(La información que aparece en este post se ha obtenido, prácticamente en su totalidad, de experiencias personales, diarios personales, prensa de la época y comentarios de amigos, conocidos y personas encontradas al azar).

 

Barcelona, 27 de diciembre de 2022

 

Hoy hace 29 años que nació mi hijo Oriol, y quería escribir sobre Messi, sobre Argentina y sobre el fútbol, del modo en el que lo entiendo yo. Pero cuando me pongo a ello, un colega que tiene conexión con el hospital de Sao Paulo en el que está ingresado Pelé, me envía un WhatsApp para decirme que, ahora sí, esto va de horas o, como mucho, de días.

Siento cómo algo se me remueve por dentro. Pelé hace volver a mi mente, por enésima vez, ese día del mes de junio de 1970, poco antes de la verbena de San Juan, en el que, con 12 años a punto de cumplir, vi la final del Mundial de México, en el colosal Estadio Azteca, en la que Brasil ganó Italia por 4 a 1. Había oído hablar de Pelé, vi el “no gol” que marcó desde el centro del campo contra Checoslovaquia, y desde entonces me enganché a él, y el grandísimo Edson Arantes do Nascimento, Pelé, O Rei Pelé, se convertiría en el primer héroe futbolístico de mi vida. (Oigo por la radio que están preparando el estadio del Santos, —donde Pelé jugó toda su vida, hasta que se fue al Cosmos de Nueva York, en 1974, para terminar su carrera—, para despedir al que, para mí, es uno de los tres mejores jugadores de la historia del fútbol).

Junio, final de curso, buenas notas, todo el verano por delante, un Mundial de fútbol en un país muy lejano… El mundo era todavía muy grande e inalcanzable para mí, y no podía imaginarme que, con los años, recorrería buena parte del mismo. Aquellos días de Mundial, cuando terminaban los partidos, iba con mis amigos donde fuera, al polideportivo, al club de tenis, a la calle, a jugar a fútbol soñando grandes cosas, vete a saber qué, según la imaginación de cada uno.

La imagen de ese partido, cuando lo pienso, siempre es el primer gol, marcado por Pelé. El recuerdo del Mundial es Pelé, el citado “no gol” contra Checoslovaquia, que hizo desde el centro del campo, y este. Me acuerdo de todo el equipo. Me sabía de memoria la alineación. Después de Pelé, quien más me tenía el corazón robado era Tostao. Pero esa delantera, Gerson, Jairzinho, Rivellino, Tostao y Pelé… Qué maravilla. Y recuerdo ver por primera vez a los laterales hacer de extremos. Se llamaban Marcos Antonio y Carlos Alberto, y cuando subían por la banda ya veías cómo Pelé, o se desmarcaba, o arrastraba a tres defensas y, especialmente, Tostao —muchas veces era él que hacía el intento de desmarque para dejar libre a Pelé de demasiados defensas— o cualquiera de los demás creaban peligro constante y marcaban goles.

¡No sé cuántas veces he visto aquel partido desde que tenía 12 años! Y cuántas he puesto el gol de Pelé a cámara lenta. Ves cómo, pese a no ser muy alto, salta increíblemente para cabecear un centro, no recuerdo de quién, y hacer un gol antológico. Parece como si, durante unas décimas de segundo, se detuviera en el aire, sacándole un tercio de cuerpo al defensa italiano, y desde allá arriba impulsó, con fuerza, con la cabeza, de arriba abajo, el balón para hacerlo rebotar contra el suelo. Entretanto el portero, Enrico Albertosi, se tiraba hacia su izquierda, y la bola ya rebotada le pasaba un poco por debajo del lugar por el que su cuerpo, acabaría volando, milésimas de segundos después, antes de caer sobre el césped, cuando el balón ya estaba dentro de la portería. Es un gol que hay que ver y no se olvida nunca más. ¡Vida eterna para el gran Pelé!

Y un recuerdo para Dino Zoff, que dos años antes había sido portero titular de la selección italiana que ganó la Eurocopa, en México fue el reserva de Albertosi y sería titular, con 40 años, en la selección italiana que ganó el  Mundial España 82. Nunca sabremos si Zoff habría parado ese balón. Parecía imposible detenerlo. Aún así, el remate de Pelé habría sido de crack, aunque posiblemente no estaríamos hablando de ello.

¡Tardé años en saber que aquello se llamaba “jogo bonito”, y que cualquiera de los cinco delanteros podía jugar en cualquier posición avanzada! Lo que sí aprendí, gracias a mi padre, fue lo que era jugar con peligrosidad, sin balón. Y me lo mostró, haciéndome fijar en los movimientos de Tostao.

