Tras cuatro años en la presidencia del Parc de Salut Mar de Barcelona (PSMAR), me ha parecido oportuno hacer balance coincidiendo con el final de etapa del Consejo Rector que he presidido durante este tiempo.
Lamento decepcionar a los seguidores del blog que habéis apreciado los últimos posts más literarios. No os preocupéis. Este es el primero de dos posts, el segundo tendrá más que ver con la experiencia humana que ha supuesto para mí formar parte del PSMAR y las emociones vividas. Pero antes, es de justicia hacer balance. Balance objetivo, contrastado y contrastable, añadiendo puntos de vista no hace falta decir que opinables. Dejo claro que el análisis es personal y que no implica necesariamente a quienes han sido mis compañeros en el Consejo Rector.
El PSMAR es un ente de titularidad pública, el 60% de la titularidad del Consorcio que lo gobierna le corresponde a la Generalitat y el 40% al Ayuntamiento de Barcelona. Nos financiamos con fondos públicos, prestamos un servicio público gratuito y universal, y hemos gestionado aquello que es público como una empresa, con los instrumentos propios de la empresa privada. Gracias a esto podemos presentar un balance positivo después de cuatro años fuertemente marcados por los recortes.
En este instante, cuando me disponía a escribir que hemos tenido que trabajar en un entorno en el que la acusación de privatización de la sanidad ha sido una constante, me entero de la muerte del niño afectado por difteria. ¡Más allá de la tristeza que me provoca la noticia, me siento dominado por la indignación y lo primero que se me pasa por la cabeza son los “progresistas bolivarianos” y los anti-vacunas con la monja Forcades al frente. Me avergüenza que Cataluña sea el primer país al norte de África en el que aparece un caso de difteria (con resultado de muerte) en 30 años! Este es el resultado de negar la evidencia en nombre del dogmatismo ideológico. La evidencia científica y la evidencia empírica de un niño que ha fallecido.
Lo mismo que sucede con las vacunas, sucede con las acusaciones de privatización de la sanidad proclamadas desde el mismo sectarismo ideológico y desde la demagogia que nace de la rabia, el odio y el espíritu de venganza. En nombre de una falsa superioridad moral se miente o cuando menos se falsea la realidad con total desvergüenza. La misma ligereza lleva a afirmar, por ejemplo, que el resultado de la suma de dos entidades públicas de Lleida (un consorcio público y el ICS) es un ente privado. Este tipo de afirmaciones sólo pueden hacerse desde la ignorancia o desde la mala fe. A nadie debe extrañarle que, en este clima falto de seriedad y rigurosidad, muchos de los que hemos dedicado años de nuestra vida a la defensa de la sanidad pública, digamos que basta ya.
Pero, como se atrapa antes a un mentiroso que a un cojo y el tiempo pone las cosas en su sitio: invito a cualquiera de quienes afirman que la sanidad pública se está privatizando a poner un solo ejemplo, uno solo, en el que una institución sanitaria pública se haya transformado en privada. No hay ninguno. El ejemplo ya gastado del Hospital del Sagrat Cor, no es tal porque pertenecía, desde hacer muchos años, a una mutua privada, la Alianza. Por tanto, no se ha privatizado nada, la Quinta de Salud La Alianza era una entidad privada a la que antes, como ahora, se derivaban pacientes del sistema público.
Lo que sí es una verdad contrastable es que en el entorno del PSMAR, había una empresa de capital mixto público privado, creada por el Ayuntamiento de Barcelona en el año 1.995, que durante nuestro mandato ha pasado a ser 100% pública. Mira por dónde, un ejemplo real de “publificación” en un contexto de supuestas privatizaciones inexistentes.
