Hoy me he despertado con un artículo de Jordi Nadal que me ha enviado mi amigo Pedro Cano. Como le he dicho, supone una gran dosis de sabiduría para empezar el día.
Habla el autor de un amigo suyo, que le anuncia una especie de despedida de “todo esto”, con “humildad, serenidad, vulnerabilidad y ternura. Me cogió las manos y me dijo: ‘Ya no tengo nada que decir’”. Termina el artículo recordando que, en una ocasión, le preguntó a su amigo: “¿Qué consejo le darías a alguien que empieza a aprender en la vida?”. Respuesta del amigo: “Que escuche”.
Le envío el artículo a cuatro personas a las que quiero y una de ellas me responde:
“Impecable. Es exactamente esto. El arte de escuchar, que practicamos tan poco, prisioneros como somos de decir cosas, a veces inútiles y sin sentido. Hay otro espacio mágico que, en Occidente, y especialmente los latinos, hemos olvidado desde la era de los clásicos griegos, y que, en cambio, en Oriente, Japón especialmente, han sabido convertirse en instrumento fundamental. El espacio del silencio. El arte de compartir silencios. Tiene una fuerza brutal de aproximar espíritus. Compartir silencios y escuchar, he aquí la cuestión…”.
Desayuno mientras escucho la radio. Mi dosis de supuesta “información”, ya se limita a este rato matinal y empieza a sobrarme.
Es el turno de una entrevista a Marta Vilalta y empiezo a escuchar atentamente lo que dice. Hay que escuchar a todos. Es necesario dar una oportunidad a todo el mundo. Pero, llegado a cierto punto, hay que dejar de perder el tiempo. Las frases de esta política estaban vacías de contenido. Una mujer que habla deprisa y habla, habla y habla, para no decir nada. Una “encargada” de vender el mensaje contrario a lo que ha sido históricamente la esencia de su partido. He puesto música clásica, y el ruido malsonante se ha transformado en arte, en vida. He sustituido la toxicidad, por alimento para el espíritu.
Si no lo habéis visto, considero imprescindible que veáis la entrevista/reportaje realizada a Àlex Susanna, emitida al día siguiente de su muerte (https://www.ccma.cat/3cat/alex-susanna/video/ 6294153/) y grabada a principios de junio.
La entrevista hay que verla. No tiene sentido intentar resumirla, pero sí comentar algún pasaje, algunas impresiones.
En un momento determinado, Jordi Lara ―escritor, dedicado también a la cinematografía y al periodismo cultural―, en el transcurso de la entrevista le pregunta a Àlex:
“Si cada día todos nosotros leyéramos un poema, ¿podríamos abandonar los ansiolíticos?”.
Y Àlex responde:
“Probablemente. Es que no somos conscientes de hasta qué punto la lectura de unos cuantos poemas, tú has dicho uno, podríamos decir tres o cuatro ―es decir, cuando digo lectura, quiero decir relectura, de unos cuantos poemas― es el atajo más rápido para volver a nosotros mismos después de un día de trabajo. La lectura de unos cuantos poemas, aportaría ese plus de sentido que le falta a la vida. Es evidente. La vida es generosísima por la diversidad, por el número de experiencias que nos regala. Algunas muy felices. Otras muy dolorosas. Pero da igual. Sólo la poesía es capaz de encontrar ese sentido. Por eso, en los momentos clave, nacimiento, muerte, boda… ¿qué hacemos si no recurrir a la poesía? Esto es muy revelador. Los poetas somos una especie de resistentes del sentido, en una época en que la creación contemporánea busca otras cosas. Pero no busca la creación de sentido. Y yo creo que la poesía tiene el inmenso privilegio, como de haberse parapetado en esa trinchera del sentido”.
Comentando la entrevista y esta parte en concreto con un colega médico, en un momento en el que hace tiempo he diagnosticado a la sociedad actual, como “afectada por una grave patología mental colectiva” y en la que el consumo de psicotrópicos es descabellado, le propuse lo siguiente. Imagina que te viene a ver a uno de esos pacientes híper estresados y ansiosos que no duermen ni con Valium 10, y que le dices: “¿Ha intentado leer poesía?”. Coincidimos en que no sería una mala idea. Lou Marinoff ya nos ofreció Más Platón y menos Prozac. ¡Seguro que sí! Menos Valium y más poesía. ¡También!
Coincido con Àlex en que la vida en el siglo XXI puede carecer de sentido, y para muchas personas ―sean o no conscientes― no tiene ningún sentido. No creo en las recetas universales. Pero la poesía, el arte, la creatividad en general y la artística en particular pueden dar pleno sentido a una vida.
