En el post “Papeles privados (1)”, del 16 de agosto de 2020, decía algunas cosas que ahora ayudarán a contextualizar.
Contaba que cuando supe de la existencia de un género literario llamado “papeles privados”, me pareció muy interesante. Me di cuenta de que, en parte, es lo que hago yo muchas veces cuando escribo, es lo que quiero hacer y lo que voy a intentar hacer.
Decía en el post mencionado:
“(…) interesado en el tema, encontré el libro Papeles privados. Ensayo sobre las formas literarias autobiográficas, de Enric Bou”. Y destacaba:
“(…) Decidí hace tiempo iniciar —y, ahora, recopilar— unas reflexiones mínimas sobre literatura autobiográfica, siguiendo el hilo conductor que marcan las formas más establecidas y con un prestigio reconocido: memorias y autobiografías, dietarios, epistolarios y libros de viajes. Todos estos son textos que han recibido una atención desigual, pero que han sido leídos casi siempre desde una posición de intensidad, porque dejan al descubierto parcelas de la vida privada de quien los escribe, y por el efecto de espejo que tienen, sirven para indagar en la vida de quien los lee…”.
Añado un par de fragmentos más:
“Josep Pla se deconstruyó a sí mismo cuando se quejaba amargamente de la poca presencia de los epistolarios y memorias en las letras catalanas (…). Aquí conviene introducir la noción del peligro asociado a ese tipo de textos”.
“Estos textos pueden ser leídos como ‘confesiones’ literales, y, por tanto, peligrosas, ya que comprometen la vida y el futuro político del que las escribe. En este sentido, seguro que la falta (mejor dicho, la menor presencia) de ejemplos de textos del ‘yo’ en culturas como la catalana o la española responde en buena medida a una precaución de quien los podría haber escrito (…). También en el caso de textos conocidos, la autocensura puede afectar sustancialmente a la forma en la que un texto es escrito. (…) Es evidente que a la literatura catalana no le falta este tipo de dedicación (…). Si acaso se puede aludir a la menor presencia pública del género en Cataluña (y en España) (…) por las vicisitudes políticas por las que ha pasado el país: guerras, revoluciones, dictaduras, censura, etc.”.
Poner al descubierto parcelas de la vida privada, tiene el peligro asociado a que se interpreten como “confesiones literales”. Y aún más cosas.
Las memorias autobiográficas del gran Gabriel García-Márquez, que tituló Vivir para contarla, en algún lugar al inicio del libro, no recuerdo exactamente dónde, pero sí literalmente la frase, que decía: “La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla”.
Evidentemente, la subjetividad de las explicaciones, los estados de ánimo dominantes cuando se explican, el querer parecer mejor de lo que eres en realidad o la necesidad de disfrazar unos hechos para salir “bien colocado” en la foto, son elementos frecuentemente presentes en los “papeles privados”. Muchas de las cosas que he escrito, ni yo mismo soy capaz, en ocasiones, de determinar el porcentaje de realidad y el de ficción, “distorsión”, pretendida o involuntaria, que contienen. La memoria, cada día me traiciona más…
Voy a hacer una consideración más, a la hora de hablar de la también llamada “literatura del yo”, una especie de investigación de qué hay dentro de uno mismo, más allá de los recuerdos, de las vivencias, la huella que nos han dejado, que a veces ignoramos o al menos lo intentamos. La “literatura del yo” supone un desafío hacia uno mismo. Y cuando te abres hacia fuera puedes resultar demasiado “autorreferencial”. En este mundo al que me he referido tantas veces, dominado por el individualismo, las apariencias, el hedonismo, el narcisismo, el culto a uno mismo… hablar desde el yo puede transformarse, si no hay cierta capacidad de autoanálisis crítico, en un ejercicio empalagoso de exaltación del ego.
Yo hoy quería escribir sobre Gerard Piqué, y lo primero que me ha venido a la cabeza es una imagen suya, haciendo “el indio”, el verano de 2008, el de su reincorporación al Barça, junto con la de Pep Guardiola, en el primer equipo, en un avión, volviendo de New York a Barcelona. Es decir, ya me traslado a mis vivencias. A partir de ahí, tengo que conseguir que el relato tenga algún valor añadido más allá de la chafardería, y sobre todo no acabar explicando hechos que se podrían encontrar en los Media y que pueden resultar intrascendentes, si se pierde la capacidad de aportar el valor añadido de la vivencia personal.
