En el post anterior (ver “Juegos de rol y autenticidad (o no)” del 2 de octubre de 2022) hablaba de la diferencia entre “ser” y “hacer”, entre “autenticidad” y dedicarse a los “juegos de rol”. Volvía a mencionar la cita de Howard Gardner, “una mala persona nunca llega a ser buen profesional”, y también la del doctor Ciril Rozman, “para ser un buen médico se debe ser una buena persona”.
Este post surge a partir de las jubilaciones de grandes profesionales y grandes personas que tuve la suerte de que formaran parte de mi equipo de trabajo hace más de treinta años, si lo cuento desde el principio. El pasado miércoles, día 28, Veva Barba, Anna Bosch, Montse Clèries y Cristina Mallol, quisieron compartir el final de su vida profesional con compañeros de las diferentes épocas vividas en lo que para mí fue el Departamento de Sanidad y Seguridad Social de la Generalitat de Catalunya y ahora es, desde hace años, el Departamento de Salud. Al día siguiente, el jueves día 29, Montserrat Dolz, también de ese mismo equipo, nos convocó, por la misma razón, a una parte de los mismos y a otros que compartimos con ella vida profesional.
Los dos días, en un extremo de la “Sala de palmeras”, donde tantas reuniones habíamos compartido y ahora era el escenario de las despedidas, había unos folios, unos cuadernos, para dejar constancia escrita de recuerdos, sentimientos, deseos, agradecimiento, a estas mujeres. De vez en cuando pensaba,”debería escribir algo”, pero dado como me sentía, no era capaz. Hace más de veintiocho años que dejé el Departamento de Sanidad y, durante este tiempo, no creo que haya vuelto a pisar el pabellón del Ave Maria, sede del Departamento, más de una decena de veces. El impacto de ver de repente tanta gente, tantos años después —a la mayoría no los había vuelto a ver o los había visto en contadas ocasiones—, el hecho de haberme sometido a un alud de recuerdos y sentimientos de golpe, unido al ruido, a la falta de intimidad necesaria cuando lo que quieres escribir va más allá de un formulismo convencional. No sé. La cosa quedó pendiente y me pongo a ello, sin demasiados filtros…
Las chicas, para mí de la Unidad de Registros y de la UGRI, nos obsequiaron con el “Informe breve Extra Anna, Cris, Montse y Veva se jubilan”. Entre otras cosas, en el mismo manifiestan: “(…) organizando sesiones monográficas, editando el Informal o haciendo celebraciones nos lo pasamos muy bien. Quisiéramos creer que, de alguna manera, contribuimos a mejorar la relación personal y profesional”.
No cabe duda que mejorasteis —y esto lo hago extensivo a Montse Dolz— la relación personal, el valor añadido profesional fue elevado y sois un ejemplo de lo que mencionaban Gardner y Rozman, en las frases citadas al principio. Mi recuerdo de todas vosotras —sabéis que no soy de hablar para quedar bien— es excepcional. En el caso de Veva y Montse Dolz, se añade una amistad mantenida fuera del trabajo y en otras colaboraciones profesionales, como es el caso de Montserrat en Gesaworld y de Veva en consultorías diferentes. Nunca olvidaré el trabajazo que hicisteis para organizar mi despedida del Servicio Catalán de la Salud, una explosión de creatividad y sentido del humor, imposible de olvidar. Rara vez me he emocionado tanto en entornos laborales. Combinasteis perfectamente la expresión de cariño y el cabreo —“quién te crees que eres tú para decidir que te largas”— de forma sarcástico-cariñosa. Vuestras jubilaciones han removido dentro mío un montón de recuerdos y de sentimientos. A final de cuentas, lo mejor que queda de aquel entonces – casi lo único, al menos para mí- son las personas que había detrás de los grandes profesionales del Área Sanitaria.
