“(…) Hay en este mundo más miedo de cosas malas que cosas malas propiamente dichas (…).
Para fabricar armas es necesario fabricar enemigos. Para producir enemigos es imperioso sustentar fantasmas (…).
Nuestra indignación, con todo, es mucho menor que nuestro miedo. Sin darnos cuenta hemos sido convertidos en soldados de un ejército sin nombre. Como militares sin uniforme dejamos de cuestionar. Dejamos de hacer preguntas, de discutir razones. Las cuestiones de ética se olvidan porque está probada la barbaridad de los ‘otros’. Y porque estamos en guerra no tenemos que probar nuestra coherencia ni nuestra legitimidad (…). Como en un estado de sitio, las libertades individuales tienen que ser contenidas, la privacidad puede ser invadida y la racionalidad tiene que ser suspendida (…).
Todos sabemos que el verdadero camino (…), comenzaría por el deseo de conocer mejor a esos que, de un lado y del otro, aprendemos a llamar ‘ellos’”.
(“Fortalecer el miedo”. Mia Couto. LA MALETA DE PORTBOU. Núm. 2. Noviembre-Diciembre 2013)
La corrupción y la desigualdad (los corruptos y los corruptores serían, parafraseando a Couto, unos “ellos”) han generado indignación que convenientemente manipulada por los otros “ellos”, se ha transformado en odio, espíritu de revancha, chantaje y miedo. Todo ello sobre la base de una democracia débil, fruto de un contexto, la transición, en el que se cerró en falso la Guerra Civil y la dictadura, que tenía elementos comunes con el actual momento social.
La transición ha resultado ser un excelente caldo de cultivo para los “ellos” de la corrupción, que han campado a sus anchas hasta provocar un grado de desigualdad tan enorme, que con la crisis ha llevado a la miseria a mucha gente y ha propiciado la aparición de unos nuevos “ellos” que, como hicieron los otros antes, crean fantasmas para sustentar la imagen del enemigo. Como decía Couto “porque estamos en guerra no tenemos que probar nuestra coherencia ni nuestra legitimidad (…). Como en un estado de sitio, las libertades individuales tienen que ser contenidas, la privacidad puede ser invadida y la racionalidad tiene que ser suspendida”.
Aprovechando el clima social general de hace 10, 15, 20 años atrás, dominado por el hecho de que determinadas prácticas favorecedoras de la corrupción tenían carta de naturaleza o casi, quienes ahora se erigen en portavoces de los legítimos indignados, a partir de transformar este sentimiento en odio, se otorgan el papel de jueces supremos que dictan sentencia sobre quien puede expresarse y a quien se debe hacer callar. Hábiles comunicadores, con palabras sencillas como “casta”, deciden quién forma parte de ella y quién no. Basta con discrepar mínimamente de los Generales del nuevo ejército para ser condenado: “Sin darnos cuenta hemos sido convertidos en soldados de un ejército sin nombre”.
Así pues, se ha declarado la guerra y en última instancia todo vale. Si los nuevos dioses te clavan en la espalda la etiqueta “casta“, la vida en este contexto de miedo se hace difícil y la cobardía se multiplica. Si las leyes les permiten juzgarte, las aprovecharán. A Puig Antich también lo juzgaron. Si no, da igual. Pondrán en cuestión la ética del comportamiento a base de deformar la realidad. O la estética. No importa: “Las cuestiones de ética se olvidan porque está probada la barbaridad de los ‘otros’”.
La crisis democrática es profundísima. No basta con hacer elecciones de vez en cuando para vivir en democracia. No vivimos en democracia. Vivimos en un contexto de confusión, en el que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial se confunden, no se respetan y actúan todos dominados por el miedo. No lo olvidemos: no hay espacio para la racionalidad ni para el debate civilizado de ideas confrontadas. Una parte importante del cuarto poder, los Media, es la aviación de los respectivos “ellos” o bandos. Lo de menos es mentir desvergonzadamente, “la causa“ está por encima de estas “minucias”. Cuando el clima general ha logrado acobardar a tanta gente, puedes mentir, insultar y difamar impunemente. Los afectados pocas veces se podrán defender. Serán acusados de atacar la “libertad de expresión” que, en el actual clima de guerra, no es otra cosa que libertad para destrozar sin escrúpulos ni freno a cualquiera que discrepe. Si no que le pregunten a Xavier Trias con sus supuestas cuentas en Suiza.
