El 14 de octubre de 2017 (ver “Hoy quería escribir sobre el ‘procès’, sin embargo…”, de la misma fecha), con motivo de la muerte prematura de mi maestro, jefe y amigo Charles Tilquin, escribí:
“Un factor determinante a la hora de mejorar la capacidad de navegar aceptablemente por esta vida, ha sido procurar rodearme de personas mejores, mejor formadas y más sabias que yo, a las que nunca estaré lo suficientemente agradecido por todo lo que me han aportado y he aprendido de ellas. La suerte también ha influido, ya que la vida me ha dado la oportunidad, además de mi propia familia, de haber tenido maestros y profesores extraordinarios en la escuela y en la universidad (algunos de ellos maestros de vida), que me enseñaron a cuestionarme a mí mismo y a todo lo que me rodea. Me enseñaron a aprender, me enseñaron metodología del aprendizaje y, así se llamaba, metodología de la investigación. También he tenido la fortuna de tener unos jefes ejemplares en el sentido literal de la palabra. En especial y por encima de todos Xavier Trias y también Charles Tilquin”.
“Curiosidades de la vida, ambos nacieron el mismo día de 1946…”. Y añado, uno de los días de los que guardo un mejor recuerdo de mi vida fue el día en el que pude presentarlos, en Barcelona.
Xavier Trias, cuando lo conocí en 1981, ante todo, para mí fue mi mentor. Yo tenía 23 años y las conversaciones con él ―digo conversaciones, porque como mucho podría hablar de opiniones, no es persona de directrices en lo personal, ni siquiera en forma de consejos― fueron decisivas en cuanto a cómo orienté mi vida profesional. Fue mi jefe –aún ahora, con muchos de sus colaboradores actuales, hablamos del “jefe” para referirnos a él– durante doce años, repartidos en tres períodos, dos en el Departamento de Sanidad y uno en el de Presidencia. Desde entonces, nunca hemos perdido el contacto y difícilmente han pasado tres meses sin ir a comer o cenar juntos, fuera él consejero, diputado, concejal, alcalde o jubilado. Siempre tenía ese rato para compartir y siempre ha estado cuando le he querido pedir consejo, opinión o apoyo, en momentos de todo tipo. Hace muchos años que es un amigo querido y respetado.
Entiendo que pueda parecer que mi opinión ―convicción sólida en este caso― está condicionada, cuando afirmo sin lugar a dudas que Trias es una persona que, entre otros atributos, se caracteriza por la solidez de sus valores. Un hombre sincero, fiable, empático, conciliador, enemigo del conflicto y del juego sucio. Y esto a pesar de haber prestado servicio al país a través de la dedicación política, casi cuatro décadas de su vida. Con 76 años y habiéndolo dado todo, viendo la gravedad de la situación, tuvo la generosidad de volver al mundo de la política, como un acto de servicio. Es evidente que no tenía ninguna necesidad personal de hacerlo.
Pienso que no caigo en el horrible “cualquier tiempo pasado fue mejor”, si digo que tuve la suerte de empezar mi militancia política, habiendo vivido y sufrido el fin de la dictadura, junto a personas que la vivieron y sufrieron más tiempo que yo. Veníamos de la clandestinidad y el anhelo sincero de libertad, la necesidad de vivir en democracia y la lucha por la libertad nacional de Cataluña, eran valores sólidos y nobles que estaban en la base de la decisión de militar políticamente. Personalmente, por responsabilidad, por necesidad, me sentí en el deber de militar para contribuir a salir del agujero negro.
La política no era, ni ha sido, mi “profesión”. Ni la de Jordi Pujol, ni la de Miquel Roca, ni la de Josep Ma. Cullell, ni la de Joan Raventós, ni la de Josep Benet, ni la de Josep Pallach, ni la de Miquel Coll-Alentorn, ni la de Antoni Gutiérrez Díaz (el “Guti”), ni la de Gregori López Raimundo, ni la de Pascual Maragall, ni la de Heribert Barrera, ni la de Josep Laporte, ni la de Xavier Trias, pediatra de uno de los dos mejores hospitales pediátricos de la ciudad de Barcelona, la Clínica Infantil del Vall d’Hebron. Ni, por cierto, la de Ernest Maragall. Ninguno de los que he citado ni muchísimos que no he citado, estaban en política para llevar el plato a la mesa, por mucho que alguno pudiera haber pasado por apuros económicos. Estaban por convicción y por ideales. Para mí fue una suerte formarme junto a muchos de ellos, y siempre tuve claro que en la política no se tenía que estar por dinero.