En los últimos años, un caso aislado de presunta corrupción se ha utilizado para proyectar una imagen de sospecha generalizada sobre el sistema sanitario concertado, incluidas las empresas públicas y los consorcios sanitarios. Este hecho se ha mezclado con un discurso conforme al cual, todo aquello que no se adecue al modelo administrativo del ICS, tiende a la privatización, y se ha promovido la idea de que la gestión empresarial de lo público pretende la privatización, que se asocia directamente a la corrupción. Todo ello sin evidencia empírica alguna, y como ha sucedido con las vacunas, los datos existentes (ver post de 18/12/2012 “La evidencia del modelo de gestión empresarial”) que demuestran que cuanto más lejos del modelo administrativo de gestión sanitaria ICS más eficiencia, se han ignorado. Si se quiere ser fiel a la realidad contrastada, hay que admitir que, en términos generales, los consorcios sanitarios son más eficientes que el ICS y los centros privados sin ánimo de lucro de la red sanitaria de utilización pública, lo son más que los consorcios.
Los altos funcionarios, desde posiciones corporativas, han favorecido este discurso y el resultado ha sido un Govern de la Generalitat pinzado entre un Parlament, que no ha hecho más que incrementar la producción normativa administrativista, tan cara como estéril, y unos burócratas que, obsesionados como lo están por controlar los procedimientos, en lugar de estarlo por la evaluación de los resultados, han conseguido disminuir drásticamente el espacio para la gestión empresarial. La única que, como se ha demostrado en el caso del PSMAR, ha permitido soportar los recortes incrementando la eficiencia, la productividad y la calidad. Porque, más allá de los buenos resultados económicos, cuando se reducen los tiempos de espera entre el diagnóstico y el tratamiento para todos los tipos de cáncer más prevalentes, tanto en hombres como en mujeres, como se ha hecho durante estos años en el PSMAR a pesar de los obstáculos crecientes que han puesto todos estos personajes, esto indica una mejora de la calidad además de la productividad.
Cuando llegamos al PSMAR en el año 2011 nos encontramos con una deuda de 66,7 millones de euros responsabilidad del Govern tripartito. Durante estos años de restricciones presupuestarias hemos conseguido que la Generalitat adoptara un Acuerdo de Govern en 2012 y otro en 2014 para el retorno de la deuda, que ya es efectivo. De igual forma, en la última reunión del mencionado Govern, en diciembre de 2010, se acordó -¡en mala hora!- detener las obras de ampliación del Hospital del Mar. En la misma sesión se aprobó la partida necesaria para finalizar obras hospitalarias tan desmesuradas como innecesarias. Esta decisión condicionaba dramáticamente el futuro del hospital y provocaba situaciones como la del servicio de urgencias, que no merece otro calificativo que el de indigno. Únicamente la profesionalidad y el compromiso del personal con la atención a los ciudadanos -y la paciencia y la resignación de éstos- han permitido trampear -peor que mejor- la situación.
Consejo Rector, directivos y profesionales cohesionados y unidos, conseguimos que el Ayuntamiento de Barcelona, con el alcalde Trias al frente, aprobara por unanimidad de todos los grupos municipales, la inversión necesaria para retomar las obras que están nuevamente en marcha desde el día 4 de mayo de este año. Si bien es cierto que esta financiación le correspondía asumirla a la Generalitat, cabe precisar que la titularidad patrimonial del Hospital del Mar corresponde al Ayuntamiento de Barcelona. Por este motivo, estoy convencido de que el nuevo gobierno de la ciudad, caracterizado por la sensibilidad social, priorizará -como hicieron sus predecesores- las necesidades sanitarias de los vecinos de Ciutat Vella y de Sant Martí y por lo tanto la inversión -totalmente indispensable- que permitirá financiar las sucesivas fases de las obras del Hospital del Mar. Esto permitirá que todos los servicios ubicados en el Hospital de la Esperanza se trasladen donde deben estar, que es en el Hospital del Mar, en beneficio de los vecinos de los barrios más desfavorecidos de Barcelona.
En fin, durante estos años de crisis, la deuda del PSMAR se ha reducido a la mitad y, a pesar de la decisión más dolorosa que debimos tomar, la realización de un expediente de regulación de empleo para hacer frente a los recortes, se pudo firmar un nuevo convenio colectivo con los representantes de los trabajadores, y todo en un clima de paz social. Sin la responsabilidad y altura de miras del comité de empresa, ni esto, ni muchas otras medidas consensuadas con los profesionales, hubieran sido posibles.