En este contexto, se legisla, se gobierna y se actúa desde el odio de unos y desde el miedo de los demás. El miedo, a menudo, se convierte en irracional y se traduce en comportamientos cobardes, injustos y reprobables, hasta olvidar las responsabilidades contraídas.
Se puede afirmar, tranquilamente, que en Lleida la suma de dos entidades sanitarias públicas da como resultado una privada. Los periódicos dan la noticia y a nadie le llama la atención esta extraña “ecuación matemática”, por no hablar de “milagro divino”. Si lo quieres debatir serás enviado al infierno bajo la acusación de privatizador o directamente de ladrón. No hacen falta pruebas, por supuesto.
A una ley le ponen en el título la palabra “transparencia” y eso ya da carta blanca para introducir en el articulado cualquier despropósito: el miedo hace que nadie se atreva a plantear enmiendas porque no hay espacio para el debate racional. Gracias a esta ley, toda una serie de empresarios y miembros destacados de la sociedad civil que aportan desinteresadamente toda su experiencia en la gobernanza pública, acabarán (acabaremos) renunciando a tal colaboración, hartos de ser utilizados como peaje a pagar por los platos rotos de la corrupción. Cuando intentamos hacer ver a los políticos que han de parar este despropósito si no quieren perder este capital, confiesan que están atenazados por el contexto. La cobardía permite que palabras como “transparencia” se activen solas contra el sentido común, como si de misiles se tratara.
Hoy en día, en el Parlament de Catalunya se puede cuestionar una figura jurídica legal como la Agrupación de Interés Económico, con el único argumento de que las palabras “interés económico” suenan mal. ¿Le importa a alguien cómo puede ayudar esta figura, en determinados supuestos, a la buena gestión de las finanzas públicas? ¿Saben de qué hablan, o no van más allá de la capacidad de analizar la estética de las palabras?
Los directivos públicos no paran de refunfuñar y criticar “a escondidas” que se les equiparen los salarios a la baja, con los de unos políticos que por falta de coraje han querido aparentar que pagaban la penitencia de la corrupción rebajándose el sueldo. Pero estos directivos y altos funcionarios son tan cobardes como lo son sus jefes políticos y a la hora de la verdad callan atemorizados de ser criticados por la prensa, o temen que los “jueces supremos” los etiqueten de “casta”.
Hace poco los miembros del Consejo de Administración de una empresa pública, a partir de una información periodística simplemente falsa, manipulada y malintencionada, además de ni atreverse a contestarla, han actuado guiados por el miedo y han tomado una decisión contraria a los intereses de la empresa, en términos de mejora de su capacidad de acción y en último término de su cuenta de resultados. Decisión que en ningún caso hubieran adoptado si hubiera estado en juego su patrimonio personal. Han cedido a los fantasmas creados por los fabricantes de enemigos: “Para fabricar armas es necesario fabricar enemigos. Para producir enemigos es imperioso sustentar fantasmas”.
El miedo paraliza y destruye la libertad. Es una perturbación del ánimo frente a un mal que realmente amenaza o que la mente fabrica como una amenaza. Como decíamos en el post anterior de la indignación, el miedo tiene su parte positiva: frente a un peligro real activa reacciones mentales y corporales que pueden permitir salvar la vida. Puede también comportar sana prudencia.
Ahora bien, cuando es irracional y transforma al miedoso en cobarde inservible, la pérdida de libertad que se genera daña el interés colectivo, la convivencia, el buen gobierno y la democracia. No hay que ser temerario. Ni siquiera audaz ni atrevido. Basta con el mínimo de valentía exigible en nombre de la dignidad, de la responsabilidad frente a los demás y de la propia autoestima. Aunque esto suponga pasar por determinadas angustias y situaciones desagradables.
Pero por duro que resulte discrepar o ir contracorriente -yo lo he llegado a vivir como algo devastador-, es mejor argumentar y exponer las propias ideas y convicciones. Esta valentía sensata y comedida, genera confianza y respeto. En determinados momentos, callar resulta prudente y puede ser un acto de valentía extrema. Pero cuando el silencio es el resultado del miedo y la consecuencia de callar es la injusticia o el perjuicio colectivo, hay que hablar, aunque cueste. Al fin y al cabo la cobardía, abre la puerta al despotismo y a las dictaduras.
Con corrupción no hay democracia posible. Gesticulando estúpidamente contra ella con normas dictadas de cara a la galería, tampoco. Ni se favorece a la democracia manipulando la indignación y provocando el odio y el miedo.