La vida de Àlex era arte y cultura, y la percibo como humanamente plena. Ya lo dije en el post anterior (ver “El final de vida de Àlex Susanna pocos días después de la muerte de Fermí Puig” del 27 de julio de 2024), no era creyente. La trascendencia y, a mi modo de ver, la conexión con el espíritu intangible, lo que da sentido a la vida y la proyecta más allá, lo encontraba en la poesía, en los dietarios, en la pintura, la escultura, la música. Las artes. “Al fin y al cabo, si la vida pudiera ser realmente vida, quizás yo no escribiría”, dijo Àlex.
Estoy seguro de que su cerebro y su alma de artista le dieron la energía necesaria para afrontar la enfermedad con la fuerza y valentía en que lo hizo. Al principio no se vio en condiciones de escribir. Yo se lo propuse pocos días después del diagnóstico. No. No era el momento. Pero finalmente nos dejará una última obra póstuma, el dietario El año más inesperado, que verá la luz el próximo mes. Lo esperamos con amor.
El pasado jueves, día 1 de agosto, despedimos, en el jardín de su casa de Gelida, a Àlex Susanna. Fue una despedida bonita, llena de vida, en la que los aproximadamente doscientos asistentes brindamos con cava.
Sentados en dos filas de sillas situadas en modo de anfiteatro como queriendo abrazar la arena, a cuya izquierda, una mesa sostenía la urna con las cenizas de Àlex y un poco más a la izquierda, sentado, estaba el pintor Perico Pastor que, mientras se desarrollaban los parlamentos y la
interpretación de piezas musicales, pintó, con colores muy vivos, la urna. A la derecha, Núria Viladot y sus hijos.
Diecinueve personas, fundamentalmente escritores, artistas y varios familiares, leyeron poemas y también otros pasajes, principalmente de dietarios. Después de cada tres o cuatro lecturas, el guitarrista y compositor Jaume Torrent, interpretó obras propias o ajenas. Todos los presentes eran, éramos, familiares o amigos de Àlex.
La primera lectura fue del poema de Àlex “Libro de familia”, en voz del propio Àlex. Y a partir de ahí… sensaciones, recuerdos, sentimientos, links, variados El sopar (la cena), en ese mismo jardín, de la verbena de San Juan del año 2020, cuando muchos pensaban que la COVID acababa. La contemplación del cielo de color azul cielo intenso, nítido. La silueta del viejo caserón y de la torre que lo corona, como un dibujo en el cielo. Sensación de calor intenso, a pesar de estar en Gelida y pese a rozar el atardecer. Jordi Llavina, excelente maestro de ceremonia. La música, de Jaume Torrent. Bastaba con cerrar los ojos y conectar con otra dimensión. De vez en cuando, los ojos se clavaban en la urna sobre la que, mientras Perico Pastor la coloreaba y trabajaba, yo veía la cara sonriente de Àlex. Sensación de paz y amor. No de tristeza. Pocos funerales religiosos me han hecho conectar más con lo sobrenatural. Los hermanos de Àlex y Biel, su hijo mayor, leían poemas y otras piezas literarias. El recuerdo de aperitivos en aquel jardín, del último abrazo con Àlex, allí mismo, el 11 de julio. La despedida eterna. Su última pregunta, “¿cómo será la cosa…?”, me volvía pacíficamernte a la cabeza. El impacto de ver a Francesc Parcerisses ―uno de los 19 lectores― que a los casi 80 años sigue siendo idéntico a su hermano gemelo univitelino y amigo, David. Una vez más, como en presentaciones de libros de Àlex y otros actos literarios, pensé: “Ostras, ¿qué hace David aquí? ¡Ah, no! Es su hermano”. La referencia de Emili Rosales, editor de Àlex, a los arrozales del Delta y su acento ebrense, me reafirmaron en el sentimiento de cariño hacia estas tierras de acogida que ha ido creciendo dentro de mí. El recuerdo del paseo hasta el faro del Fangar con Àlex y Núria, y otros amigos. La paella que compartimos ellos dos y yo con otras 19 personas, en el porche de casa, con la misma punta del Fangar y el mar al fondo. Recuerdos de comidas en el salón comedor del caserón que tenía a mi izquierda, lleno de cuadros, esculturas, pilas de libros, de CDs… Uno de los primos de Àlex, Quim Nadal, después de leer un fragmento del dietario que Àlex escribió durante la pandemia, El món en suspens (el mundo en suspenso), hizo unos comentarios cuyo nivel resulta inimaginable en un político de hoy en día (¡me hizo añorar a los políticos “de antes!”). Agustí Torelló ofreció su cava. Después de que Perico Pastor nos hablara de lo que había pintado sobre la urna con las cenizas de su amigo ―refiriéndose expresamente a las controversias mantenidas con Àlex durante años―, todos brindamos con el cava de Agustí y aplaudimos, sin duda, con sentimientos diversos. El mío era, predominantemente, un buen recuerdo y la sensación de mucha paz de espíritu. ¡Brindé con la urna y me sentí correspondido! Biel hizo la despedida. A mi derecha tenía a Joan Oliveras, Anna Borrell, Anna Alsina y Albert Carné. A mi izquierda, Romina, Brownie, y al final de la fila, Marcel Riera que, después de mirar el cielo y cerrar los ojos, agachó la cabeza y empezó a escribir en su teléfono el siguiente poema:
LA LLUM DE MAILLOL (COMIAT A GELIDA)
Vas descobrir a Banyuls de la Marenda/entre cards morts al rostoll de la història/obres sublims de marbre i terracota/dones com arbres i cabells com lliris/d’un escultor sempre mediterrani.
