Querido Higinio, nos has dejado demasiado pronto y somos muchos los que te echaremos de menos. Apenas hace 15 días cumpliste 67. En este preciso momento, el impacto de tu prematura desaparición hace que me resulte paradójico que compartiéramos el proyecto que se acabó llamando “Edad y Vida”. Actualmente la Fundación “Edad y Vida”. Si la muerte tuviera que llegar a todo el mundo tan pronto, “Edad y Vida” no existiría. Fue el impacto del envejecimiento y el cambio demográfico sobre la sociedad, la economía, las familias y las personas, lo que nos llevó a ponernos detrás de tu liderazgo en la creación de este proyecto apasionante.
Nos conocimos a finales de los 80, principios de los 90, y el motivo fue tu interés por el mundo de los mayores. Querías ir más allá del voluntariado (muy importante) y sobre todo del voluntarismo a la hora de afrontar profesionalmente una realidad que acabaría cambiando nuestra sociedad y la manera de vivir: riesgo de quiebra del sistema de pensiones, necesidad de desarrollar profesionalmente la atención a la dependencia, hacer entender que el sistema sanitario debía convertirse en sociosanitario y que el hospital de agudos, ya no sería más de agudos. Sería de crónicos. El envejecimiento de las plantillas en las empresas, la repercusión en la productividad y la competitividad, el dirigirnos hacia un continente europeo geriátrico, los cambios en la organización familiar, la adaptación de los servicios sanitarios, sociales y de todo tipo… Nos conocimos hablando de todos estos temas y muchos más relacionados. No sabes el dolor que me provoca que las proyecciones de esperanza de vida de las que habíamos hablado tantas veces, en tu caso no se hayan podido cumplir en sus máximos o más cerca de los mismos.
En Cataluña habíamos creado en el año 1986 el Programa “Vida als Anys” y ya entonces era evidente que desde el presupuesto público era absolutamente imposible financiar la inversión necesaria para afrontar debidamente la atención social y sanitaria a las personas mayores con profesionalidad, calidad y dignidad. Imposible afrontar el reto sin la colaboración entre el sector público y privado. Entonces era así, y ahora lo sigue siendo y todavía con más razón ya que la población envejece cada vez más y la situación de las finanzas públicas es de insuficiencia crónica.
Lo que ha cambiado es que ahora no se puede casi ni hablar de ello. El fanatismo irracional y la osadía que se deriva de la ignorancia camuflada de ideología de progreso, han conseguido demonizar el sector privado prestador de servicios sociales, sanitarios y sociosanitarios, hasta el extremo de fomentar el odio hacia lo privado, obviando que el éxito del sistema sanitario catalán se basó en el carácter mixto, público y privado del mismo. Un modelo de éxito que no se entendería sin los actores que lo hicieron posible: los públicos y los privados, ambos esenciales e igual de importantes.
Pero hoy lo que me motiva no es hablar de modelos de atención, ni de aspectos profesionales ni del efecto letal de la politiquería burda que tenemos que soportar día sí y día también, sobre los mismos. Me motiva destacar y reivindicar tu talante positivo, creativo, prepositivamente innovador y, sobre todo, sobre todo, conciliador y buscador infatigable de acuerdos y consensos para el beneficio de todos, de la sociedad. Una forma de ser y de actuar que la necesitamos más que nunca.
Nuestras discrepancias no eran menores. No compartíamos ni afinidades políticas ni visión de país. Nuestros mundos cotidianos eran bastante diferentes. Pero esto nunca fue obstáculo para que tú confiaras en mi trayectoria profesional y yo en tu liderazgo indiscutible. Un liderazgo tremendamente humano y basado en valores sólidos que permitía superar todas las diferencias que acababan siendo secundarias.
Recuerdo que un sábado del mes de diciembre de 1999, me citaste en tu despacho, me contaste una idea -que acabaría siendo con el tiempo “Edad y Vida”- y me pediste que asumiera la responsabilidad técnica antes de su existencia formal. Tu sonrisa cálida, tu mirada franca, tu bondad, tu delicadeza en el trato, tu refinada educación, tu determinación, tu constancia, tu no desfallecer a la hora de ir a “predicar” en campo propio y en campo contrario, incluso en campo hostil, todo ello hacía imposible no colaborar con tu ambicioso proyecto. ¿Cuántas veces al cabo de 5, de 10, de 15 años nos habíamos dicho el uno al otro: “¿Recuerdas la rareza que parecía la idea de juntar empresas de diferentes sectores, instituciones académicas y de investigación, y asociaciones de gente mayor, para poner en marcha un proyecto de mejora de la calidad de vida de los más mayores?”. Y la respuesta invariable: “¡Ostras, y tanto! ¡Si nos llegan a decir que estaríamos en el punto en el que estamos hoy, no nos lo habríamos creído!“.