En estos años hemos visto cómo el presupuesto del año 2010 se ha reducido en un 10%, esto es, en 30 millones de euros. Que esto no haya sido un impedimento para continuar prestando el servicio con normalidad, se debe gracias a que hemos podido gestionar este dispositivo público con los instrumentos propios de la empresa privada y con autonomía de gestión. Y gracias a que unos profesionales que han visto afectadas sus retribuciones y que han sufrido estoicamente la situación, han seguido tratando maravillosamente a los pacientes y nunca han perdido la sonrisa, ni han exteriorizado su legítimo malestar con los pacientes. La procesión iba por dentro pero el comportamiento -y el sacrificio- han sido encomiables. Es preciso decir, no obstante, con toda rotundidad -y así lo hice, incluso, cuando el President de la Generalitat nos visitó con motivo del centenario- que no se les puede pedir más sacrificio en este sentido. El voluntarismo tiene límite.
Alguien ha pretendido que la renuncia de la totalidad de los miembros del Consejo Rector del PSMAR tiene relación con el cambio de gobierno municipal en Barcelona. En el caso de los representantes del Ayuntamiento en el Consejo Rector, queda claro que esto es así por definición. Ahora bien, en el caso de los representantes de la Generalitat, no lo es. Imagino que esta conclusión tiene relación con una afirmación que escribí en la intranet del PSMAR, que literalmente decía: “La renovación de los representantes del Ayuntamiento de Barcelona coincidiendo con este ‘final de curso’ y también el hecho que la reanudación normal de la actividad después de las vacaciones coincidirá con la campaña electoral de las elecciones plebiscitarias, nos sitúan de lleno en una nueva etapa”. Pero no es necesario ir demasiado lejos, la realidad es más sencilla y no es ajena a todo lo que he ido desgranando en los párrafos anteriores.
Durante estos cuatro años y pocos meses, los representantes de la Generalitat en el Consejo Rector, además de yo mismo, han sido: Oriol Amat (cuando se incorporó en la CNMV fue sustituido por Juan José López-Burniol), Jaume Aubia, Jordi Mercader, Manel Rosell i Anna Veiga, todos ellos independientes y sin vinculación laboral con el sector público y esto les ha permitido decidir pensando exclusivamente en lo que era mejor para el PSMAR. A todos ellos les agradezco las horas dedicadas de forma altruista al gobierno de esta institución sanitaria en estos años tan difíciles. Los representantes del Ayuntamiento de Barcelona (era a ellos a los que me refería en mi escrito, sólo a ellos, y no a los electos municipales como alguien ha pretendido) han sido: Cristina Iniesta, Assumpta Escarp, Àngels Esteller, Sara Jaurrieta, Ramon Massaguer, Ángel Miret, Belén Pajares e Isabel Ribas, a quienes agradezco igualmente la valiosa dedicación que han prestado a la Institución. Con todas y con todos, hemos trabajado en equipo, con lealtad a las instituciones que nos han designado y haciendo piña alrededor de un único objetivo: buscar lo mejor para el PSMAR.
Iniciamos esta etapa al amparo de la ley 7/2011 de 27 de julio de medidas fiscales y financieras que nos permitía gobernar y gestionar en régimen de autonomía de gestión. En este régimen y con los perfiles de alto nivel de los miembros del Consejo Rector, se ha podido conseguir unos resultados inimaginables vista la herencia recibida y las dificultades de estos años. Mucho antes de que hubiera cambio político en el Ayuntamiento de Barcelona, en un clima social y político tenso y difícil, el Parlament creyó que acabaría con la corrupción y la supuesta (que no real) privatización del sistema sanitario a base de equiparar ámbito público con estructura administrativa funcionarial. Al mismo tiempo, los Departamentos de Salud y Economía de la Generalitat, atrapados entre el pensamiento predominante entre los parlamentarios y el corporativismo de los altos funcionarios de la Generalitat, han potenciado este despropósito. El resultado ha sido la transformación de la gestión profesional en una gincana destinada a estamparse contra la administración burocrática del sistema. Mi vaticinio es que esta forma de hacer provocará la involución del sistema de salud pública, el incremento del déficit, el incremento de las listas de espera y la pérdida de calidad asistencial. El riesgo de volver a un sistema a dos velocidades es elevado: la beneficencia para los más desfavorecidos y el crecimiento del aseguramiento y de la prestación privada para todos aquellos que, incluso haciendo un sacrificio, se lo puedan pagar.