En mi caso, medicina y política convergieron en un proyecto sanitario de país, apasionante. ¡Estaba todo por hacer! Y, consciente de que mi trayectoria profesional se modificaba, fui a formarme en salud pública y gestión de servicios sanitarios, en una buena universidad canadiense. En esa decisión, también tuve a Xavier Trias apoyándome. Recuerdo aún que me invitó a cenar para despedirnos en el restaurante El Trapio, animándome hasta el último segundo antes de irme, en una conversación llena de recuerdos de sus años de formación como pediatra en Italia y en Suiza, muy estimulante para mí.
Formarme me permitió hacer política con criterio técnico en el gobierno de mi país y me dio la libertad de irme de la Generalitat, volver e irme de nuevo definitivamente, en 1999, sin problemas para ejercer mi profesión fuera del sector público. Habría podido seguir mi carrera en investigación y consultoría internacional en Canadá o Estados Unidos. Y, de hecho, la empecé, antes de volver definitivamente a Cataluña, trabajando en Oriente Medio con el USAID, la agencia americana para la ayuda al desarrollo. Pero me hacía ilusión volver a una Generalitat restaurada después de la dictadura, junto a Xavier Trias, todavía director general, por pocos meses. Nada de todo esto ni de lo que he hecho después, habría sido así sin haber conocido y escuchado a Xavier Trias e imaginado lo que podíamos llegar a hacer, en ese momento óptimo para la creatividad. Pocos como él ―y mi “jefe canadiense”, Charles Tilquin q.e.p.d.― tenían la paciencia para trabajar con alguien que no estaba dispuesto a obedecer órdenes si no las veía claras. Y pocos como ellos tenían la capacidad de razonar y argumentar inteligentemente –y no sin sagacidad– sus instrucciones.
Este post lo habría escrito tarde o temprano. Bueno, no exactamente este. De hecho, queda pendiente el homenaje a un político de los que ya quedan pocos. Un señor de Barcelona ―lo siento por quienes no puedan o no quieran interpretar este concepto noble aplicable, por ejemplo, a toda la gauche divine barcelonesa, o casi― dotado de sólidos valores. Como dije el día que presenté la plataforma cívica “amigos del Trias” (de hecho, se llamaba “Trias: el mejor para Barcelona”), “una persona que no sabe lo que es la vanidad ni espera ningún aplauso fácil, ni siquiera ningún aplauso”. Considero que exponer mi punto de vista ―compartido por muchos― de por qué Xavier Trias no es hoy alcalde de Barcelona, no deja de ser reconocer, en este caso por contraposición, los principios básicos que la política ha ido perdiendo y Trias conserva íntegramente.
Yo no voté a Ada Colau por el hecho de que mirando su CV me resulte difícil imaginar qué podría hacer en el mundo laboral, más allá de vivir de “la sopa boba”. Ya sabemos que los electos, no lo son por su CV. Tampoco dejé de votarla por el hecho de no ser independentista. No soy de los que veían las pasadas elecciones municipales de Barcelona en clave independentista/unionista. No la voté por las mismas razones que en un pueblo no votaría a una alcaldesa que tuviera las calles hechas una porquería, las farolas con las bombillas fundidas y la basura por recoger (evito entrar en detalles sobre el destrozo perpetrado por Colau en Barcelona. Se podría escribir un libro). Y, sobre todo, no la voté porque no me parece una persona confiable ni creíble. Alguien que aceptó los votos de Manel Valls/Ciudadanos para ser alcaldesa y que acepta votar con el PP la investidura de Collboni, porque sabe que después del 23J ella y/o los suyos entrarán en el gobierno de la ciudad ―como lo saben los del PP, por cierto―, demuestra un afán extraordinario de aferrarse a la silla, sólo explicable por la desazón derivada de perder trabajo y sueldo. Empezando por ella misma, siguiendo por los concejales de gobierno, directivos de empresas públicas, cargos eventuales, asesores ―incluidas un montón de parejas de dirigentes de los Comunes― y acabando por la red clientelar tejida cuidadosamente durante ocho años. Perder todo este “momio” podría significar pasar a depender del CV. Y si una elección democrática no puede basarse en ningún caso en tener estudios universitarios o no, una selección de personal, incluso para puestos de trabajo poco cualificados, pasa por un CV que vaya más allá de ser activista o supuesta actriz de cuarta división. De hecho, menos de un día después del nombramiento de Collboni, éste desveló una parte del pacto PSC-Comuns, que consiste en preservar los puestos de trabajo del ejército de militantes, simpatizantes, amigos y conocidos del progresismo “colauita”. Y esto es todo. No hay más. ¡Nada más! ¡Cuestión de (falta) de valores!
