“Escribir no es solo ordenar pensamientos. También es incorporar lo que el tiempo va dejando. Un blog, con los años, puede acabar siendo una vida escrita. Y volver a él no es mirar atrás con nostalgia, sino hacerlo con conciencia.”
Han pasado doce años desde que nació este blog. Y cuatro desde aquella “Bienvenida bis” del 23 de abril de 2021. Ahora vuelvo a sentir que es necesario mirar atrás. Entender de dónde vengo. Escuchar qué he ido diciendo. Y dejar que todo eso me indique qué me queda por escribir y también por reescribir.
No es en absoluto para borrar nada, ni necesariamente —si no hace falta— para corregir. Ni siquiera para enmendar. Tampoco para caer en revisionismos. Lo hago porque la mirada cambia. Porque cada etapa de la vida reclama volver a explicarse con palabras nuevas. Con la voz de ahora, una suma de todas las voces de antes.
Este prólogo es el comienzo de una nueva etapa. Un proyecto abierto y vivo: además de continuar escribiendo nuevas entradas, trabajaré en la reescritura de algunos de los textos publicados entre 2012 y hoy. Seguramente no será una revisión sistemática. Quizás no siempre habrá cronología. Pero sí un hilo conductor: volver a leer, desde la mirada de hoy, el camino escrito. Poner a dialogar quién fui y quién soy. Y volver a invitar a caminar juntos, con lo que de ello surja.
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12 de julio de 2025 — Revisitar los inicios 
Hace unos días volví a leer aquel post del 23 de abril de 2021: Bienvenida bis, nueve años después. Lo había escrito desde El Perelló, con el cuerpo y algo más profundo aún tocado por la pandemia. Era una segunda carta de presentación. Un texto para mirar el origen de este blog y, sobre todo, para explicar cómo la vida me había ido alejando del ruido y acercando a la esencia de escribir.
Recuerdo aquel Sant Jordi con el corazón. La añoranza de una Barcelona que sigo sintiendo como mía. Pero no la de ahora, desfigurada, convertida en negocio, demasiadas veces turbio. Sino la ciudad de antes, la que amamos. La de los cafés donde de las tertulias brotaba vida, las pequeñas librerías donde el silencio reflejaba el respeto por la creación literaria, las calles que invitaban a caminar y a disfrutar de la estética barcelonesa. La ciudad del pensamiento y la creatividad, no la del turismo industrializado y la especulación inmobiliaria, ni la de la política de escaparate.
Desde aquel momento ya lo dije bien claro: la ciudad se estaba degradando, y lo atribuía, sin rodeos, a la gestión reprobable y destructiva de Ada Colau y su gobierno. Bajo la máscara de redención social y progresismo moral, se ha acelerado la descomposición del tejido urbano y humano. No hace falta repetirlo, pero sí reafirmarlo: Barcelona es hoy una ciudad enferma, a pesar de su fachada iluminada. Expulsada su gente, aislados sus vecinos, colonizada por los lobbies inmobiliarios y la promoción del turismo de chancleta y el cinismo institucional, es el ejemplo más triste de lo que ocurre cuando una ciudad se pudre.
Y, aun así, aquel Sant Jordi todavía me hizo revivir la ciudad que soñamos. La que se esconde entre ruinas. En los rincones olvidados. En los libros que resisten. En el gesto de regalar una rosa. Aunque sea en los márgenes, hay cosas que no han muerto.
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13 de julio de 2025 — Una mutación natural
Han pasado cuatro años desde aquel texto, y doce del primero: Bienvenida, escrito el 7 de diciembre de 2012, volando hacia América del Norte. Era otra etapa. Viajaba a menudo a América, escribía mucho a mano, y empezaba a dar a conocer una voz que me acompañaba desde hacía décadas.
En aquel primer texto, el blog se definía como un espacio vinculado a la política sanitaria y a la reflexión crítica sobre el país y la sociedad. Decía textualmente:
“La sanidad y la salud no se pueden aislar de la sociedad, de los valores predominantes, de las instituciones, de la política y, en definitiva, de la crisis de valores que vive nuestro tiempo.”
Ese era el núcleo. Pero con los años, el blog creció en direcciones no planificadas: experiencia vital, literatura, territorio, introspección, memoria, denuncia, contemplación del paisaje… Todo lo que me habitaba encontró ahí su lugar.
Una mutación natural. El blog se hizo más humano, más complejo, más profundo, más arraigado. Más fiel a lo que soy. Ya no era solo un espacio de análisis, sino también de vida.
Y quizás por eso ahora siento la necesidad de releerlo con otra mirada. Reescribir no es falsificar el pasado. Es escribir con otra murada. Dar contexto. Reubicar, establecer un diálogo entre aquella producción y el presente.
14 de julio de 2025 — El legado, la reescritura, el futuro
Siempre he sabido que escribir, para mí, era dejar algo para quienes vengan después. No una lección. Ni una teoría. Un rastro. Lo que me impulsó a iniciar este blog, desde el minuto cero, ha sido y es una razón muy clara: dejar un legado a mis hijos, a mis nietos, a mis descendientes.
No he pretendido dar recetas, ni aleccionar, ni hacer discursos. Solo dejar un cierto rastro. El rastro de un hombre que ha intentado y sigue intentando vivir con sentido. Un hombre lleno de contradicciones, entusiasmos, dolores, dudas y convicciones. Un hombre que desde bien pequeño nunca ha dejado de escribir.
