En los últimos días he recibido comentarios animándome a escribir. Me he encontrado con gente que sé que habitualmente sigue el blog y con la sorpresa agradable de personas que no identificaba como followers, premiándome con sus comentarios sobre lo que escribo y/o sobre el estilo. Alguna vez ya me he referido a que el hecho de escribir es para mí una necesidad y aunque no me leyera nadie y/o lo que escribo no le gustara a nadie, lo seguiría haciendo. Me he pasado años escribiendo cosas que nunca he publicado y que, más allá de algún amigo y seres queridos, nadie ha visto nunca.
Pero hay que decir que los comentarios se agradecen porque estimulan a publicar. Escribir, escribo casi todos los días. Sigo sin publicar todo lo que escribo. Y no siempre es porque no me guste… Os animo a colgar en el blog los comentarios que me hacéis personalmente, por WhatsApp, por Linkedin…
Bien, después de unos cuantos días sin hacerlo, me decido a publicar y como hay que empezar de alguna manera, lo hago con una confesión: soy bastante escéptico por naturaleza. No totalmente escéptico -¿existe esta posibilidad?-, no siempre ni en toda circunstancia, pero se podría decir que tengo un punto de escepticismo que según cómo puede llegar a ser muy grande. Esto no ha sido óbice para que a lo largo de mi vida me haya implicado en muchos proyectos diversos. A veces tanto, que el escepticismo desaparecía temporalmente o era imperceptible a los ojos de la mayoría. No tengo problemas para tomar decisiones difíciles, puedo ser enérgico en la actuación y en las formas, estar realmente implicado y comprometido con un proyecto, ponerme al frente y liderarlo, incluso teniéndolo todo en contra.
Pero en un momento u otro, el escepticismo incita a que la misma realidad adquiera muchos matices. Los grises me irritan cuando la impaciencia me provoca la necesidad imperiosa de decidir. ¡Pero no quiere decir que no los vea! De hecho, en el fondo de mí mismo, hay muy pocas cosas que pueda decidir con el sistema binario blanco/negro.
No soy antisistema, entre otras cosas porque para ser anti algo me gusta que se pueda asociar a un proyecto alternativo. Pero la mayor parte de las alternativas colectivas que he conocido al actual sistema -en estado de descomposición acelerada, dicho sea de paso- o son totalitarias o forman parte del estilo hippie, happy-flower, que es “muy mono” pero que no va conmigo… Admiro a los que en la intimidad y sin hacer mucho ruido, trabajan “su interior ” y procuran hacer felices a quienes tienen cerca manteniendo actitudes positivas.
¡Ah! Me olvidaba de algo. Me ha parecido percibir que las personas que últimamente han hecho comentarios elogiosos sobre mis escritos tenían en mente los últimos posts (“Pasamos…”, el de la “Casita Blanca” y los escritos de Río y de Sant Jordi). Los de humanidades para entendernos. Y claro, si ahora escribo sobre las Jornadas de Sitges del Círculo de Economía o sobre el gol de Messi (una obra de arte ¿eh? Y las obras de arte forman parte de “las humanidades”)… Así pues ¿qué hago entonces? Intentaré hacer un mix, hablando de historias de cama y de historias de amor.
Decía que no soy antisistema. Pero el capitalismo y la deriva que lleva la economía de mercado no sé hacia dónde nos conducirán. He hablado de ello a menudo y de maneras diversas en este blog y fuera de él. Me he referido a que la desigualdad exagerada y creciente no es buena y a que la política está sometida a la economía, y ésta, a su vez, al sistema financiero especulativo y definitivamente indiferente al sufrimiento humano, y todo ello constituye un espantoso círculo vicioso. Está de moda hablar del final del capitalismo, pero nadie sabe explicar demasiado bien qué vendrá después…
Mientras se bombardea al mundo árabe, el Jihad y el Estado islámico decapitan seres humanos, y oleadas de subsaharianos siguen intentando llegar a Italia o saltar las vallas de Ceuta y Melilla, en Sitges, un empresario que comenzó a ejercer como tal a los 57 años y que ahora tiene 83, dice sentirse un chaval, y explica que para que la empresa prospere (no crecer es retroceder) es necesario: 1) trabajar, trabajar y trabajar, 2) estabilidad emocional personal, 3) capacidad autocrítica, y 4) hacer feliz al prójimo, empezando por los propios trabajadores de la empresa. Bien, en parte me parece evidente pero confieso que, formulado inteligentemente, en el contexto de una excelente presentación, destilando experiencia y casi sabiduría (no sé si un poco impostada o es mi escepticismo que me lleva a mal pensar) me hizo vibrar positivamente. Mi escepticismo sobre la historia del personaje no me impide apreciar el valor de su aportación. Este hombre seguro que goza de una gran capacidad de compromiso. No sé con quién ni con qué, pero grande. Seguro…
El encuentro del Círculo de Economía en Sitges ha sido, en cierta forma, como una gran cama redonda en la que políticos y empresarios, a pesar de no protagonizar grandes historias de amor, intentan cumplir lo mismo que aquel del chiste, que reclamaba orden en los emparejamientos simultáneos-sucesivos gritando: “¡Planificación, planificación!”.