Este modelo no lo veo compatible con perfiles como los nuestros, ni como el de tantos otros miembros de órganos de gobierno de empresas públicas y consorcios que han colaborado en los últimos años en la gobernanza del sistema. Si a esto se añade (1) que los logros más importantes se han alcanzado y la delicada situación económica que nos encontramos la hemos podido revertir a pesar de las dificultades crecientes impuestas por la Administración, (2) que nuestra renuncia coincide con la aprobación de las cuentas del ejercicio 2014 quedándose la Institución muy saneada, (3) que el ejercicio 2015 tampoco lo hubiésemos completado al terminar nuestro mandato con las elecciones del 27S (estamos hablando, como mucho, de dos meses reales dado el paréntesis estival) y que (4) sí, es cierto que los representantes del Ayuntamiento en el Consejo Rector han finalizado su mandato; el conjunto de estos hechos nos han llevado a considerar que el momento era el adecuado para dar por terminado también nuestro mandato.
No nos identificamos ni con la mala fe de quienes mienten, ni con el estilo hippie, happy flower de quienes, con buena intención, confunden sistema sanitario público con modelo administrativo burocrático. Algunos lo encontramos anacrónico. Un bla, bla, bla, que ya hace años (no ahora con el nuevo gobierno municipal) se ha empezado a construir y que no tiene nada que ver con lo que representamos nosotros. Por tanto, es más lógico dejar paso a nuevos consejeros que tengan la oportunidad de comprobar desde la práctica -no desde el discurso- la obsolescencia de lo que propugnan. Cuando a menudo, se acusa a la gente de aferrarse a la silla y no dimitir, parece que se debería valorar la renuncia por discrepancia con la ola que se nos viene encima. ¿O es que resulta más coherente continuar cuando no se está de acuerdo con las reglas del juego que te imponen? Nuestra posición o bien es minoritaria o si no lo es, como si lo fuera, porque si aquellos que la comparten callan por falta de coraje, el resultado es el mismo: sólo se escuchan las voces de quienes más gritan con independencia del rigor de sus puntos de vista.
Entiendo y respeto a quienes de buena fe discrepan de esta visión y no entendería que nuestra decisión no mereciera el mismo respeto por parte de quienes, de nuevo, de buena fe, no la compartan. No es necesario que nadie se esfuerce en buscarle tres pies al gato. Simplemente se trata de ser tolerantes con la discrepancia y respetar los puntos de vista no coincidentes.
Gràcies Josep Maria per la teva tasca i dedicació admirables, agraïment que vull fer extensiu, seguint l’exemple del teu escrit, als membres del Consell Rector i a tots els treballadors del PSMar.
En un context que no afavoria reeixir, heu aconseguit, no únicament mantenir el vaixell a flot, sinó també fer-lo avançar en la direcció favorable. Em consta. És realment meritori.
Entenc la teva decisió i crec que se’t trobarà a faltar.
T’ho vaig dir en “petit comité” ara ho vull fer públicament: pots estar satisfet de la feina duta a terme, pots sentir-te orgullós.
Moltíssimes gràcies Guillermo!!!
Josep Maria: no cal allargar-se amb frases que complementin el que tan clarament has exposat. Comparteixo al 100% el que denuncies. M’ha agradat molt lo del hippie, happy, flowers, que si m’ho permets penso utilitzar en alguna ocasió que s’escaigui.
Tanmateix si que he de lamentar que gent tan vàlida tireu la tovallola. Éreu un consell rector en el que s’hi emmirallava molta gent, i per tant model per molts altres consorcis que haurien seguit el camí. Ara, amb el vostre gest, em temo que novament els funcionaris alts i no tan alts, tornaran a veure els consorcis com les plataformes on poder exercir allò que sempre han somiat: convertir-se en protagonistes directes del “No se puede”.