Y si ahora estuvieras sería igual. Yo te diría: “Ostras, Higinio, ¿imaginas que cuando empezamos nos hubieran dicho que ‘Edad y Vida’ acabaría siendo referente en España en materia de envejecimiento y calidad de vida de las personas mayores?”. Y a continuación, cierro los ojos y veo lo que pasaría. Se te iluminaría la cara, te reirías con aquella risa tuya tan y tan especial, tus ojos azules brillarían y me dirías: “¡¡¡Ostras, y tanto!!! Parece mentira, ¿eh?”.
Y tú continuarías con tus ideas políticas diferentes de las mías, con muchos puntos de vista también diferentes y, seguiríamos colaborando sin problema. Porque la conexión era más profunda que todo eso, afortunadamente. Y si ahora digo que el 80% del mérito era tuyo (por lo menos), alguien pensará: “Claro, qué quieres que diga este ahora”. Pero tú y mucha gente que ha compartido tu proyecto que conseguiste que terminara siendo “el nuestro”, saben que esto es así. Albert Vergés, Ramón Guardia y tantos otros, dirían lo mismo. Porque también lo han vivido. Y no sabes la falta que nos hará esto ahora… Gracias a tu paciencia infinita, la ola peligrosa pasaba como si nada y seguíamos trabajando y sumando. Tú no estabas para crear problemas ni hacer grandes los problemas creados por otros. Estabas para sumar y aportar soluciones.
Pues sí, en esta sociedad líquida, en la que parece que todo valga, no sabes la falta que nos hace este talante tuyo. En este mundo extraño que dejas, parece que las personas hayamos olvidado lo que tú siempre tuviste claro: que ante todo somos personas. ¡¡¡Qué difícil pelearse contigo!!! ¡¡¡Qué fácil discrepar cordialmente!!! ¡¡¡Qué privilegio ser bien acogido desde la diferencia y poder hablar tranquilamente!!! Y luego seguir avanzando y trabajando y no deteniéndonos, porque lo que nos unía era sólido. Formaba parte de lo que hace que no perdamos la confianza en las personas y la esperanza en el futuro. Y esto no forma parte ni de la dimensión política, ni de los estilos de vida y de relación social. Forma parte de la naturaleza humana más profunda y auténtica.
Tu cabeza siempre hervía. De repente aparecías por el despacho, te sentabas y pedías opinión sobre esto o aquello. Tú ya tenías tus propias ideas, pero nos querías escuchar a todos nosotros, tus colaboradores. Después hacías lo que cualquier líder debe hacer, acabar decidiendo en la dirección que fuera. Y fuera cual fuera la decisión te asegurabas de que los posibles efectos no deseados fueran mínimos. Me llegaste a hacer dudar de aquella sentencia que dice que “no se puede hacer ninguna tortilla sin romper huevos”. Los rompías de maravilla. Y si alguna vez no quedábamos tan contentos, te las ingeniabas magistralmente para pasar página y seguir con la misma cordialidad, simpatía y optimismo de siempre.
En ocasiones tu afán por promover el asociacionismo en la búsqueda de soluciones a mil problemas, con el anhelo de hacer de contrapeso inteligente, razonable y educado, desde la sociedad, a determinadas iniciativas políticas, hacía que te miráramos y pensáramos y/o te dijéramos: “Higinio, ¿quieres decir…?”. Entonces lo dejabas de lado. Pero siempre volvías con un planteamiento renovado para conseguir tu objetivo. Eras incansable. No desfallecías nunca.
Eras la constancia personificada y tu persistencia era imbatible en una sociedad caracterizada crecientemente por la ideología de la caducidad permanente. En este mundo en el que todo se vive en pasado aunque acabe de pasar, en el que un terrible atentado deja de ser noticia por un golpe de Estado que a la vez deja de ser noticia por otro atentado, y así sucesivamente y de forma cada vez más rápida, ser capaz de mantener el rumbo y ser constante en los proyectos sin ceder a la presión de “la vida líquida” y de la superficialidad, tiene mucho mérito.
“Edad y Vida” nació con vocación de constancia y permanencia y aquí sigue, haciendo una función relevante impregnada de tus valores. Todos te lo debemos agradecer.
Estimado Higinio, de las personas tenemos una imagen, una idea, un sentimiento global. Y a menudo hay escenas que se quedan grabadas fotográficamente. Nos hemos pasado horas juntos, hemos compartido desayunos, comidas, cenas, horas de trabajo y espacios de descanso entre el trabajo. En este momento hay cuatro imágenes que me vienen a la cabeza.