Una persona que me merece mucho respeto y que considero como alguien de fuertes convicciones democráticas, federalista y de izquierdas, y que suele exhibir una coherencia destacable entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace, afirmaba hace pocos días que “estamos asistiendo a la sustitución de una mayoría social por otra -al estilo” quítate tú para ponerme yo” –y vivir en España empieza a ser peligroso“.
Termino de nuevo con Couto: “Todos sabemos que el verdadero camino (…), comenzaría por el deseo de conocer mejor a esos que, de un lado y del otro, aprendemos a llamar ‘ellos’”.
Diálogo, pues. En libertad y sin miedo. Para canalizar la tensión actual entre “la casta” y “la gente”, se debe parar la guerra sucia que todo lo contamina y perfeccionar el diálogo que no consiguió cerrar de verdad las heridas de la Guerra Civil y de la dictadura, que nos ha dejado esta democracia defectuosa que es necesario regenerar.
Josep Maria: som sempre reflexions oportunes. Tanmateix oblides que avui, lamentablement, a algunes empreses públiques i predomina la mediocritat. I espera’t, que d’aqui a pocs temps, si ningú no ho arregla, entre sous de funcionari i llei de transparència, la mediocritat s’haurà generalizat.
En efecte, l’aposta és per la mediocritat. Tota la demagògia al voltant de la suposada privatització de la sanitat, persegueix transformar el sistema en un “macroICS” ineficient i insostenible. I això és fruit de la mediocritat. De vegades penso que als promotors d’aquest concepte tronat del que és públic, els finança la sanitat privada. Si mai arribessin a aconseguir el despropòsit que promouen, tornaríem unes quantes dècades enrera amb un sistema a dues velocitats: el “macroICS” pels pobres i el privat per les classes mitjanes, des de les més baixes que fent un esforç poguessin contractar una pòlissa de salut, fins els més rics. Sense oblidar que aquests que veuen privatitzacions per les cantonades, acabarien sent els protagonistes de la més gran intervenció del sector privat en la sanitat: la dels bancs que haurien de finançar un sistema públic en fallida
Sens dubte, Josep Maria, el teu anàlisi és encertat, descriptiu (lamentablement descriptiu…) i contundent.
Els directius públics que anomenes i que critiques amb contundència, naveguen (navegàvem…) entre l’angoixa, la por, la prudència i l’estupefacció… això sí, sense deixar de fer la feina – en els darrers anys, la duríssima feina d’un directiu d’una entitat pública – per responsabilitat amb els ciutadans, els professionals i nosaltres mateixos. Però discrepo que l’únic o el principal problema siguin les retallades salarials dels directius, que són incoherents, injustificables i contraproduents, però que no són més que un símptoma de la malaltia.
Molts pensem com tu, molts estem intentant contribuir a la defensa d’un model que s’ha demostrat abastament vàlid -tot i que, sens dubte, necessitava transformacions-, agredit per uns per acció, però sobretot, per Altres per omissió. I les responsabilitats no són simètriques, Josep Maria… Espero que tu encara siguis optimista en el pronòstic…
Ah, i una cosa és la “lluita” i una altra el “suïcidi”… potser el final, malauradament, és el mateix, però el procés i la justificació no.
Sóc optimista, perquè crec en aquest país i aquesta malaltía que afecta la societat i el sistema sanitari, com tot passarà
Vull deixar clar però que per a mí, en el sou, a banda de fer la feina i va la defensa de la dignitat.
Com pot ser que a Lleida, la unificació d’un ens 100% Generalitat, l’ICS, amb una Empresa PÚBLICA (NO PRIVADA), formada majoritàriament per la Generalitat i minoritariament per altres administracions públiques; com pot ser dic que a això se li digui privatització?¡¡¡ Com pot ser que ningú repliqui i posi als partits polítics, sindicats i MEDIA, que simplement MENTEIXEN (dir que això és una privatització és mentir, perquè és fals), al seu lloc?
Com pot ser que un periodista en un mitjà publiqui una falsedat i el grau de pànic que domina a polítics i gestors porti a aquests últims a prendre decisions al dictat del que diu la premsa, per por? Com es pot originar un debat sobre legalitat, ètica i estètica a partir de mentides publicades i adoptar una decisió contraproduent per por, per més que es disfressi del que es vulgui per no reconèixer que s’ha actuat sota pressió mediàtica o de partits polítics que encara pretenen atorgar-se no sé quina mena de superioritat moral que no tenen.