Respecte als del “Si se puede”, només veient com van les coses, potser millor que no hi sigueu. Massa sovint us hauríeu vist obligats a col·locar familiars de directius polítics a l’Hospital.
En fi…em sap greu que un model d’èxit com el que estàveu posant en pràctica, no tingui continuïtat. Era la última esperança de que els consorcis fossin quelcom més eficient que l’ICS.
Confio que algun dia, no massa llunyà, la sanitat pública catalana pugui comptar de nou amb la vostra col·laboració.
Moltes gràcies Ricard!!!
Gràcies, Josep Maria, per aquest article. Obligada la seva lectura per a tots els que treballem i defensem el nostre sistema sanitari i la seva viabilitat. Sembla que no siguin temps per a la racionalitat, la crisi probablement ens hi ha abocat i l’absència frívola de memòria ens ha abocat a que el populisme i la demagògia dominin el debat. Haurem d’esperar que la gent albiri l’abisme perquè reaccioni davant el desconcert. El lamentable cas del nen mort per diftèria pot esdevenir un primer exemple de la necessitat de reconstruir consensos i generar confiança
Gràcies pel comentari Jaume. El cas del nen mort per diftèria, per a mi és un trist i dramàtic símbol de que la reacció social al patiment provocat per la crisi, a les desigualtats i a la corrupció, ha estat capitalitzat per gent sense escrúpols a l’hora de desinformar i manipular. Els que afavoreixen que els pares prenguin decisions com les de no vacunar, coincideixen en gran part amb els que menteixen impunement a l’hora de presentar el sistema sanitari públic com una joguina en mans del “capitalisme salvatge” i com un niu de corrupció. La seva irresponsabilitat farà més mal a la societat que els excessos comesos pel règim del 78, que no han estat pocs. La solució però, no està a l’altre extrem del pèndol. Des de l’odi no es pot construir rés de bo. L’odi cap a la industria farmacéutica pot tenir efectes literalment mortals. A més a més, impedeix el debat racional sobre el que fan malament i haurien de corregir aquestes empreses, amb la qual cosa no avancem.
Aprofito per felicitar-te per la reacció del Col.legi de Metges front aquells que fomenten que no es vacuni. Que curiós que els que s’emplenen la boca de paraules com “solidaritat” i “be comu”, no vegin que en el cas de moltes vacunes, la decisió de no aplicar-les als fills pot comportar un problema de salut pública per a la comunitat.
Josep María, moltes gracies pel teu article. Estic al 200% d acord amb la totalitat dels teus posicionaments en vers la situació actual no nomes del teu hospital sinó de la visió present de la sanitat publica i al mantra continu de la famosa privatització. Evidentment no conec els detalls del PSMar pero coneguént el teu compromís professional no dubto gens ni mica de totes les teves afirmacions en relació a la situació actual i la les teves motivacions per la decisió presa. Es un ens que, per motius familiars e històrics, li tinc un gran afecte perquè va intervenir de manera molt positiva en una part de la meva vida i encara recordo la enorme professionalitat de tothom amb qui vaig tenir que tractar. Nomes desitjar-te el millor, que segur que trobaràs la manera per seguir demostrant la teva vàlua, lamentar com tením el país, i espero que ens veiem aviat.
Moltíssimes gràcies Carles. Celebro que la teva experiencia familiar a l’hospital del Mar fos positiva. Escriuré un segon post amb les sensacions més personals experimentades aquests anys al PSMar. No hi ha dubte que el millor de tot ha estat la altíssima qualitat humana i professional de la gent de la casa. Inceible. Em falten paraules per descriure-ho i vull transmete a tothom la sort que tenim en aquest país de comptar amb uns professionals tant professionals i amb un nivell de medicina de primera divisió mundial. I en aquests anys que la situació que han hagut de suportar ha estat molt dura, em consta que els pacients no ho han notat. Aquest és el principal motiu de satisfacció. Haver tingut el privilegi de conviure amb aquests companys que admiro i respecto.
el pitjor de tot, el que més ràbia fa, no és l’opinió de gent que pensa diferent sobre el públic i el privat (seria d’agrair, això si, que fessin servir o analitzessin alguna dada de tant en tant) sinó la d’aquells que no es presenten a les eleccions, aquests que anomenem alts funcionaris (que aquí a Catalunya són més aviat “baixets”)que han decidit que és millor la gestió administrativa que els permet seguir manant a ells. És una llàstima que quan podíem no haguéssim aprofitat l’embranzida per fer una administració efectiva, moderna i eficient. Hem fet una mala còpia de l’administració de l’Estat i està guanyant la partida.