Ver y escuchar en vivo y en directo a Pedro Sánchez incrementó mi escepticismo sobre la capacidad de los partidos tradicionales para regenerarse. Me preocupó la mediocridad extrema que -comentario general- transmitió Pedro Sánchez. Al día siguiente, la mezcla de incompetencia, incomprensión e inmovilismo que exhibió Rajoy no me sorprendió porque hace años que lo conozco. ¿Incrementó mi escepticismo? En este caso no. Business as usual… Pero el caso de Pedro Sánchez me pareció preocupante y me hizo pensar que, una vez más, todo (véase Zapatero, y no digamos ya Rubalcaba) es susceptible de empeorar. Leyó, eso sí, muy bien, el discurso que seguramente alguien le preparó. Un discurso totalmente inapropiado, teniendo en cuenta el auditorio al que se dirigía, haciéndose palpable en algún momento que a pesar de tener la capacidad de aparentar que dominaba el tema, algunas cosas que leía no las tenía interiorizadas, intelectualmente hablando. A Oriol Junqueras quizás le prepararon el discurso también (o quizás no) pero, como siempre, no leyó, ejerció de catedrático dando una lección magistral de geoestrategia económica y financiera global, como si interpelara al auditorio diciendo: “¿Qué? … pensabais que sólo sé hablar de Sant Vicenç dels Horts y de independencia ¿eh? ¡Pues ya lo véis!”. Estuvo simpático, empático e irónico. ¡Genial, cuando insinuó a los asistentes que los imaginaba moderados y conservadores y puestos a buscar complicidades quizá coincidirían en personificar estas virtudes en David Cameron! Al menos este muchacho de Eton tiene claro que poner urnas ayuda a resolver problemas… Todos -él también- reímos. Su exhibición de la capacidad para transmutarse en un auditorio de empresarios, me provocó un pequeñísimo escepticismo respecto a la firmeza de sus convicciones. Pero escaso… Tampoco traicionó la esencia de lo que representa.
No pude escuchar a Artur Mas ni a Albert Rivera, pero me pareció que con el primero todo transcurrió de acuerdo con el guión que todos imaginaban, incluido el propio Presidente. Rivera gustó a los convencidos o recién llegados a la tercera vía dado que Rajoy “no sabe, no contesta”, y en cualquier caso y sobre todo, no se mueve aunque el olor a podrido que le rodea empiece a ser ofensivo.
No había ningún representante de Podemos ni tampoco estaba Ada Colau, aunque todo el mundo hablaba de ellos, con desazón o socarronamente (“¡ya catarán la dura realidad!”). Quizás el próximo año estarán en la reunión de Sitges. Syriza, cuatro meses después de sustituir la socialdemocracia en estado de descomposición por la izquierda radical, está lejos de cumplir el programa y las expectativas como resultado de la confrontación con la realidad. Si te adaptas a la realidad -como están haciendo- quienes creyeron en las promesas se decepcionan y, si mantienes las promesas a pesar de la realidad, tus electores se impacientan porque no se concretan. No estoy seguro de que hoy Syriza volviera a ganar, precisamente porque han tenido que gobernar…
Personalmente, me hizo feliz encontrarme a Xavier Trias, abrazarlo y conversar abiertamente con él. Amigo querido desde hace casi 35 años y mentor del que he aprendido mucho. Una persona firme con valores sólidos. Nunca le agradeceré lo suficiente todo lo que me ha enseñado profesionalmente y humanamente. Un privilegio haber podido trabajar 10 años a su lado en Sanidad y en Presidencia de la Generalitat.