Es posible que el recuerdo que tenga sea mitificado. Pero lo que vi, ese fútbol, me provocaba unas sensaciones tan inestimables, que lamento lo que se pierden aquellos que, en la galaxia futbolística, no ven más que diez descerebrados, corriendo detrás de un balón y uno menos movido, intentando que no se lo cuelen en la portería.

Especulo diciendo que me parece que Pelé habría podido triunfar jugando al “tiki taka” de Cruyff y Pep Guardiola, y que teniendo en cuenta su condición física, habría podido brillar también en el fútbol actual, que parece basarse en la verticalidad, protagonizada por monstruos físicos, verdaderos atletas, como Kylian Mbappé.

Pelé jugaba, regateaba y chutaba con las dos piernas, tenía una precisión milimétrica en los pases, un arranque ultrarrápido con balón controlado, rompía la cintura de los defensas contrarios y era un gran cabeceador. Le pegaban muchas “castañas”, pero tarde o temprano las devolvía todas. ¡Y pasara lo que pasara, siempre sonreía!

Di Stefano, Cruyff y Maradona ya no están. Pelé se está yendo. Nos queda Messi, y ese era el tema del post.

 

Terres de l’Ebre, 28 de diciembre de 2022

 

Escribí (ver “Epílogo imprevisto: Querido Leo, ¡gracias infinitas! (D.A. Maradona y 4) del 12 de diciembre de 2020”), una serie de tres posts, con motivo de la muerte de Diego Armando Maradona y un cuarto, el epílogo, que empezaba así:

“Una diferencia importante, muy importante, entre Maradona y Messi es que Diego ganó la Copa del Mundo de fútbol con Argentina, y Leo no”.

Y terminaba el post deseando lo que no sería fácil, —y de fácil no ha tenido nada—: “No será fácil, pero como soñar es gratuito, me encantaría ver a Leo levantar con la albiceleste, el preciado trofeo de la Copa del Mundo en 2022 o, como mínimo, la Copa América en 2021”.

Y a partir de ahí razonaba por qué creía que, a Leo, se le tenía que facilitar la salida del Barça.

Como barcelonista, habría deseado que Messi nunca se fuera del Barça. Pero, creyendo entonces que el Barça necesitaría, al menos, dos temporadas, para volver al primer nivel de competición —ahora ya no me atrevo a decir cuántas necesitarán—, veía que Messi requería de un gran equipo para poder aspirar, con 35 años, a ganar el Mundial de fútbol con Argentina.

Proponía que debíamos ser generosos con quien, junto a sus compañeros, había situado, durante años, al Barça en la cima del fútbol mundial. Irse por la puerta grande, para volver cuando quisiera, y acabar sus días en el Barça con un contrato vitalicio. Jugando, o directamente dirigiendo la fábrica de jugadores del Barça. La Masia, a la que él llegó con 13 años. Y si, animado por lo que acaba de conseguir, quería intentar repetirlo en el 2026 con 39 años… Adelante y a esperarlo.

Y sea cuando sea, tenemos que hacer lo que tenemos pendiente con él y que en el Barça no hacemos bien, casi nunca —Xavi sería una excepción—: despedir a quienes nos han hecho grandes en el mundo, como se merecen. Demasiadas leyendas del Barça, como Cruyff, por citar alguno —o antes del Mundial el propio Piqué—, han salido por la puerta de atrás. Con demasiada frecuencia nos pesan las polémicas finales, haciéndonos olvidar trayectorias estelares de grandes figuras, que acaban yéndose de cualquier manera.

El caso es que, con Messi, algo no se calculó bien y, de todas formas, tuvo que irse de una forma triste. E hizo lo que era esperable en un caso como este. Irse a uno de los más grandes. Aunque yendo al París Saint Germain, creo que se equivocó de gran equipo. No estoy seguro de que jugar junto a Mbappé haya sido lo mejor para Messi.

Yo lo veía en el Manchester City de Pep Guardiola, Txiqui Beguiristain, Manel Estiarte, Joan Patsy y, también, Ferran Soriano. Pero no. Me equivoqué.

En cualquier caso, el Leo veterano ha podido llevar a la selección de su país hacia la cima del mundo. Ha ganado la Copa del Mundo 2022 y la Copa América 2021. Apoteósico. Por fin se acabó la absurda discusión Messi-Maradona. Cada uno se quedará con lo que crea más oportuno. Para mí, Lionel Andrés Messi habrá sido el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos.

¡O Rei lo tenía todo! Personalmente, en el fútbol, me descubrió un universo desconocido. Pelé, y Johann en el Ajax, me hicieron darme cuenta de que lo que yo veía cada quince días en el Camp Nou, si bien lo llamábamos fútbol, no tenía nada que ver ni con la canarinha, ni con el Ajax, ni con la naranja mecánica!!!