Para completar el análisis con cuáles fueron los motivos en el caso del PSC y del PP, coincido bastante con un artículo publicado ayer por Toni Soler en el periódico ARA (“Yo soy Groot, tú eres Vox”), del que reproduzco alguno fragmento y así me ahorro “reinventar la rueda”:
“Como legitimidad, en el país del GAL, de los fondos reservados y del 155, es una palabra vacía que cada uno llena como más le conviene, no tengo problema en afirmar que la alcaldía de Collboni es legítima. Pero esto no me impide encontrar rasgos poco saludables. Uno: tanto Collboni como Colau han mentido a sus votantes. Dos: hacer aspavientos contra la ultraderecha tras pactar con el PP es hipocresía. Tres: hacerlo con el “único objetivo” de evitar un gobierno independentista es sectario. Cuatro: dar al PP la tutela de Barcelona es de derechas y remata décadas de consenso catalanista. Cinco: prometer a Sirera que los comunes quedarán fuera del gobierno es una mentira consentida por el propio Sirera. Seis: pactar con el PP políticas que tendrás que ejecutar con los comunes te inhabilita para hablar del eje derecha-izquierda”.
A pesar de que, para mí, la cuestión del independentismo, como he dicho, no estaba en el epicentro de esa elección, para el PP sí. “Antes roja que rota”. Y pese a que para Collboni, personalmente, pienso que lo que más le pesaba a la hora de pasarse toda la credibilidad por el arco del triunfo, era ser alcalde, si pienso en el PSOE, la historia nos demuestra que Pla acertó por completo cuando dijo que “no hay nada más parecido a un español de derechas que uno de izquierdas”. Esto me lleva a reproducir otro fragmento de Soler en el citado artículo:
“Lo ocurrido en Barcelona demuestra que los defensores del statu quo español saben entenderse por encima de todas las líneas rojas imaginables. Es inevitable recordar que el blanqueo de la represión española es la obra maestra del PSC; ha sido el gran beneficiado, mientras el PP le encarcelaba a los adversarios y Ciutadans le servía en bandeja miles de votos, antes de autodestruirse. Ni siquiera le pasó factura salir a las calles junto a los dirigentes de Vox. Lo cual es legítimo… pero nunca se lo veréis hacer a ningún independentista”.
El resultado es que, tanto al PP, como al PSC, como a los Comuns, se les puede aplicar aquella frase de Grouxo Marx que de ―no por casualidad― tan usada ya da no sé qué reproducirla: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Frase no aplicable en ningún caso a Xavier Trias.
Que todo un señor de Barcelona, llegue al extremo de soltar el ya famoso “que us bombin” (que os den) –¡ha habido “progres” y sobre todo, “pijoprogres” que se han escandalizado!–, cuando siempre mide bien todo lo que dice, tiene una explicación. Probablemente más de una. Pero hay una que para mí es especialmente grave y obedece a las maniobras vejatorias y execrables que ha tenido que soportar…
Que quien siendo ministro de Interior y jefe de la “policía patriótica” por delegación de un tal M. Rajoy (volviendo a Pla, alguien tan misteriosamente desconocido como el señor X de los Gal), se inventó, poco antes de las elecciones a la alcaldía de Barcelona de 2015, que Xavier Trias tenía una cuenta multimillonaria en Suiza (y el periódico El Mundo lo publicó), militara en el mismo Partido Popular que acabaría haciendo alcalde a un socialista, ocho años más tarde, me parece motivo más que suficiente para enviar a freír espárragos a los que pactan con Vox para salvar a la patria, los que promueven la jugada y los que se prestan a seguirla como si la cosa no fuera con ellos.
Trias, viendo que la fiscalía anticorrupción “no encontraba elementos suficientes para seguir con el caso” (“la fiscalía te lo afina”) y que demanda que presentaba, demanda que era archivada, decidió dejarlo estar. Y eso, duele. Y que el propio agresor ponga el dedo en la llaga, es como mínimo sadismo puro. Falta de escrúpulos.
La cara de Collboni con la vara de alcalde en la mano hablaba por sí misma. Valores reversibles.
Y quien fue alcaldesa en 2015, en gran parte gracias a la citada operación de las cloacas del Estado, en 2019 gracias a Manuel Valls/Ciudadanos y ahora ella y/o su equipo entrarán en el gobierno municipal después del verano (entre tanto todos los que ya había colocado en los últimos ocho años, ya tienen el puesto garantizado por Collboni)… Dice que le faltan dos asignaturas para tener el título de filósofa. Serán las que explican qué son los valores, las cualidades morales para poder diferenciar lo que es aceptable de lo que no lo es. Las que te llevan a quedar retratado cuando actúas…
Esta operación ha llevado a muchos ciudadanos a preguntarse por el sentido del voto. Ciertamente, el sistema electoral es el que es. Pero mucha gente no lo entiende. Legalidad y legitimidad no son lo mismo…
El próximo 23 de julio, los unionistas con valores sólidos, si los tienen de verdad, tendrán -o deberían tener- un problema si han de votar a PP, PSC o Comuns.