Entretanto, la vida continuaba su curso. Seguir atentamente los debates de Sitges no me impidió escuchar las vivencias de amigos comiendo y cenando por la costa del Garraf y de Barcelona…
-¿Sabes? No entiendo nada… Debería estar durmiendo en tu cama, contigo, y estoy volviendo solo a casa a las 3 de la madrugada. Iba a coger un taxi, pero he decidido caminar… Y eso que estoy cansado y que mañana tengo que corregir exámenes y que pasado me visitan mis padres y… Y sobre todo… Sobre todo estoy confundido, lleno de dudas y no me entiendo a mí mismo. Me siento mal conmigo mismo y con el mundo. Y cuando pienso en lo decepcionada que debes estar… ¡Qué mierda!
-Pues sí, la verdad es que me has decepcionado. Mejor dicho, no entiendo casi nada… bueno, me parece evidente que el compromiso te da pánico… Qué quieres que te diga… No te entiendo. Hablas mucho pero lo que dices, lo que dices que piensas y lo que haces… no coinciden mucho. Aunque… hay que reconocer que casi nadie es siempre totalmente coherente…
-Tienes razón. Esto es ridículo. Ni yo mismo entiendo lo que hago. No sabes cuánto lo siento…
-La verdad es que te noto afectado pero, efectivamente, no acabo de ver que lo sientas tanto como dices…
-Es absurdo. Nunca encontraré una mujer como tú, que me guste tanto en tantas facetas… Eres… eres única. De verdad. ¡La conexión contigo es alucinante! ¡Y el sexo! Ostras… ¡qué orgasmos más deliciosos! Y mira que cuando algo me interesa le echo huevos… Pero no sé porque eludo todo lo que tiene que ver con los sentimientos y el amor… Pero espero que te quede un recuerdo positivo de mí y que esta situación desconcertante no ensombrezca…
-No te preocupes… No acabo de entender que te preocupe lo que yo piense. Te vas y ya está, ¿no? Es tu decisión y eres libre de hacer lo que quieras… Da igual lo que piense, ¿no?
-Ya, pero es que no sabes cómo te quiero. ¡Es que te quiero de verdad!
-No te enfades, ¿eh? pero… quien te entienda… quien te entienda que te compre … ¡Qué mala suerte! Con los años que me ha costado llegar hasta aquí. Un hombre que durante un tiempo compartió su vida conmigo me decía que no sabía amar. Y ahora que tengo claro que te quiero a ti…
-No me habías dicho nunca nada de eso.
-En fin, una vez que la asignatura está aprobada…
– Explícamelo.
-No tengo ganas. No cambiará nada. Márchate y que tengas suerte…
Todas las ex-parejas que había apartado por el miedo que tenía a amar, seguían queriéndola y respetándola, a pesar de los malos momentos pasados. Y ahora que por fin parecía que… Pues no. ¡Este hombre de escuela de negocios, seguramente valiente y decidido para muchas cosas huía asustado! Y es que generar envidia, bien vestido y encorbatado entre los monstruos del IBEX, no quiere decir que en la intimidad y en calzoncillos des la talla (entendido en sentido amplio).
Esta historia no por novelada deja de ser real. Todos los protagonistas estaban o estábamos, habían estado o habían tenido la oportunidad de estar en Sitges. Las cosas no son blancas o negras, ni las personas unidimensionales. Economía y política, amor y sentimientos, contradicciones y despropósitos, oportunidades perdidas y muchas cosas más, confluyen en todos los seres humanos o casi.
Personalmente me lo miro con cierto escepticismo…
Josep Maria,
el dia que et trobis inspirat torna a escriure utilitzant les similituds entre l’amor,la política i l’economia. M’he quedat amb ganes de més.
Gràcies.
Guillermo
Gràcies Guillermo. Dona molt de si. Si t’ho mires de lluny, amb un cert escepticisme ☺️, descobreixes lligams delirants!!