I també vas glorificar la vida/la teva veu suau inconfusible/plantant batalla amb espasa de tinta/contra l’oblit i la barroeria/per descobrir-hi engrunes de bellesa.
Cap vers no pot salvar la teva absència/ni cap cristall no tornarà el dring nítid de l’obstinat hedonista que, amb tacte/va beure a glops significat i forma/en uns paisatges clars que ens protegeixen.
Les escultures seran sempre pedra/els escenaris patiran pocs canvis/girarà el món amb cruel indiferència enllà del nàrtex i les espadanyes on s’arreceren capitells que et guaiten.
I ara, escoltant aquesta lletania de les cigales també enfurismades/ sotmesos tots a l’estiu més terrible/pensem en tu i no trobem les paraules al teu feréstec jardí de Gelida.
Uns déus absurds han dictat la sentència i es fan el sord davant la nostra ira/aquest dijous sota un cel sense núvols/quan el dolor no pot tapar la vida que s’espargeix amb regalims de música.
Al fons, estàtics, gairebé terrosos/els teus turons ens miren en la posta/mentre el torrent de què sovint parlaves/s’ha fos, ressec, i tu ja no pots veure aquesta llum de Maillol, inefable.
Alrededor de la urna mortuoria y en otras partes del jardín había fotos y pinturas bonitas y entrañables.
Biel, en la despedida, explicó que poquísimos días antes de morir, estando todavía en Queralbs, el lugar donde Àlex siente que tiene sus raíces ―en el porche románico, en el nártex, donde se dice que está el ciclo de la vida y de la muerte completo y junto al cementerio donde ha querido ser enterrado―, cuando ya no le quedaban fuerzas para levantarse de la cama y tenía un hilo tenue de voz, quiso ir a Fontalba, a los pies del Puigmal. Núria, sus hijos y hermanos ―creo que todos― y cuñados, lo subieron al coche y… Durante el camino dudaron varias veces si seguir o no. Creo que Biel dijo que, en un momento dado, quien conducía el coche paró y todos se sorprendieron de la potencia de voz que sacó Àlex para decir, prácticamente “gritando”, que siguieran el viaje.
Una de las fotos muestra a Àlex y Núria, ya en su destino, tumbados en una roca plana importante para ellos dos, por lo que ha significado en su historia personal, y toda la familia alrededor. La sonrisa de Àlex es la de quien ha conseguido su último sueño sacando fuerzas de no se sabe muy bien dónde. Sonreír reflejado en los rostros de todos los familiares. ¡Una foto bellísima!
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Entre las personas con las que he intercambiado sentimientos estos días, menciono a Marta, por su vinculación con Àlex y sus hermanos, desde
que eran pequeños, en Queralbs. Me hace ilusión pensar que iremos al nártex de Queralbs, que, para ella, como para Àlex, también tiene un significado que va más allá. “Cuando estoy en Queralbs, necesito ir siempre”.
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Aprender a callar. Escuchar. Escuchar el silencio. Huir del ruido de las almas en pena que no han encontrado el sentido en la vida. Apartarse del ruido que dificulta escuchar el propio interior… ¡Conservar la paz del jardín de Gelida!
Alex, tienes toda la razón: “Lo importante es vivir y persistir en la voluntad de escribir, aunque sepamos que no lo conseguiremos del todo. Ni vivir, ni escribir.” Escuchar, callar, leer, escribir y sentir…
Gràcies Josep Maria!
Silencis per escoltar el crit interior.
I saber estar en el teu centre…