En el “Informe breve Extra Anna, Cris, Montse y Veva se jubilan”, hablando de los hitos que mencionan en los más de treinta y cinco años que estuvieron en el Departamento de Salud, citan las transferencias del Estado en materia de salud, la LOSC, la creación del Servicio Catalán de la Salud, el Plan de Salud, la XHUP, la XAP. Yo me fui hace veintiocho o veintinueve años del Servicio Catalán de la Salud y formé parte de todas estas iniciativas y de otras que apenas se han modificado, como la mayor parte de sistemas de pago a proveedores de salud. Mencionan también el nacimiento de la TSI —yo ya no estaba allí, pero sí cuando Toni Gratacós empezó a trabajar en la iniciativa— y el SISCAT, en cuya creación no participé, pero que no dejaba de ser una ampliación de la XHUP hospitalaria, al resto de recursos, ideada fundamentalmente por Lluís Bohigas en aquellos años iniciales. Con la diferencia de que el concepto “utilización pública” fue una necesidad derivada de la enriquecedora diversidad del sistema sanitario catalán, que si ya empezaba a mermar cuando se creó el SISCAT, se ha ido perdiendo sin cesar. Hablar de utilización pública servía para manifestar la voluntad de mantener el valor añadido derivado de la variedad de personalidades jurídicas de los proveedores de salud que, con total independencia de este hecho, eran de utilidad pública. Cuando nace el SISCAT, las ganas de contaminar el sistema con el peor concepto de lo público, ya sobrevolaba el ambiente. Hoy en día, esa estupidez, prácticamente se ha consumado.
Hace unos años, Helena Ris, buena amiga y compañera de ese gran equipo de profesionales de hace tres décadas, se extrañó, o no sé si incluso se molestó un poco, cuando le dije que, aunque pudiera parecer que habíamos hecho grandes cosas, que habíamos definido un modelo sanitario innovador y que esto era indiscutible, teníamos que ser prudentes a la hora de analizar lo que habíamos conseguido en términos de resultados. Algunas cosas se desarrollaron e implantaron, como la reforma de la atención primaria, de la que Helena Ris precisamente —con Montse Dolz en su equipo— fue protagonista destacada. Pero si innovar no es fácil, mantener, perfeccionar, adecuar las mejoras, requiere inteligencia, capacidad de trabajo y mucha energía. Y claridad de ideas por parte de los políticos y capacidad de liderar y entusiasmar a sus equipos, en torno a un proyecto bien definido, bien explicado y claro para todos, algo que con Xavier Trias al frente, resultaba fácil. Pero Trias, persona muy inteligente a la que hay que escuchar y saber interpretar y a veces “traducir”, cuando con su lenguaje decía con una sonrisa en la cara “hemos hecho un modelo un poco ‘caribeño’” o “a la gente le gusta que le visite un médico, no un equipo”, algunos se molestaban. Pero quienes tuvimos la suerte de hacer el “fellowship” con él, sabíamos lo que quería decir, y el tiempo le ha dado la razón.
Llegados a este punto, muchos vais a pensar que “me salgo por la tangente”. Pero no. Para nada. Como “hombre Trias” siempre me sentí afortunado por muchas razones. Confiaba en el equipo, dejaba hacer y no era sectario. Me dejó hacer, nos dejó hacer y Helena, Montse y todos los que se dedicaban a reformar la atención primaria de salud, pudieron concebir y desarrollar el modelo. Yo, como Xavier Trias, era de Convergència. Lo fui desde los orígenes de aquel partido hasta que desapareció y me siento muy orgulloso de ello. No era para nada evidente, que aquel modelo, de entrada, resultara “muy convergente”. Pero pasó a formar parte de la obra de gobierno del Muy Honorable Presidente Jordi Pujol, con el que también tuve el privilegio de poder trabajar. Una obra de gobierno ingente, impulsada por un hombre de una capacidad excepcional. Muchos haremos todo lo que podamos y más, para que la historia le sitúe en el lugar que le corresponde, que no es el que ocupa ahora mismo. Puede que nosotros no lo veamos, pero ese momento llegará. Se hará justicia, es decir, nada que tenga que ver con los altos tribunales españoles que juzgan a independentistas y nacionalistas como Pujol.
Nunca recibí ninguna consigna política sobre quién tenía que formar parte o no de mi equipo y nunca nombré a ningún responsable si su único mérito era militar en Convergència. En aquel momento, el del restablecimiento de la Generalitat, la mayor parte de las personas bien formadas en salud pública, sobre todo, y en menor medida —pero proporcionalmente también— en planificación y gestión sanitarias se movían entre el PSUC y el PSC. Pero no los teníamos en Convergència. Con el tiempo, muchos convergentes se fueron formando y bastantes militantes y/o simpatizantes de aquellas tendencias, terminaron en el entorno de Convergència, por convicción o por aquello de acercarse “al sol que más calienta”. En una de las mencionadas despedidas, no me pasó desapercibido uno de los máximos exponentes de este “camaleonismo”. Alguien que ha sobrevivido a los gobiernos de CiU, del Tripartido y de los últimos bipartidos, camuflando su ideología cuando le ha convenido, muy inteligentemente, con “barniz técnico”.
