El tema de la independencia desde el punto de vista de acabar con el ahogo económico pero sin una reforma de la Administración Pública no hará que el país sea competitivo. El principal problema del sistema sanitario catalán son las formas de hacer propias de la Administración. No se trata de privatizar nada sino de modernizar la administración, totalmente anacrónica, e incorporar los mecanismos propios de la gestión empresarial. Sin embargo no hay independencia que valga para nada.
Del artículo de Carles Boix publicado en el diario “ARA” destaco lo siguiente: “Sin duda, hay que combatir la corrupción existente hasta el final: hacer un país próspero y limpio debe ser el objetivo de todo ciudadano normal. Esto, sin embargo, no parece que tenga el carácter catastrófico que algunos nos quieren hacer creer. En cambio, lo que sí es catastrófico es la satisfacción de los catalanes con sus servicios públicos”.
Asimismo y de la entrevista a Juan Rubio-Ramírez, publicada en La Contra de “La Vanguardia”, también quisiera destacar:
Pregunta: “Sin límite, la solidaridad es estupidez”
Respuesta: “Y un sistema que transfiere tal cantidad de recursos es defectuoso. Pero el verdadero problema catalán es que -a pesar de este déficit existente- no hemos sabido convertir el autogobierno en una marca de eficiencia y buena gestión respecto al de España”
Pregunta: “¿En qué sentido?”
Respuesta: “El debate identitario visceral oculta el debate crucial: ¿Por qué la Administración catalana no ha conseguido hacerlo mejor que las otras y, en cambio, ha reproducido en menor escala tantos vicios e ineficiencias de Madrid”
Pregunta: “Una buena gestión sería la mejor bandera”
Respuesta: “Si lo hubiéramos hecho mejor que otros gobiernos, el argumentario soberanista ganaría legitimidad sin necesidad de marketing”