Una, coincidiendo con una de las primeras veces que te vi. Estabas esperando en la entrada del entonces Departamento de Sanidad y Seguridad Social de la Generalitat. Sufriendo las consecuencias de un muy mal hábito que tienen muchos políticos: hacer esperar a la gente de forma desconsiderada. No es una exclusiva de los políticos tener visitas esperando de forma exagerada. Pero a menudo en los rectores de la cosa pública, hay una prepotencia más o menos larvada o explícita, menos presente en otros ámbitos. Como decir: “Comprenderás que soy muy importante y, por supuesto, si te concedo audiencia y por tanto tú optas al privilegio de que te reciba se da por supuesto que esperarás lo necesario contento y agradecido”. Se presupone que tu tiempo no tiene ningún valor…
Me detuve y, antes de seguir, debo mencionar en primer lugar el efecto balsámico y cálido de tu sonrisa inolvidable, que mitigó mi “incomodidad ajena”. A continuación te saludé, te expresé que sentía la espera a la que te sometía en aquel caso un compañero mío de equipo directivo, y tú con la educación y fair play que te caracterizaban le quitaste toda importancia. Eras todo un señor, a pesar de que lamentablemente esta expresión hoy muchos maleducados la encuentren rancia.
Recuerdo especialmente un viaje en coche a Valencia con motivo del I Congreso Internacional sobre Dependencia y Calidad de Vida de “Edad y Vida”. Recuerdo la larga y entrañable conversación que mantuvimos y que siguió en ratos perdidos y en el viaje de vuelta. Y que aún tuvo una réplica volando un día de Madrid hacia Barcelona. Muchas lecciones aprendidas. ¡Gracias!
Para acabar con los episodios de concreción de esta imagen y recuerdos globales imborrables, hago referencia a un paseo por los viñedos de Raimat con motivo de uno de los encuentros anuales que hacemos cada mes de septiembre en aquellas tierras. Lo que me contaste me impactó, me dijo mucho de ti y lo tengo grabado con los colores de un final de verano agradable. Ya no estás, pero lo llevo dentro.
Estimado amigo, gracias. Muchas gracias. Termino como he empezado: te echaremos mucho de menos. Nos has dejado demasiado pronto. En cuanto a “la edad” se nos ha hecho corto. Por lo que yo sé y la experiencia compartida contigo, “la vida” fue plena. ¡¡¡Donde quiera que estés te deseo lo mejor!!!
Brillant, Josep Maria. Hem perdut un home complet i valuós per a una societat que va molt mancada. És d’aquestes persones que passa per la vida dels altres i deixa petjada. Descansi en pau
Moltes gràcies Jaume. El trobarem a faltar
Impactat encara per la noticia del traspàs de l’Higini, llegeixo emocionat les teves paraules cap a ell.
Gràcies per voler compartir els teus sentiments en aquest dur moment. I gràcies també a ell per deixar-me compartir un breu trosset de la VIDA.
Moltes gràcies Josep. Jo crec que tots els que hem tingut la sort de compartir projectes amb l’Higini(i ja no et dic amistat) coincidm en valorar-lo de forma inmillorable i compartim la tristesa provocada per aquesta mort massa prematura. Per a mí, com escric en el post, el més destacable en la conjuntura que vivim, és la seva capacitat conciliadora i de construir consensos positius per a la col.lectivitat. I fer-ho des del perseguit i injustament vilependiat sector privat…
Molt sincer e intim, molt per aprendren. Gracies
Moltes gràcies Joan¡
L’Higini es mereixia unes paraules tan plenes de respecte i afecte com les teves Josep Maria. Si, s’ha anat massa aviat però ha deixat assenyalat un clar camí, camí que molts volem seguir per millorar la qualitat de vida dels més grans.
Gràcies per tot Juanjo i en especial perquè aquest camí que va convidar-nos a fer l’Higini, amb la dedicació que teniu molts de vosaltres a “Edad y Vida”, el podrem continuar amb èxit. I aquest és el millor homenatge que li podem retre.
Gràcies Josep Maria. Que maco el que dius.
Jo el vaig conèixer mes tard a l’Higini, pero vaig tenir la sort de compartir, com tu, moltes converses i situacions especials. Vaig tenir la gran fortuna de viure amb ell i amb tots els companys de Edad y Vida les llargues jornades a Raimat, on amb bona voluntat arreglàvem el mòn, i seguirem fent-ho. No es corrent trovar persones com ell, simpàtiques, positives, implicades, properes, que fan allò que diuen. A mi em queda un buit molt gran.El mòn no es el mateix sense ell.
Gràcies a tu Joaquim. Ben cert tot el que dius i venint de tu el valor és alt. Afortunadament a “Edad y Vida” hi ha molta qualitat humana. Aquests dies plens de records heu estat molts els que amb els vostres comentaris m’heu fet reviure escenes inoblidables amb l’Higini i amb tots vosaltres. Com deia en Pere Alsina, continuarem amb entusiasme i els bons records ompliran el buit que sentim ara. Però l’Higini era especial i el trobarem a faltar