Lo mismo que he expuesto sobre la atención primaria, me sirve —sin entrar en la letra pequeña— para lo sociosanitario. Ciertamente, creamos el “Programa Vida als Anys”, y se ha acabado desarrollando una red sociosanitaria que, en este caso, no entró en conflicto con los postulados de Convergència. Sin embargo, el COVID puso de manifiesto unas carencias graves que a los que hace años que seguimos vinculados a este ámbito no nos sorprendieron. Quienes las descubrieron con el COVID, en especial las víctimas y sus familiares, todavía se echan las manos a la cabeza. Mención aparte para aquella parte más cutre del periodismo, que se dedicó a sacar partido, demagógicamente, de las carencias reales y de las que presentaban ellos como tales, sin serlo. Tampoco en este caso me extenderé en el análisis. Lo sintetizo diciendo que hasta que no se consiga la integración social y sanitaria, no hay motivos para ponerse muchas medallas en este sector. Por lo tanto, sí, fuimos, más que los inventores del modelo, unos buenos benchmarkers que implantamos aquí lo que ya funcionaba en el Reino Unido. Y en otros países. Pero nosotros nos inspiramos de lo que hacían los británicos. Y el árbol ha crecido mucho, pero ha crecido un poco torcido desde el principio.
La LOSC también fue obra nuestra. Más de un año dedicado a negociar ese proyecto de ley con todos los partidos políticos catalanes, colegios profesionales, patronales, sindicatos, tuvo como resultado el voto favorable en el Parlament de CiU, ICV-EUiA, PP, ERC y Grupo Mixto. Por eso, todavía está vigente con algunas —pocas— modificaciones hechas durante los treinta y dos años que han pasado desde su aprobación. Otra cosa es la interpretación tendenciosa y peor aplicación que se ha hecho de la misma.
Entre otras muchas cosas, conllevaba una separación de funciones de compra y provisión que no solo no se ha producido, sino que el sistema ha involucionado en relación a la concertación preexistente. La discrecionalidad política y los tejemanejes presupuestarias han desvirtuado los contratos, que no son más que una forma de maquillar asignaciones presupuestarias. En lugar de partir el monstruo que era el ICS en pequeños proveedores territoriales del propio ICS que actuaran en igualdad de condiciones con el resto, la citada idea retrógrada, perversa y populista de lo que se considera público ha consolidado el rígido modelo burocrático del ICS, hasta contaminar el resto del sistema con este “antimodelo”. Exactamente lo contrario de lo que pretendíamos los responsables de la sanidad catalana en aquel momento.
Cuando bastantes años después, en el 2011, acepté la presidencia del Parc de Salut Mar, no podía creer el destrozo que me encontré, pensando en términos de modelo sanitario catalán. Acordé con el consejero Boi Ruiz que en el Consejo Rector no se sentaría nadie que tuviera ninguna vinculación con la Generalitat (separación real de funciones en la gobernanza) y con Olga Pané y todo el equipo directivo y la mayor parte de profesionales y del comité de empresa remando en la misma dirección, demostramos que el modelo sanitario catalán, no solo era posible aplicarlo, sino que permitía obtener buenos resultados. Lo hicimos con la Generalitat formalmente a favor, pero en la práctica… Presidencia, en especial función pública, llevaba años trabajando por un SISCAT a imagen y semejanza de la peor administración española. Lo mismo Economía, sobre todo Intervención General —sin olvidar las fuertes discusiones con el consejero de Economía y su secretario general—. Salud ya hacía tiempo que había claudicado también. No tanto el consejero como alguno de sus colaboradores más directos. La Sindicatura de Cuentas ya podéis imaginar. La agresividad de determinados sindicatos, partidos políticos y Media contra el modelo sanitario catalán era indescriptible.
El “sottogoverno” hacía años que se estaba aplicando a ir “cepillando”, modalidad Alfonso Guerra, el despliegue y la interpretación de la LOSC, de modo que gestionar de forma profesional y eficiente, te podía acabar llevando ante el Tribunal de Cuentas, o más allá. Y eso es lo que sucedió. Pero el Tribunal de Cuentas nos “absolvió”. Allí donde los “nuestros” veían irregularidades contables, cuando no indicios de delito, “los otros” no las vieron.
