IMG_3252-¿Qué vas a hacer hoy?

-Tengo que ir a Diagonal, cerca de Muntaner, a ver a una persona peculiar y después…

-¿Cómo vas?

-No sé…

Me levanto del taburete, miro el cielo desde la ventana y no puede ser más primaveral, más que de mes de abril…

-¿Crees que lloverá?

-No lo sé. Espero que no. He venido en bici… Creo que los del tiempo han dicho que va a llover mañana por la tarde. Chubascos…

-¡Vaya! Espero que no. Sant Jordi con lluvia… Ya se sabe, sin embargo, que en abril… De todas formas, espero que no. ¿Cómo celebrarás Sant Jordi?

-Tengo obligaciones familiares e iré todo el día de arriba abajo. ¿Y tú?

-Pues pretendía escribir. Qué mejor que escribir para celebrar Sant Jordi, ¿no? Mira, tal vez aprovecho esta tarde y cuando termine el encuentro con el maestro, me acerco a Jaime’s a comprar libros. Ostras, el problema de cada año: ¡libros para mis hijos!

-¿Qué quieres decir?

-Que no leen mucho. Son de la generación digital. Todo lo que no sea rápido y corto…

Pero eso de ir a comprar libros hoy, cuando Sant Jordi es mañana… (?)

-La librera de donde suelo ir a comprar libros, Jaime’s, Montse, me dijo que cuando cae en festivo la gente se escalona más a lo largo del día. Pero… la verdad es que las aglomeraciones me agobian mucho. Además, hoy me vendrá de paso y así mañana tendré todo el día completo para hacer cosas que tengo que hacer por casa, y también escribiré.

Finalmente paseo desde casa hasta la Diagonal, charlo un rato con el maestro, un chileno amable y empático que habla catalán. Cuando termino ya es tarde. Decido ir haciendo, sin prisas. Paro en una tienda. Me entretengo. Descubro una tienda bio. Entro, curioseo un buen rato y compro cuatro cosas.

-¿Se puede hacer la compra por Internet?

-Todavía no. Lo estamos mirando y no creo que tardemos mucho en disponer de este servicio.

Sigo andando. El cielo está bastante cubierto. Como si, efectivamente, tuviera que llover. Pero no. De todos modos, entre la amenaza de lluvia y que se ha hecho tarde -mañana no pienso salir a la calle-, decido parar en una librería que me gusta, a la que voy a menudo, y que me la encuentro en frente , inesperadamente. Distraído con mis cosas, ni pensaba que estaba al lado. Compro tres libros.

Cuando entro me doy cuenta de que Sant Jordi ha comenzado el día antes, es decir, ayer viernes. De hecho, al mediodía ya vi una parada de rosas y como iba a casa, compré, ya con la idea de que el día de Sant Jordi no saldría a la calle.

Para mí, las buenas librerías, son como templos sagrados. ¡Cuando te encuentras aquellos libreros vocacionales, que conocen el producto que venden, solícitos, que gozan buscándote lo que les pides, da gusto! Hablan contigo de una obra, de su autor, del contenido, con satisfacción y conocimiento. Con sensibilidad.

Ayer, como hoy día de Sant Jordi, no es el mejor día para que te atiendan con tanta dedicación. La situación les desborda. De todos modos, el librero que me atiende, me aclara unas dudas sobre unos libros de Montaigne, de Peguy y de Salvador Pániker, aunque la librería está llena de gente a rebosar.

Sigo hacia casa y no puedo evitar parar en otra librería, igualmente repleta de gente, especializada en algunas disciplinas concretas, y caracterizada por tener mucho producto de editoriales catalanas y en catalán.

Quien creo que es el propietario, a pesar de la multitud, está parado con un cliente que le pregunta por un libro, haciendo referencia a que leyó uno del mismo autor y le gustó mucho. De todos modos el librero, con el libro en la mano y sonriendo, sin prisa ni ansiedad por tantos y tantos clientes que puedan estar esperando para hacerle una consulta, apoyado elegantemente con el codo en una pila de libros y con una pajarita bien visible, que redondea un look muy original y genuino, le dice:

-Es un gran libro, pero más complejo que lo que usted leyó. No tiene nada que ver. Hasta el punto de que si aquel le gustó tanto, este… Créame, es duro.

“Qué profesionalidad”, pienso. ¡La sinceridad por delante, aunque pierda la venta!

Hoy me he despertado y el día era radiante. Rápidamente he cambiado de idea. Pienso que desayunaré, haré una excepción y leeré el periódico. Normalmente lo hojeo rápidamente y sólo leo algún artículo de opinión que me interese. Las noticias y, en especial, la manera de darlas, me provocan ‘urticaria’ creciente. Cuando acabe iré a dar una vuelta, pasando -hoy sí- por Jaime’s, para terminar arriesgándome a hacer una incursión en el Paseo de Gracia, volviendo a casa.