Y para terminar este capítulo de advertencias (o prevenciones e incluso miedos), algo evidente que creo que hay que comentar. Las personas las podemos clasificar de muchas formas. Una de ellas es la de quienes escribimos y quienes no escriben. Ante el mismo hecho, puede haber personas que dispongan de una cantidad de información infinitamente superior al que escribe. Pero estas personas no escriben. Y, como decía, escribir “papeles privados”, nada tiene que ver con el periodismo, donde un profesional tiene que intentar recavar toda la información que pueda sacar a los que la tienen (cuantos más mejor) y publicar lo más parecido a la realidad (por desgracia, siempre queda sesgado por los intereses editoriales de los Media y de quienes los financian). Si escribes “papeles privados”, la clave está en que el filtro que supone la interpretación a partir de la vivencia, aporte valor añadido, tenga interés. Ciertamente, salvo los “papeles privados-privados” que no se hacen públicos, los que sí se hacen, pueden ser difundidos en periódicos de papel o digitales, en formas varias. Interesante que Enric Bou, definiendo esta forma literaria, hable de “lucha sin piedad entre la ‘marmanyera memòria‘, poco exacto, que nos arregla a medida lo que hemos vivido, el qué y el cuándo lo queremos recordar, y el olvido, ‘el drapaire mut‘, es el que delimita la tensión y calidad del resultado final de estos textos”. Del libro Ficción autobiográfica y verdad literaria de Josep Pla, Xavier Pla dice que “para acercarse a la verdad, Josep Pla dice que explica su vida, esconde que es un escritor y hace literatura como si no la hiciera”.
Me sabe mal no haber sido suficientemente disciplinado a la hora de tomar notas. Si alguna vez quiero hacer algún dietario, quizás tenga que tomar más notas.
Basta con decir que habiendo estado sentado durante tres años en la mesa del Govern de la Generalitat, si hubiera tomado más notas, el día que quiera explicar determinados hechos, podría hacerlo con mucha más precisión. Ya tengo algunas notas. Pero pocas. Conozco a compañeros que nunca han escrito nada o prácticamente nada, y que quizás nunca escribirán, que tienen muchas más que yo.
El pasado 8 de octubre hicimos un encuentro de compañeros y compañeras de la escuela Santa Isabel. Miquel Hernández, un sabio de la oncología sobre el que podría contar muchas cosas, me reiteró lo que ya me había dicho varias veces:
“Tienes que publicar tus memorias”. Y yo le respondí lo mismo de siempre: “Aún no han pasado suficientes años, y demasiadas personas que serían protagonistas, aún están vivas”. Y él me replicó —se entiende viniendo de un oncólogo que ha visto morir a mucha gente de todas las edades—: “Os equivocáis. Las cosas deben escribirse, porque cada año que pasa, el riesgo de no poder hacerlo es más alto”.
Ahora mismo no sé si mis memorias se publicarán o no en algún momento. Pero en parte están ya escritas. En este mismo blog hay muchos fragmentos. El último post es un ejemplo de ello. Tengo muchos papeles manuscritos hace años. Y he decidido que desde ya mismo o bien a partir del próximo verano —depende de otro proyecto de escritura que no sé cuánto tiempo me dejará libre— me dedicaré a escribir, fundamental o exclusivamente, “papeles privados”.
Expuestas las cautelas a tener en cuenta, los riesgos, los miedos, a la hora de intentar practicar la literatura del yo, me parece de justicia citar alguna ventaja, refiriéndome ahora a mi caso.
Nunca he sido protagonista principal de ningún gran hecho relevante, pero he vivido unos cuantos muy de cerca. La vida ha querido que haya pasado mucho tiempo con personas y personajes públicos, conocidos y, en algunos casos, ellos sí, protagonistas desacados para la vida
de muchas personas. Incluso se ha dado a menudo un hecho que lo he escrito en varias ocasiones de la siguiente forma: “Muchas veces, sin ser actor, la vida me ha colocado encima del escenario. Los actores interpretaban la obra y a mí me dejaban una silla para sentarme allí arriba, a la vista de todo el mundo o trabajando escondido detrás del mismo, cuando mi lugar natural habría estado en platea, sentado entre el público”. Esto me permite compartir muchas cosas y quiero preparar material de forma un poco más sistemática. Espero saber mesurar mi protagonismo, y no caer en la crónica de chafarderías. Otra cosa son las anécdotas curiosas, divertidas, picantes, que pueden completar y/o humanizar, o aproximar a personas relevantes.
Cuando un hecho, como el adiós de Gerard Piqué, aparte de precipitar el “cuándo” escribirás cosas hasta ahora no explicadas, sientes que te permite tirar de muchos hilos que pueden ser interesantes, te das cuenta de que la cantidad de años vividos te han permitido tocar muchas teclas.