Entre todos hicieron posible que las actuaciones de la Oficina Antifraude, pese a no haber podido encontrar nunca irregularidad alguna, le permitiera decir a su director, el juez Daniel de Alfonso, al ministro del Interior Jorge Fernández Díaz “nos hemos cargado la sanidad de Catalunya”. Cierto. Y él ya trató de contribuir para que así fuera, ya. Pero “los nuestros” hicieron mucho más que él. El destrozo del modelo sanitario catalán, fundamentalmente, es el resultado de la falta de coraje político de quienes tenían la responsabilidad de hacerlo realidad. Todos los destroyers que he mencionado, tuvieron —y tienen todavía hoy— más que suficiente con, simplemente, aplicar la máxima de José María Aznar: “Antes se fracturaría Cataluña que se rompería España”. Cambiad Catalunya por modelo sanitario catalán y España por burocracia mecánica “tayloriana” del siglo XIX y ya lo tenéis.
Plan de Salud. Costó hacer entender que una empresa dedicada a “producir” atención y cuidados tenía que especificar en los contratos “qué” vendía, más allá de conceptos como primeras visitas, sucesivas, número de intervenciones, de atenciones en urgencias, de sesiones de rehabilitación o de visitas en primaria. Y que esto solo podía derivar de unos objetivos de salud. No podíamos seguir siendo una empresa que asignara la mayor parte del presupuesto de la Generalitat, sin tener un plan estratégico y planes operativos que permitieran saber qué necesitábamos comprar y qué no y a qué precio. El discurso era brillante y gustaba. Y el Plan de Salud nos quedó bien, incluso vinieron los de la OMS a felicitarnos. Ahora bien, lo que es aplicarlo, en la atención primaria bastante, pero en otros ámbitos, más allá de los clásicos programas de prevención y promoción de la salud de siempre…
Una vez Vicens Ortún, después de escuchar una exposición mía, vino a felicitarme por haber dicho: “Hemos hablado tanto de reforma sanitaria y de modelo innovador que de tanto hablar, nos hemos creído que lo hemos hecho. Y lo hemos ideado, pero no lo hemos aplicado”. Y nunca he dejado de pensar que así fue, ha continuado siendo y es, y nunca me he sentido del todo satisfecho cuando recuerdo esa etapa de mi vida profesional. Tengo un gran recuerdo del año 1990, que lo dediqué entero, minuto a minuto, a negociar la LOSC con todos los stakeholders implicados y más (¡el talante negociador de Xavier Trias hizo que, salvo con el portero de mi casa, la negociara con todo el mundo!). Por lo demás, lo que me queda, señoras que os habéis jubilado y todo el mundo, jubilado o no, del equipo del área sanitaria, es un gran recuerdo personal y profesional, mucho cariño para todas vosotras y multitud de amistades que han perdurado a lo largo del tiempo.
Anna, Cris, Montse y Veva, en el citado “Informe breve Extra Anna, Cris, Montse y Veva se jubilan” hacéis una lista de los nombres usados a lo largo del tiempo para designar vuestro equipo de trabajo. Para mí —disculpad el reduccionismo que, sin duda, no os hace justicia— seréis las del CMBD. Datos, registros varios, sistemas de información, lo que queráis. Pero lo que monopoliza mi recuerdo es el CMBD. Por cierto, me hizo ilusión, el día de vuestra despedida, ver a Montse Bustins, de vuestra peña, que diría no había vuelto a ver desde que me fui.
Si os digo que el CMBD está relacionado con mi dimisión como director de, como decía Trias, “la parte asistencial” del SCS en 1994 e, incluso, con que se frenara mi nombramiento como consejero de Sanidad en 1996, ¡no os lo toméis a pecho, por favor!
Tenía claro que necesitábamos el CMBD para trasladar algún derivado a los contratos con los proveedores. No recuerdo si lo gestionaba el gabinete técnico o Salud Pública, o quién… El responsable era Oriol Ramis, gran profesional y excelente persona, a quien siempre he respetado mucho. ¡Pero yo sentí que necesitaba tener ese instrumento para hacer una explotación diferente a la que se hacía y reconozco que quizá estuve demasiado “expeditivo” para conseguirlo!
El CMBD, junto con los objetivos del Plan de Salud, en la medida en que se incorporaran a los contratos, nos hubieran permitido introducir elementos de salud en la asignación presupuestaria tradicional. Ya sabéis cómo iba la cosa: coge el cierre del año anterior como base, añádele la discrecionalidad multifactorial que sea precisa, negócialo con los pesos pesados del sistema, y ya lo tienes.
