IMAGEN DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL, A PARTIR DE LA DESCRIPCIÓN DE LA JOVEN

Ella es una chica de altas capacidades, positiva y optimista. Alegre, con alta sensibilidad social y ecológica. Con solo 34 años es referente en su sector profesional, que no detallo por motivos de confidencialidad. Vive en una gran ciudad, se desplaza en bicicleta y transporte público, y le encanta el bosque, la montaña, caminar y disfrutar de la naturaleza. Dedica tiempo a sus amigos y a las personas que quiere. Pese a tener una salud mental de hierro, la “realidad” la lleva a vivir en un mundo que algunos podrían considerar “paralelo”. Pero no lo es…

 

 

 

 

La política

―Yo no voto. Bueno, una vez voté. Pero ni siquiera recuerdo a qué partido. Pero, vamos, no era de los típicos. Mi pretensión, deliberada, era tirar el voto. ¿Qué quieres que te diga? Considero, honestamente, que, hoy en día, la democracia está obsoleta y que no nos representa. La elección de a quién votar no se hace por proximidad ideológica. En el mejor de los casos, se elige la opción menos mala o por intereses más o menos confesables. El sistema está podrido. En realidad, no eliges. Simplemente descartas entre opciones que no te gustan. Lo que tenemos, no sirve…

―¿Estás contra todas las opciones políticas?

―Bueno, pienso que se descalifican solas. Lo percibo en todos los sectores, en todas las ideologías, sean de derechas, izquierdas o centro. Actúan a la contra. Les mueve la negatividad. No es edificante ni ejemplar lo que hacen. El discurso está pensado para provocar la polarización y fomentar el miedo. Hay quien vota por asustar al fantasma de la derecha dictatorial, y hay quien lo hace para alejar al diablo del comunismo. Nos tratan como si fuéramos niños pequeños. Es poco respetuoso. No se trata de una elección libre y, para mí, esto condena el sistema al fracaso.

―¿Y qué alternativa ves?

― No sé… Creo que debemos volver a Platón, ya que actualmente no hay todavía una alternativa. Quizás vivimos tiempos de transición… En Europa ―y en el mundo― la crisis política es bastante generalizada, y la credibilidad en los protagonistas del sistema es cada vez más escasa. Sería deseable que quien se dedique a la política tenga un mínimo de capacidad, o de trayectoria. De recorrido.

―¿Te refieres al currículum?

No sé si solamente el currículum o la experiencia profesional. Quizás a nivel nacional las ideologías ―estaría bien actualizar el concepto, por cierto― tienen algún sentido. A nivel local, más allá de que todo

Fuente: CONICHEREP.COM

tenemos nuestras ideas, me parece más importante la capacidad de gestión de proximidad que la ideología. Para mí, hay necesidades básicas de las personas que deben resolverse desde la profesionalidad y un sistema de valores humano. La gestión del agua o del medio ambiente o del territorio debería ser ajena a las “ideologías” como se entienden hoy.

―¿Pero sí existe, por ejemplo, una determinada estrategia de reparto de agua en época de restricciones que prioriza el abastecimiento a un polígono industrial de alto valor productivo y económico?

―Sé que hay conceptos muy difíciles, no tanto de definir como de llevar a la práctica, como el “bien común”, por ejemplo. Pero, al final, es cuestión de equilibrio. De gestión que tienda al equilibrio. Hay problemas difíciles de resolver, pero no creo que la respuesta esté en la ideología política y sí en la capacidad profesional y humana.

―Más allá de la política, me parece que demasiada gente está dominado por el mal humor, insatisfecha, con otras muchas cosas, ¿no? Dejo de lado a la gente que sufre miseria, guerras y situaciones catastróficas. Ni siquiera hablo de felicidad…

―Sí, probablemente hay demasiada “conversación de ascensor” basada en la queja sistemática y en la negatividad. Cuando te encuentras a alguien y entablas una conversación, tú estás generando también un tipo de energía u otra en el receptor. Se habla mucho de “personas tóxicas” y “personas vitamina”. Bueno, todos tenemos responsabilidad en lo que generamos en nuestro entorno, y es evidente que nos sentimos mejor cuando intentamos compartir desde la positividad. No hablo de evitar lo objetivamente dañino, doloroso, triste. Pero, incluso a la hora de hablar de cuestiones delicadas, la actitud es muy importante.

