Finalmente, las emociones vividas el 11 de septiembre han completado -si no se dan más, que nunca se sabe- este verano tan extraño y especial. A éstas dedicaré, si nada altera mi voluntad, el próximo post.

Gracias a todos por vuestra compañía en momentos difíciles.

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2 thoughts on “UN VERANO LLENO DE EMOCIONES

  1. Núria dice:

    Genial la frase d’en Mandela!!! El secret està en continuar esforçant-nos!!

    Jo visc el procés cap a la millora com a éssers humans com un viatge a pas de puça. De tant en tant, un salt. De tant en tant, un pas enrera. I a vegades, una passa d’aquelles que donen l’aparença de retrocedir però que, en realitat, com diu la metgessa del meu fill, és aquell “prendre impuls” per després fer un bon salt.

    Potser l’important d’aquest procés no és només el camí recorregut, sinó la voluntat ferma i lliure de fer-lo. Amb consciència. Posant atenció en les vivències de cada dia. Observant-nos. I començant cada nou dia amb la intenció de ser millors persones.

    Descansa en PAU, Enric!!!
    I molta FORÇA, Josep Maria!!!

    1. josepmariavia dice:

      Gràcies pel teu comentari i l’escalf Núria. Sens dubte aquesta és la batalla: millorar el nostre món i per això cal sumar esforços de millora individuals, com molt bé dius, cada dia

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