Teniendo en cuenta que la discrecionalidad permite hacer y deshacer a quien asigna el presupuesto sin mucho más, en la medida en que añadas información sobre el producto que vendes, disminuyes el margen para esta discrecionalidad. O al menos dificultas que el presupuesto de los centros acabe siendo el resultado casi exclusivo de la negociación entre comprador y vendedor sobre una base estrictamente económica. Ciertamente, la introducción de parámetros del tipo, por ejemplo, IRE, IRR supuso un cierto obstáculo de entrada. Pero la realidad nos demostró que, al final, “también eran interpretables y negociables”. Quiero decir que seguramente, ni operativizándolo en la contratación, el CMBD hubiera evitado lo inevitable. Pero yo quería intentarlo. No lo conseguí. El poder lo tenía quien controlaba la gestión presupuestaria y la asignación del presupuesto, e introducir demasiadas variables de salud/servicios incomodaba.
El Plan de Salud era todavía un producto que necesitaba madurar para poder plasmarse en los contratos hospitalarios. De hecho, empezamos por la atención primaria. Esto inquietaba menos. Eran peanuts, “cuatro duros”. En cambio, el CMBD podía dar elementos de introducción más rápida en los contratos con hospitales. Y aquí… “con la Iglesia hemos topado”. Y un servidor decidió dimitir, dominado por la sensación de que todo el esfuerzo realizado en la conceptualización del modelo sanitario catalán, a la hora de aplicarlo, no contaba con el consenso que tuvo a la hora de idearlo. La explicación fácil era una lucha de poder o un choque de trenes. Pero en mi fuero interno, estaba seguro que lo que teníamos en la cabeza nunca se iba a aplicar. Y así ha sido. Con un 10% de vuestro rigor profesional a la hora de trabajar todo lo que rodea a los datos, yo me habría dado por satisfecho. Pero el mismo poder político que ha incorporado la palabra “transparencia” en su bla, bla, bla, habitual, no suele operar sobre la base de datos técnicos bien trabajados. Normalmente no se utilizan o simplemente se manipulan. ¿Qué os tengo que explicar?
Aparte de los “compradores/asignadores de presupuesto”, estaban también los “vendedores”, que se agrupaban en patronales. Esperança Martí (que en paz descanse), el día que en una reunión con patronales expuse la idea de introducir parámetros de salud/servicios en los contratos y de tratar de cruzar resultados de explotaciones del CMBD con los datos de la Central de Resultados, decidió que yo era un elemento peligroso. Peligroso para el sistema, pero, sobre todo, para los intereses de la Fundació Puigvert, centro de nivel 3 (así se llamaba entonces), de alta tecnología…
Esperança presumía de haber frenado mi nombramiento como consejero de Sanidad en 1996. Teniendo en cuenta que lo contaba a diestro y siniestro, ni desvelo ningún secreto ni traiciono la memoria de nadie, y todo esto viene a cuento. Ya veréis.
No hace falta haber sido secretario del Govern de la Generalitat para saber, al menos intuir, que los elementos que intervienen en los nombramientos suelen ser múltiples y diversos. Pero si has ocupado este cargo y has vivido cambios de consejeros y de gobiernos enteros, tienes algunos elementos objetivos sobre cómo funciona esto. Antes de la existencia de los móviles, alguien no formó parte de un gobierno porque cuando le llamaron a casa no lo encontraron. Había prisa y se pasó al siguiente de la lista. Del mismo modo que ha habido algún ministro nombrado por error. El nombre y el primer apellido eran iguales, pero el segundo no… Cuando sabes cómo han sucedido los hechos en la realidad y después escuchas ciertas versiones enrevesadas de “analistas políticos, tertulianos y estrategas varios”, te lo quedas para ti, pero no puedes evitar sonreírte para tus adentros…
En mi caso, la llamada de Esperança Martí al presidente Pujol expresando preocupación por mi eventual nombramiento, se produjo. Pero no fue elemento determinante. En ese momento me supo mal perder la oportunidad de hacer lo que creía que el sucesor de Xavier Trias tenía que hacer. Pero me equivocaba yo y se habría equivocado el presidente nombrándome. Desde entonces, he tenido la oportunidad de comentarlo con él varias veces y explicarle por qué lo veía así. Al principio creyó que se lo decía con tono sarcástico e incluso se molestó la primera vez. Pero cuando le puse un ejemplo concreto, muy concreto, sobre la decisión que habría tomado en el minuto cero de tener firma, creo que el hombre me entendió…
Bueno, Anna, Cris, Montse, Veva, ya veis lo que dio de sí el CMBD. Montse Dolz, no quiero quitarte protagonismo. Pero los de primaria, que hicisteis un trabajo excelente, no tuvisteis “una bomba atómica” de estas características en vuestras manos. Ya sabéis, ¡el poder —el presupuesto— era de los hospitales y el CMBD, en aquellos años, iba de pacientes hospitalizados!