Por tanto, hoy no comienza mi producción de “papeles privados”, pero sí que formalizo una actividad iniciada hace años y hago pública mi voluntad de concentrar mi deseo y necesidad de escribir en este registro. ¡Ah! Un último comentario previo. De la misma forma que se puede novelar la realidad, se puede “realizar” la ficción (Ficción autobiográfica y verdad literaria). Y si se hace bien, se pueden compartir vivencias personales de forma que llegue al lector lo esencial de lo que se quiere compartir, preservando personas, lugares, fechas, o hechos que uno cree que es necesario preservar. Es decir, aquel “arreglar a medida lo que hemos vivido”, de las palabras citadas de Enric Bou.
Gerard Piqué es Barça. Yo soy socio del Barça, como lo son mis hijos y mis nietos, desde el día en que nacieron. Soy el socio número 10.102, de los casi 150.000 socios que tiene el club que ha marcado claramente mi vida. La mayoría de ellos disfrutan del fútbol (y, más raramente, o, de algún otro deporte), sentados en su localidad o frente a alguna pantalla. Pero —presidentes, directivos y profesionales vinculados al club y a la vez socios, aparte— no tantos se han sentado en el palco, en la sala de reuniones de la Junta Directiva, en el despacho del presidente, en el vestuario, en la sala de prensa , en el gimnasio, en el césped del campo…
Gerard llegó con 10 años al Barça, en 1997, pero hasta la primavera de 2008 no ficha como profesional después de haber pasado por el Manchester United y el Zaragoza. El mismo año que, poco después, atendí una petición de Jan Laporta, de ayudarle a superar las posibles consecuencias de la moción de censura que formalizó contra él y su Junta Directiva, el socio Oriol Giralt.
La participación en la votación de la moción fue baja, algo por encima del 30% de los socios, de los que poco más del 60% votaron contra Laporta. Para forzar el cese de la directiva era necesario llegar a los dos tercios, al 66% de los votos. Pero teniendo en cuenta el resultado, se decidió someter a la Asamblea de Compromisarios la continuidad de Laporta y su Junta Directiva. El momento se acercaba y era necesario preparar bien las cosas.
Un día, diría que de julio de 2008, me reuní con Jan, Albert Perrín y Joan Franquesa (ambos directivos de la Junta Laporta) en el restaurante Bocca de Sant Cugat. Entonces, Laporta, Franquesa y yo, vivíamos en Sant Cugat. Se trataba de hacer lo posible por garantizar la continuidad. Era esencial, entre otras muchas cosas, intentar generar noticias positivas y evitar las negativas. Yo siempre he pensado que lo mejor es intentar no ser noticia, pero teniendo en cuenta que estamos hablando del Barça, ni puse esa posibilidad sobre la mesa. Por el contrario, propuse la contratación de una gran agencia de comunicación y trabajé estrechamente con ellos.
Pero situémonos en contexto. Pep Guardiola acababa de ser presentado como entrenador del primer equipo. La memoria es corta y en el mundo de las redes, cada día se acorta más. Pep venía del Barça B y mucha gente temía que no estuviera a la altura de las circunstancias. Jan, bien asesorado por Johann Cruyff, fue valiente asumiendo la responsabilidad de aquella decisión. ¡Queda lejos ya el ambiente que había después del primer partido liguero en el estadio de “Los Pajaritos”, nada menos que en Soria, donde el Barça perdió con el Numancia por 1-0! Afortunadamente, la Asamblea de Compromisarios ya se había celebrado unos días antes, el 24 de agosto, y había ratificado la continuidad de la Junta. Yo estaba en Boston y desde allí hablé con un Laporta aligerado.
Uno de los momentos difíciles de ese verano, pensando en la asamblea, fue la gira del primer equipo por USA, entre el 31 de julio y el 6 de agosto. Salieron de Bologna el 30 por la noche, después de ganar 1-3 a la Fiorentina, hacia Chicago. Salvo Messi, que regresó a Barcelona para volar hacia Shanghái. Yo no viajé con la expedición. Lo hice el 1 o 2 de agosto con Txiqui Begiristain y Raúl Sanllehí, a Chicago vía Zurich. Creo que venían de Nyon, del sorteo para la preclasificación de la Champions.
Laporta estaba en el Hotel Delano de Miami desde el 26 de julio. Yo llegué al hotel de Chicago donde estaba la expedición. En el exterior, muchos aficionados. Dentro, aparte de los jugadores, el staff técnico y todos los empleados que moviliza una expedición de este tipo, estaba toda la prensa deportiva en busca de noticias.
