Tengo escritos de los años 80 y 90, publicados, en los que denunciaba que no se podía seguir incrementando el presupuesto sanitario sin comprometerse con hechos en la mejora de la eficiencia. He explicado muchas veces cómo un destacado político español me comentó una vez, convencido: “No te preocupes, la capacidad de incrementar el déficit público es infinita” (!); para ilustrar el desenfreno en el que hemos vivido.

España es un país poco serio, acostumbrado a vivir de los demás. Primero fuimos vascos y catalanes los “paganos de los fastos cortesanos” y luego los alemanes y otros europeos del norte, a los que los sucesivos gobiernos socialistas y “peperos” españoles engañaron sin contemplaciones, haciendo honor a la ancestral picaresca carpetovetónica.

En Madrid, en la “meseta” y por contagio en la periferia, la mayoría creyó que eran ricos, cuando eran unos patéticos nuevos ricos, acostumbrados a mendigar, a estirar más el brazo que la manga y a vivir “del cuento”. La conjura político-banquera-constructora y compañía, en un entorno en el que todos veían normal que le dieran una hipoteca a 50 años, con costes mensuales de la mitad del sueldo, simplemente presentando una hoja de nómina; este desenfreno, esta frivolidad colectiva la hemos pagado y la pagaremos cara.

En este contexto, el sistema sanitario tenía grasa para quemar. Y la hemos quemado con los primeros recortes, de las que no me enorgullezco, pero sí quiero dejar claro que “de aquellos polvos, vinieron estos lodos”. Si se hubieran hecho pequeñas reformas estructurales a tiempo, nunca hubiéramos llegado a este desastre. Y que, sin duda, unos tienen más responsabilidad que otros en el desastre. Mucha más. Pero todo se ha hecho con los valores dominantes en la sociedad, valores forjados colectivamente por todos los que la componemos. Lo cierto es que fue de más a menos, a nadie le gusta, pero, mal que pese, había grasa para quemar sin dañar el hombro. Ahora bien, ya no queda grasa y nos estamos empezando a comer el jamón y si nos lo acabamos, tocaremos hueso.

Vistos los presupuestos impuestos por la UE en Madrid y que definirán el marco en el que se moverá la Generalitat, no hay duda de que en 2013, todavía tendremos que recortar. Pero ojalá sean ciertas algunas previsiones hechas, tanto por organismos sospechosos como no sospechosos, de que en 2014, volveremos al crecimiento. Y, en cualquier caso, no podemos seguir recortando, colectivamente hablando, sin encontrar la manera de poner las bases para incentivar el crecimiento económico y el empleo.

Espero que CiU y ERC se entiendan. Y no solo para avanzar en la creación de un nuevo Estado de la UE, como personalmente me gustaría. También porque querrá decir que ERC ha entendido que una cosa es eludir la responsabilidad de gobernar (¡parece que nadie se quiere quemar cuando van mal los datos!) Y la otra es apoyar ajustes inevitables, y porque querrá decir que CiU ha sido sensible matizando el tipo y el sujeto de los recortes.

En cualquier caso, pase lo que pase, la actitud debe ser positiva y, sin renunciar a ninguna idea ni a ningún posicionamiento razonable, la actitud de todos, debe ser constructiva.

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