Esto es lo que ha surgido de vuestra jubilación -el primer sorprendido soy yo- y, repitiéndome un poco, siento no haber podido conseguir que vuestra profesionalidad, vuestra capacidad, como la de la mayor parte de compañeros de nuestre equipo, no tuviera una traducción mayor a la hora de poner en marcha lo que habíamos concebido entre todos.
Es normal que el recuerdo personal y la amistad con algunas de vosotras y con otros colegas, me haya dejado mejor sabor de boca que mis
resultados -no los vuestros- profesionales, en aquella etapa. Afortunadamente, mi vida profesional, en su conjunto, ha sido muy satisfactoria. He disfrutado mucho trabajando y, todavía más, redefiniendo, en estos últimos años, la forma de trabajar, compaginándola con la posibilidad de disfrutar de las Terres de l’Ebre y las escapadas a Barcelona para ver a mis nietos, família y amigos, y a mis clientes.
¡Os deseo de todo corazón, que disfrutéis mucho de esta nueva y merecida etapa de vuestras vidas!
Certament Josep Mª no hi ha una etapa en el Departament de Salut tan fructífera com la que recordes. Segur que l’època que ens va tocar , en el meu cas compartir amb vosaltres, ens va ajudar. Subscric el que dius, però hi afegiria que, en uns anys on internet no existia, la comunicació entre els serveis departamentals i el Catsalut ( llavors Servei Catalá de la Salut) assolia unes cotes de efectivitat altíssimes i els que treballavem a la “periferia” ens sentiem escoltats, acompanyats i particieps del que es construia. Potser pèr això es van assolir cotes altes de complicitat entre gent de idees i visions de la societat i el mon ben diferents. Vareu fer un gran equip del que en varen sortir grans transformacions.
Moltes gràcies Olga. Estic totalment d’acord amb tu. VÀREM fer un gran equip! Tu saps, en primera persona com hem treballat de bé, tenint, més que idees i visions gaire diferents, jo diria concrecions plurals pel que fa als actors polítics. Per a mi, tu ets de l’equip. Vaig treballar amb tu llavors i vaig repetir al aleshores CHC i al PSMar. Sense grans professionals com tu, com vosaltres, ni disseny haguéssim fet. Per cert, així com de la meva època SCS no em sento satisfet en termes de resultats, del PSMar, sí.
Per a mi va ser l’oportunitat de, amb tu i l’equip, demostrar que el model era possible de fer. I això malgrat l’oposició “urbi et orbe” que vàrem tenir! Gràcies a tu també, per tot.
No em vaig enfadar perquè em diguessis que, a més del disseny, calia tenir en compte els resultats, que consti! És evident que és, quasi dolorós, veure com ho tenim tot. La contractació de serveis, que distingia el nostre model, la part variable dels contractes d’hospital partint d’objectius de salut congelada fa 25 anys, la laminació progressiva i constant de l’autonomia d’empreses públiques i consorcis… És que semblava que no havia valgut la pena el disseny! I això sí que no. Ens ho vàrem passar tan bé, que només per això ja va valdre la pena.
Gràcies Helena. Com bé dius, només per el que vàrem arribar a gaudir, va valdre la pena. I que hagi quedat una amistat que encara dura ja…
A banda, éreu tots (bé el 99% 😊) molt bons professionalment!!! Per la resta… ja ho he reflectit en el post!
Bs Josep Maria
Des de la distància vaig poder compartir amb totes elles i aprendre molt en un moment de transició i complementarietat amb la gestió. Malauradament es cert que poc a poc s’han anat empetitint i amb varen deixar descol.lcat.
Gràcies Jordi. Tu sempre vares estar per allà, més lluny o més a prop, i sé que molta de la feina de les “jubilades”, et va servir. Bons records també de les consultories a Costa Rica i altres països!
Val la pena esmentar que, en l’acomiadament de la Montse Dolz, en Xavier Trias va venir! Ho trobem tan normal, que ja no ho destaquem. No ho he destacat, per ser precís. EL NOSTRE “JEFE” SEMPRE AMB NOSALTRES! Vàrem tenir molta sort!!!