El periódico me conecta de nuevo con el problema de qué libros comprar a mis hijos. De repente leo: “Despertar el gusto por leer. ¿Cómo podemos conseguir hacer hijos lectores? “. “Eso mismo”, ¡pienso yo!

Llego cerca de la librería, situada junto a una casa de instrumentos musicales, asuntos y utensilios vinculados a la música. Hay un cuarteto de cuerda en plena actividad, lo que provoca una aglomeración importante en la acera. Finalmente logro entrar.

Busco a Montse, que pese a estar por todo y atender a tres o cuatro clientes a la vez, acepta ayudarme a pensar en -y encontrar entre estantes y pilas de libros- alguna obra para cada uno de mis dos hijos. Consigo, con cierta rapidez, el reto en el caso del más joven. Pensando en el mayor… no acabo de encontrar nada que me llame la atención. Veo uno que… tal vez sí. Opto por llamar y preguntarle, y me dice que no. Que no le gusta. Me cuenta que está subiendo por el Paseo de Gracia. Le propongo encontrarnos en el gran bulevar de Barcelona, ​​con la idea de elegir juntos el libro para él. Así también podré observar, mirando libros juntos, qué le llama la atención.

Antes de abandonar Jaime’s, veo “La finestra de Vermeer“, de Pere Rovira. Lo abro y encuentro una cita de La Rochefoucauld:

En vieillissant on devient plus fou et plus sage”.

¡Eh! Sigo con la “Nota de l’autor”:

(…) Per escriure sobre la intimitat d’una persona es necessiten llums que la il·luminin, llums d’interior i d’exterior; s’ha de trobar la llum que ve de fora i la lucidesa de la consciència”.

Compro. La reseña de la contra me resulta definitiva:

A les pàgines de ‘La finestra de Vermeer’ conviuen la reflexió existencial i l’apunt apassionat, el somieig sensual i l’exabrupte crític, la pàgina descriptiva i la creació sentimental, el retrat i la caricatura, la indagació artística i la sàtira, la imaginació i la provocació…”.

No se hable más. ¡Hecho!

Al cabo de un rato, mi hijo y yo nos encontramos y, de entrada, me regala un libro. ¡Me hace muy feliz! A continuación me enseña el que se ha comprado él. Narrativa histórica sobre la Cataluña anarquista de los años 30. ¡¡¡Qué agradable sorpresa!!! Nunca hubiera imaginado que este tema le pudiera interesar y, por supuesto, no hubiera acertado a comprárselo. Finalmente, después de considerar varias opciones, y dado que nunca ha leído ninguna obra de Eduardo Mendoza y que me parece -por cómo es mi hijo y lo que he leído de Mendoza- que le puede gustar, optamos por este autor. En castellano, claro…

03373bc069aa271f1e25f01f3c0e9556Nos separamos y yo vuelvo a casa. Me encuentro un correo que me hace ilusión. Una persona ha considerado que el día de Sant Jordi era el día para agradecerme que le enviara, hace tiempo, alrededor de un año diría yo, un libro mío. De hecho, yo diría que ya me lo agradeció y luego nos hemos visto en dos o tres ocasiones y siempre ha sido especialmente cordial y amable conmigo. Sigue habitualmente mi blog y yo creo que al relacionar Sant Jordi con mi pasión por escribir, quiso halagarme, agradeciéndome un hecho vinculado a esta actividad, central en mi vida. Se lo he agradecido y mientras escribo me viene a la cabeza la idea de dedicarle este post de Sant Jordi, como regalo por su cordialidad y afecto.

Enlazo ideas y recuerdo que, hace pocos días, un poeta amigo mío, Marcel Riera, ganador del premio Carles Riba de poesía en 2011, presentó en la librería Jaime’s una selección de 50 poemas de amor, traducidos por él mismo y recogidos en el libro (por cierto, de magnífica estética) “Dóna’m la mà”.

Reproduzco uno para cerrar este post de Sant Jordi: “Recorda’m” de Christina Georgina Rossetti (Londres, 1830 a 1894). Dice así:

Recorda’m quan sigui lluny d’aquí,

molt lluny d’aquí, a la terra on cal callar,

quan ja no em puguis donar la mà

ni jo girar-me i tampoc retrocedir.

 

Recorda’m quan ja no, sense parar,

em parlis de com veies el nostre futur:

recorda’m només i estigues segur

que serà tard per donar consells o resar.

 

Però si m’oblidessis un moment

i després em recordessis, no et sàpiga greu:

perquè, si la fosca i la corrupció deixen un lleu

vestigi dels pensaments que vaig tenir un dia,

més valdrà que m’oblidis i estiguis somrient

que no que em recordis amb melangia”.

¡¡¡Feliz día de Sant Jordi !!!

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