No sé si heu fet bé o no, però és evident que les ganes de dimitir s’estenen pel temps i per l’ espai!
Gràcies per la feina feta al PSMar i des del PSMar per a tot el sector
Gràcies a tu Helena. A l’Administració de la Generalitat no manen els polítics, manen els funcionaris. Una funció pública que és una molt mala còpia d’un decrèpit model funcionarial: l’espanyol. El pitjor és que hi ha coincidència d’interessos entre aquests buròcrates i entre els demagogs de certs partits polítics -partidistes, no comunitaris-, la majoria parlamentària (avui al Parlament de Catalunya només hi ha dues diputades que entenguin un borrall de Sanitat), i alguns mitjans de comunicació experts en calumniar i mentir sobre una privatització de la sanitat que només existeix en les seves ments perverses.
Bon dia Josep Maria:
Moltes gàcies per les teves reflexions. Desgraciadament vivim en el món que vivim, La majoria d’organitzacions sanitàries (per no dir totes) son burocràcies professionals, on habitualment tothom no empeny en el mateix sentit. Sembla que el fet de patir una crisi no ens ha portat ha decidir fer coses noves sinó a fer el mateix però més “baratet”, que tindrà que veure la titularitat d’un sistema públic o privat en la eficiència del mateix. Penso que els ciutadans d’aquest país ens mereixem una sanitat eficient i quan dic ciutadans en refereixo tant als pacients com als professionals.
Potser enlloc de continuar discutint sobre titularitats del serveis de salut podríem començar a parlar d’eficiència i efectivitat, també podríem començar a discutir si el model organitzatiu burocràtic (que sembla que a molts els hi va bé) es l’adequat pel que necessitem o seria millor una forma divisional o fins hi tot una adhocràcia. Potser també hauríem de començar a plantejar-nos iniciar pressupostos en base 0, que sembla que tampoc agraden molt a aquells que no volen que res canviï.
Necessitem una visió i la capacitat d’acceptar que per millorar s’hauran de fer les coses d’una altra manera i per tant aquest sistema d’extrema lentitud en els canvis que és la burocràcia ens fa de llast, em d‘aconseguir lliurar-nos dels enrocaments. Com ens aconsellava Peter F. Druker, “el difícil no es fer coses noves, sinó deixar de fer les velles”.
Roger, vivim la tirania de les “noves ideologíes totalitàries” (que en realitat són més velles que el anar a peu). Qualsevol diputat, lider de partit o sindicat, periodista o tertulià pot afirmar impunement que s’està privatitzant la sanitat sense poder aportar cap dada que ho avali. I no passa rés. Embolica que fa fort¡¡ L’eficiència i l’efectivitat tant els hi fa. Si els hi fessis definir la diferència entre eficàcia, eficiència i efectivitat, sel’s hi quedaria cara de peix bullit¡¡ Per suposat tampoc sabran diferenciar una burocràcia mecànica, d’una burocràcia professional, d’una organització divisional o d’una adhocràcia. Ara, això no els hi impedirà defensar el model ICS, sense entendre un borrall de models organitzatius. Saben, això si, mentir, insultar i difamar. Encara pitjor els que tenint la formació i els coneixements, com la monja Forcades, indueixen conductes de risc…ELEVAT¡¡¡. Aquest és el país en el que vivim.
Algú ho havia de dir!
Llàstima que només es pot convèncer als convençuts o als de ment oberta!
Gràcies pel comentari Albert. Quan les ideologies es transformen en dogmes de fe, l’espai pel debat, per contrastar dades, simplment per exercir la tolerància, aceptar la discrpància o no perdre el respecte i la bona educación minven dramàticament. És el que esn toca viure ara