Mi padre me hablaba, emocionado, del “Barça de las cinco copas”. Incluso me aprendí los nombres de Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón, antes de que lo popularizara Joan Manuel Serrat. Pero —la anécdota es exactamente así— el día que le pregunté si era equivalente a Gerson, Jairzinho, Rivellino, Tostao y Pelé, ya entendí que… ¡no exactamente!

Para alguien como yo, que tuvo que esperar tener 16 años para ver ganar una liga al Barça (cuando ganó la anterior, yo tenía 2 años), la imagen de Cruyff vestido con la camiseta del Barça, ganando la liga del 0-5 en el Bernabéu, la del gol mítico del “holandés volador”… Me entendéis, ¿verdad?

Afortunadamente, sin embargo, el mejor legado que nos dejó Cruyff no fue como jugador. A él le debemos el llamado “ADN Barça” que ha durado hasta hoy. Y que nadie olvide que Messi es un producto de la Masia, la fábrica de jugadores y del modelo de juego que nos dejó Johann.

Por lo tanto, agradecimiento infinito a Cruyff, por supuesto a Pelé, con la emoción añadida de saber que se nos va, pero considero que Messi ha sido el más grande que yo he visto nunca y lo que me provoca, no lo puedo expresar con palabras, y está por encima de muchas consideraciones, razonables, racionales, respetables y, admito, no exentas de polémica.

 

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6 thoughts on “SOLO PARA ENFERMOS DEL FÚTBOL (APARENTEMENTE) (1)

  1. Javier Escalada dice:

    Me ha encantado, Josep Maria. Yo soy también un amante del fútbol y comparto contigo ese amor (para algun@s, inexplicable) a Messi. El día de la final del Mundial, fui incapaz de ver la tanda de penalties (no quería exponerme a ver algo que no quería que sucediera) y me fui a la calle, solo, “a no oír nada”, esperando una llamada a mi móvil de alguien de mi familia que seguro que sabía que la estaba esperando. Me llamó mi hija María…, para decirme que Argentina era campeona del mundo, pero para mí lo más importante era que Messi lo había conseguido. Felicidad enorme por el mejor jugador de la historia (en mi opinión).
    Muchas gracias por tu precioso relato. Un abrazo.

    1. josepmariavia dice:

      Muchas gracias Javier! No sabes cómo te entiendo! La sola idea que Messi fallara su penal y… Ese era mi pánico, mientras veía el partido por TF1, pero lo escuchaba por Radio Nacional Argentina. Una experiencia inolvidable, la narración del gran Víctor Hugo Morales. Un histórico de las transmisiones futbolísticas, en español, que, con ese partido se jubiló, después de 57 años! Empezó con 18 y, no te lo pierdas, nació en Uruguay! Pero que transmisión!!!
      Cuando vi que Messi no fallaba, unido a que el Dibu Martínez, el portero argentino, es de los que paran…
      Al final todo acabó bien y, hablando con amigos argentinos y escuchando emisiones, me dieron las 3 de la mañana!
      Me quedan por publicar, dos entregas más! Gracias de nuevo Javier. Un abrazo!

      1. Javier Escalada dice:

        Qué fantástico, Josep Maria. Sigue escribiendo, por favor!!!

        1. josepmariavia dice:

          Gracias Javier!

  2. Xavier Ranera Cahís dice:

    Hola Josep Maria. M’ha agradat molt i casi be podria suscriure la totalitat de tot l’article, si be no tan ben escrit i amb l’emoció “gallina de piel” que transpira.
    Com ja en vam parlar fa poc, crec que el model que ens va deixar en Johann no es el que es practica des de fa molts anys, doncs sembla que jugar avorridament pero a la manera del tiki taka n’hi hagi prou per definir l’ADN Barça, i no cal haver llegit a Lampedusa ( Quelcom ha de canviar perque tot continui igual) ni haver llegit una de les cites mes aclaparadores de Mahler (La tradició no és l’adoració de les cendres, és la pervivencia del foc), per tal que l’esperit de “salid y disfrutad” redefineixi d’una vegada un Tiki Taka en Majúscules amb una velocitat i innteligencia de l’enyorat ADN Barça!

    1. josepmariavia dice:

      Moltes gràcies Xavier! Completament d’acord. Reprodueixo dues idees, també comentades aquests dies.
      El tiki taka que vàrem veure a l’Espanya de Luis Enrique (mig del camp Busquets, Pedri, Gavi), i al Barça de Xavi, contra l’Espanyol, per exemple, no te res a veure amb el del Dream team de Cruyff, ni amb el Barça de Pep.
      Mira com juga el City de Pep!
      No és per a res, que el futbol vertical, amb jugadors, alhora tècnics i físics (probablement Mbappé en sigui el màxim exponent o quasi), es va imposant entre els grans.
      Haurem de seguir mirant la Premier i el Bayern! (Espero que temporalment!)

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