Les responsabillitats són asimètriques, però tots en tenim. Trobo a faltar un centenar de persones de prestigi que posin els seus noms i cognoms sota un DOCUMENT EN DEFENSA DEL MODEL SANITARI CATALÀ. Estem fent tard, acorralats i acobardits en una cantonada per la demagògia d’uns quants indocumentats i d’uns quants perversos sense principis.
Escric poc en aquest blog perquè es fàcil pensar que a la vista de l’inevitable relació professional que mantenim, els acords que expressi son sospitosos d’agraïment.
Ara, no m’en puc estar de traslladar que la lectura del teu bloc m’ha fet pensar en algunes questions rellevants per la convivència ciutadana.
Per una banda la confusió de papers que de una manera permanent es viu en els últims temps a la nostra societat. El poder legislatiu entra sovint en el camp executiu, el poder judicial fa política de una manera indisimulada, els poders executius es veuen constantment afectats i interferits per l’opinió publicada, encara que sigui totalment inexacta i finalment els parlaments s’arroguen funcions executives i judicials….i el desgovern es manifest.
I no se perquè ( o potser si) he recordat la frase que William Randolph Hearst l’hi va dir al cronista que enviaba a cobrir la guerra de Cuba, quan a Cuba encara no hi havia cap guerra: Vostè faci les cròniques que jo posarè la guerra.
En efecte Olga, aquí no hi havia cap guerra. Hi havia (i malgragt tot hi ha, perquè els que tot ho esberlen són hiperminoritaris tot i el soroll que fan) un excel.lent sistema sanitari públic. I ja fa temps que quatre polítics, periodistes, sindicalistes i líders de barri, han començat a fer la crònica d’una guerra inexistent. Sel’s hi comença a veure el llautó i comença a haver-hi gent del sector, professionals i ciutadans, molestos amb aquests cronistes de la guerra inexistent. Potser és hora de començar a desenmascarar-los. Però torno al post i sostinc que la por ha tenallat masses polítics i masses professionals.
no parlem tant de si hi ha por o no. És cert que , a vegades, la prudència ens atenalla però sovint es tracta d’encertar quines coses són eficaces per demostrar la bondat del model. Hem defensat el tema del consorci de Lleida amb polítics i periodistes però, això no impedeix que des del Parlament es demani que s’aturi i un grup polític ho denuncii al Síndic de Greuges!!!. El nivell de demagògia és altíssim. Hem d’explicar-nos a totes hores amb maneres diverses i des de diversos llocs, estaments i institucions i fer arribar al ciutadà que aquests serveis sanitaris del quals ens hem dotat com a país, han aguantat les retallades sense perdre qualitat, i no només perquè hem abaixat els sous dels professionals (que també), sinò perquè gaudim d’un model de gestió diferent, amb gestors professionals,contractació de serveis i fixació de resultats de salut, amb col·laboració públicoprivada i amb un sector públic empresarialitzat.
Aquest any celebrem 25 anys de la LOSC i 30 (!!)de l’inici de la Reforma de l’Atenció Primaria i de la creació de la XHUP.Una ocasió especial per anar explicant-nos
Jo crec que hi ha por en masses casos. D’altra banda, recorda allò de que “la prudència no ens faci traïdors”
Josep Maria,
comparteixo en gran mesura l’anàlisi que fas de la situació en la que estem. I tal com dius, no només en el món de la sanitat, estem en un procés de crisi social molt greu. Els que ja tenim una certa edat i que vam viure el final del franquisme recordem la discussió entre la ruptura i la reforma. Es va optar per la reforma, perquè no teniem prou força per imposar la ruptura, i malauradament ara estem pagant les conseqüències. Ens falta cultura democràtica de veritat, ens falta rigor i exigència a tots nivells tant de la vida pública com privada.
Caldria recuperar valors com l’esforç i la feina ben feta. I posar en valor el treball honest i el compromís en qualsevol àmbit professional. I aquí vull fer referència als polítics. Actualment hi ha molta gent que està en contra del polítics professionals i jo aquí discrepo de l’opinió majoritària. Jo aposto clarament per polítics que tinguin “ofici”, que sàpiguen del que parlen i que aportin valor i coneixement a la “cosa pública”. Probablement ara no n’hi hagin gaires d’aquesta mena, però tu i jo n’hem conegut uns quants. Malauradament la MEDIOCRITAT ens porta on som ara o a l’abisme i a l’enfrontament més radical!