Después de una breve conversación con Ramon Pujol, jefe de Protocolo, a quien conocí muchos años antes haciendo trabajos de protocolo en la Generalitat, subí a mi habitación y fui directamente a la ducha. Sin apenas tiempo de disfrutar del remojón, Jan me llamó desde Miami. Lo que me explicó, si trascendía a la prensa, ya podíamos echar a correr… Yo estaba preparado para ayudar a afrontar la gestión mediática del problema Messi. El jugador estaba en China, con la selección de su país, para participar en los Juegos Olímpicos de Beijing. El Barça consideraba que tenía que estar en Estados Unidos, con el equipo, preparando la temporada 2008-2009 y esperaba la resolución del TAS (Tribunal de Arbitraje del Deporte). ¿Pero qué quiere decir “el Barça?”… Laporta, de entrada, tenía claro que quería ganar esta partida y hacer volver a Messi. Pep, que sabía lo que significaba para un jugador participar —y en su caso ganar la medalla de oro con España— en unos JJOO no lo quería, porque sabía que, entrenador joven y novel como era, no sería una buena manera de ganarse a la estrella del Barça y controlar el vestuario. Y los periodistas, todos pendientes como “buitres”, con la ratificación o no de la continuidad de Laporta por parte de la Asamblea de Compromisarios a la vista. La fecha de la Asamblea se decidió precisamente durante aquellos días en Estados Unidos. Y se hizo en función de los partidos que iba a jugar el Barça (normalmente las Asambleas de Compromisarios se celebran en día de partido) y… otros factores que estábamos trabajando conjuntamente con los asesores de comunicación contratados, en Barcelona. Yo estaba preparado para eso, pero no para lo que me contó Laporta desde Miami.
El papel de Toni Ruiz, despedido recientemente —hace pocos días— después de 26 años en el club, fue decisivo para que nada de lo que nos llegó de Miami trascendiera. Tengo un gran recuerdo de Toni, que había pasado de ser director de comunicación a director corporativo. Un discípulo del gran Ricard Maxenchs, del que, entre otras muchas virtudes, heredó el saber combinar eficacia con discreción. Conocía a los medios, y su relación con los principales periodistas deportivos era excelente.
Todo esto —que ya tendrá continuidad en otro post— viene de lo que me suscitó el anuncio del adiós que hizo Gerard Piqué. Mientras le escuchaba me vino a la cabeza el recuerdo fotográfico, in vivo, del Gerard recién incorporado al primer equipo, de pie una decena de filas más adelante de la que me sentaba yo con Joan Olivé, en el avión de vuelta a casa desde el JFK, una vez terminada la gira. Estaba riendo y provocando a los compañeros, pinchándolos como solo él sabe hacer y consiguiendo que, lo que en definitiva eran un grupo de postadolescentes, montaran una “juerga” como podría hacer cualquier grupo de, por ejemplo, jóvenes universitarios. Le recuerdo como claro incitador de la charanga. Un “gamberro” de mirada inteligente, sonrisa pícara y simpático. Previamente al control de salida de Estados Unidos por parte de inmigración —fuimos directamente del Giants Stadium, en autocar, hasta la pista del JFK, donde las autoridades americanas habían puesto un control a pocos metros del avión— ya hizo alguna broma que, diría, los agentes de inmigración no acabaron de pillar. Por un momento pensé que sería noticia…
Gerard Piqué es una persona muy poliédrica. Su despedida ayer, después del partido ante el Almería, creo que estuvo bien. Aparte de la intensidad emotiva, lo dirigió él a su antojo —como no podía ser de otra manera—, después de elegir, en cierto modo “a la fuerza”, el que a la larga acabará siendo un buen momento para él, teniendo en cuenta las necesidades de la directiva y de la dirección deportiva, y con Xavi, en el medio. La jugada ha sido inteligente y ejecutada a tiempo. Gerard ha conseguido revertir una situación que hubiese podido acabar peor, con mucha habilidad, recuperando el relato, pero no sin sacificio.
Pienso que conozco suficientemente el mundo de los jugadores profesionales y bastante la tremenda complejidad que caracteriza al Barça. Racionalmente, sería suficiente como para no querer saber nada más del futbol profesional. Pero, emocionalmente, soy culé y a pesar de —reiterándome en parte—, poder admitir que el vídeo que Piqué preparó con sus colaboradores, estaba calculado en más o en no tanto, no
tengo ninguna duda del sentimiento del futbolista. Es el mismo que tengo yo y que hizo que anoche, para mí, fuera, desde determinada perspectiva, parecido a la noche de Reyes. La magia de lo que ha sido y es para mí el Barça, me permite vivir intensamente emociones únicas olvidando, en ese momento, que ya sé que “los Reyes son los padres”. Ya conozco las miserias de esa organización humana, que las tiene, como todas. E incluso sé que el sueño de que el club nunca deje de ser propiedad nuestra, de todos los socios, seguirá el mismo camino que el sueño infantil de los Reyes Magos. Seguiremos hablando de ello. Lo de hoy, solo ha sido una pincelada.