Si algún descendiente acaba leyendo algo del blog, si se reconoce un poco, si conecta con lo que explico, y siente que es también parte de su historia, no oculto que me doy por más que satisfecho. Aunque no puedo evitar pensar en la incertidumbre del mundo que les tocará vivir. Me cuesta imaginarlo. Y quizás por eso, aún más, siento la necesidad de dejar material escrito.
Una nueva etapa comienza
Esto que escribo ya me gustaría que fuera literatura. Seguro que no es periodismo. Hay opinión. Pero por encima de todo, es una escritura que, mayoritariamente, se inscribe en ese género discreto y honesto llamado Papeles privados. Una escritura que parte de dentro, que no responde a expectativas externas. Escribo por fidelidad. Escribo porque no hacerlo sería dejar de escucharme.
Y la forma que desde hace un tiempo he escogido —o quizás me ha escogido a mí— es la del dietario. Escribir como forma de habitar el tiempo. Como una manera de mirar. Como un espacio para observar, recordar, pensar. Sin obligaciones ni cronologías. Con libertad. Con voz propia.
Este texto es un ejemplo. Es una entrada de dietario. Y este blog, desde hace tiempo, intenta ser un dietario abierto.
Sé que algunos me decís que mis textos son demasiado largos. Que hoy no se lee. Que hay que ser breve, que todo debe caber en una pantalla pequeña, en un vídeo, en un tuit. Pero yo escribo contra eso. Escribo porque todavía creo en la palabra. Y porque no quiero rendirme a la cultura del fragmento, de la distracción permanente, de la superficialidad institucionalizada.
Otros me dicen que este blog es demasiado disperso, demasiado multitemático. Y tienen razón. Pero no lo veo como un defecto. Me reconozco en eso. Porque no soy una sola cosa. Ni quiero serlo. No pienso por compartimentos, mi mente es holística. No vivo parcelado. Me siento, como he dicho otras veces, renacentista en un mundo que idolatra la especialización.
Este blog no es un contenedor temático. Es una forma de vivir la escritura. Y de resistir.
Por eso este texto —este prólogo reescrito por tercera vez— marca el inicio de un proyecto de reescritura, combinado con escritura de nuevo material. No será sistemático. No seguirá ningún calendario. Pero, en cuanto a la actualización de posts antiguos, tendrá una intención clara: mirar atrás desde el presente. Repasar, comentar, añadir matices. Y en algunos casos, reescribir de arriba a abajo.
Sin prisa. Con compromiso. Intentando ser honesto y reflejar qué pienso, qué opino, qué siento, quién soy hoy, sin ninguna intención de borrar quién fui. No renuncio a ninguna idea. Pero las miro desde el hoy. Con más perspectiva. Con más conciencia. Con más libertad.
Una nueva etapa comienza.

Bon dia ! Com a metge he reseguit tots els masos de Les Planes d’Hostòles, Cogolls, Les Encies, Sant Esteve de Llèmena, La Barroca, Sant Aniol de Finestres i els cingles de la serra de Finestres entrant moltes vegades a visitar l’avi Pere Torra (acs), tota la gent gran que eren la majoria, perquè els joves anaven a treballar a Girona o a Olot, o a Les Planes . En aquell temps tenia temps per asseurem a l’escó a la vora del foc i poguer fer visites –“no de metge ” i escoltar de tot, els joves em deien -parli amb nosaltres que l’avi o àvia només explica batalletes ! volien dir històries recurrents; un servidor sempre contestava, m’agraden els relats de la gent gran, he après molta història de les familiesi de les rodalies, on s’ajudaven al temps de segar, de batre, o quan estaven malalts, etc… , dels Remences, que ningú m’havia explicat. Gaudia llavors i segueixo gaudin ara passats els setanta, m’encanta que m’expliquin coses o anecdotes i vivències dels altres. No m’agrada que algú m’expliqui que vaig fer un servidor diumenge passat.
Josep Maria segueix amb els teus llargs relats, La gràcia de la literatura com deia en Pessoa és que ens treu d’aqui i ens porta a l´allà i recordo que no caldria, però sí dir que la memòria mai no és cronologia, sinó de una cosa ens anem a una altra, la memòria va espigolant com jo sempre acostumo.. He viatjat poquíssim, però la majoria dels meus viatges han començar en una llibreria o estanteria d’una biblioteca, i seguint el teu blog, he fet meu els teus grans viatges i també vaig viatjar llegint Les aventures de Tin Tin ….” L’ille Noire” d’ Hergé. Un honor pels teus seguidors, continua escrivint i reescrivint.
Moltes gràcies estimat amic i company de carrera! És un honor rebre un comentari, el teu, d’un metge jubilat que va ser d’aquells savis humanistes, empàtics i propers, que només amb l’estona i amor que dispensaves als teus pacients, ja els mig curaves o els curaves del tot! Ep! No només parlo del cos. També de les ànimes malaltes que patien i et venien a trobar!
Pacients, companys i amics, sempre hem apreciat la teva escolta activa i hem gaudit de les teves paraules sàvies, com també de la teva ironia i la quantitat infinita d’anècdotes divertides i riques que tota la vida ens has regalat. Una forta abraçada!