Los independentistas nos equivocaremos mucho si nos abstenemos.
Querido Xavier, éste no es el post de homenaje y de agradecimiento que habría querido escribir. Las circunstancias han sido las que han sido y lo han deslucido. Pero ni he podido, ni he querido pasar por alto ese episodio que desacredita aún más a la política y a los políticos. He sentido la necesidad de, desde una visión resumida de lo que has sido para mí, maestro, mentor, jefe ejemplar y tolerante –¡por suerte para mí!– y amigo, exponer mi punto de vista. ¡Queda pendiente lo que quería escribir! ¡Te debo una!
Y sí. ¡Disfruta de la vida y que les den!
Molt d’acord Josep Maria!
Moltes gràcies Montse! És el que tenim!!! Barcelona no és mereix la brutalitat que ha patit els últims vuit anys!!!
Magnific homenatge al teu estimadissim amic. No tinc cap dubte que el Josep Pla el calificaria d’homenot. Un politic de vocació, de servei als ciutadans i al pais. I sempre, quan li ha estat possible exercir les funcions politiques confiades, ha estat brillant.
Ni Barcelona ni els barcelonins ni sobretot ell personalment es mereixen tan mal
Colau ha aconseguit que Barcelona expulsi una gran part dels seus ciutadans.
Ara, una vegada més ha estat decisiva per “expulsar” el millor alcalde que podia sortir d’aquestes eleccions: Xavier Trias!
Has escrit tota la veritat de’n Xavier Trias i has retratat als Q U B A T-3.
Moltes gràcies!!!
Moltes gràcies Anna Maria!
Josep Maria, hi ha una dita que diu “es de bién nacido ser agradecido”.
Absolutament d’acord amb el que dius del Xavier, però des del meu punt de vista, potser no feia falta per ensalçar Trias ser tant contundent amb Colau . I pel que fa a Collboni…, totalment d’acord.
Tinc ganes de tornar-te a llegir un post de ficció.
Teresa
Gràcies Teresa. Amb Colau he estat moderat i contingut.
Copio el que m’ha enviat algú que la coneix de fa anys i d’aprop:
“Totalment d’acord. He d’afegir, com explico sovint a qui em vol escoltar, que fa molts anys que conec a la Sra.Colau, atesa la meva vinculació al món social, i he de dir que mai he conegut a algú amb tanta galta i tants pocs principis. Els temps i les circumstàncies l’han fet lideressa dels comuns, però, segons haguessin anar les circumstàncies vitals i socials, podria haver-ho estat de qualsevol altre partit, inclosos cel PP i…Vox.”
Ni, principis, ni valors, ni ideologia, ni el més mínim rigor. Usar la poltrona per viure i muntar una xarxa clientelar i d’endollats.
Podria seguir amb casuística concreta. Si t’interessa, a la teva disposició.
V.olia dir. Es de bién nacido ser agradecido”
Simplement… Què els bombin!!!
És un pensament generalitzat, que va a més!!!
Gràcies Guillermo
Dos mesos després del “desastre” tot confirma que Barcelona mereix millor alcalde i que Trias mereixia millor tracta. Tots perdem.
Ens hem perdut el millor alcalde. Temo que els autors materials de la degradació de BCN, Colau i els seus, aviat tornin a entrar al govern municipal. BCN seguirà expulsant ciutadans i obligant a malviure a pobres i classes mitjanes
He de coincidir amb la valoració del Dr. Trias.
Però ara que ja ha passat el 23J, els resultats són els que son. El PSC ha tret 19 diputats i ERC i Junts en sumen 14 i la CUP esta desapareguda.
Si dolent és “España Roja, antes que Rota”. Que us sembla tots els indepedentistes hagin d’anar junts, inclosa la CUP que va obligar a fer un pas al costat al Sr. Artur Mas ?
Gràcies Lluís. Penso que hi ha moments ens els que la unitat és inexcusable. Per les qüestions de país rellevants. Com la independència, l’amnistia…
I aquí han fallat tots.
Per altres temes, les opinions i vots no tenen perquè coincidir.
I posats a analitzar maridatges estranys, pocs superen el de Collboni/Colau/neofranquistes.