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La maternidad, la familia

―No, no quiero tener hijos. Nunca he querido tener, ni quiero tenerlos. Nunca ha sido una inquietud en mi vida. Bueno, a lo mejor cuando era pequeña, dentro de los sueños infantiles, en algún momento te veías con tres hijos y un marido y yo qué sé… También me imaginaba con dos trabajos. Profesora durante la semana y peluquera el fin de semana. Y ya ves… Pero está bien que haya cambiado de trayectoria profesional y vital. ¡Porque este panorama habría sido monstruoso!

―¿El problema es que lo ves como un impedimento a tu desarrollo profesional, personal?

―Quizá en algún momento… Pero no. Espontáneamente empecé a ser consciente de que no quería verme embarazada. El embarazo es algo que no quiero sufrir en mi cuerpo, y el parto no forma parte de lo que quiero vivir durante mi vida. No quiero pasar por eso. Acepto que es algo natural. Pero si quisiera tener hijos, antes de pasar por eso, adoptaría. Sin embargo, debo decir que la opción de adoptar no la veo del todo ética, porque hay organizaciones que viven de ello y, al fin y al cabo, quien sufre es el niño. Y, sí, pensando en mi desarrollo profesional, considero que tener familia propia, a día de hoy, me penalizaría. Por otro lado, soy heterosexual y, en el escenario más optimista, no imagino todavía ―aunque haya podido

Font: YOUTUBE

haber avances― un hombre proporcionando un nivel de apoyo equivalente. Son muchos años y los roles siguen estando muy marcados. Si existe un miembro de la unidad familiar que quiere alcanzar el éxito profesional, la mujer todavía lo tiene mucho más difícil. Si pienso en los niños, requieren cuidado, cariño, presencia, dedicación. Yo no me veo haciendo esto todos los días durante 18 años.

―Siguiendo lo que dices, la idea de familia, ¿cómo la ves? Se dice, o se decía, que la familia es un elemento central de cohesión social. ¿Cómo lo ves? ¿La familia se acaba con tus ancestros y progenitores?

―¡Y lo es! Es un elemento de cohesión social. Pero en muchas novelas está el personaje de la tía soltera que cuida a todo el mundo, ¿no? Y es un elemento clave para todos. Yo me veo en ese rol. Quiero mucho a mis sobrinos y disfruto mucho con ellos. Tengo la suerte de tener hermanos… Nunca he tenido el sentimiento de soledad.

―¿Me estás diciendo que ya tienes familia?

―Sí. Tengo familia. Además, existen los vínculos que estableces con otras personas. Para mí, la familia es importante. Tengo la suerte, además, de tener una familia en la que nos amamos mucho y nos damos mucho recíprocamente. Soy consciente de que es una suerte. Muchas familias no han tenido esa suerte. O no lo han trabajado lo suficiente.

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Feminismo

―La etiqueta feminista está demasiado sobada. Yo soy mujer, siempre me he sentido mujer, he nacido mujer, y esto no debe poner en cuestión la igualdad de oportunidades, la igualdad de trato, la igualdad en todos los aspectos. Desgraciadamente, sin embargo, esto, en general, no se da. Es cierto que no en todos los sectores he percibido el mismo grado de discriminación, pero yo, como mujer, joven, además, muchas veces me he sentido menospreciada. No sé, si hubiera sido una mujer mayor, menos joven ―o si hubiera sido un hombre de mi misma edad― en ese mismo sector, si habría sido tratada de otra manera, pero sí he tenido que aguantar comentarios bastante explícitos. Es evidente que es necesaria todavía una gran evolución social en la forma de dirigirse a las personas. Por supuesto, a las mujeres, pero no únicamente. Los prejuicios son prejuicios, y se dan en términos de xenofobia, de edadismo, prejuicios lingüísticos, religiosos, basados ​​en discapacidades. No sólo son de género, los prejuicios. Y esto obedece a una educación en proceso creciente de degradación, que no permite entender y aceptar que la persona que tienes delante merece el mismo respeto que tú y que no por tus perjuicios debe tener menos capacidades o derechos.

―¿Y qué piensas de los movimientos, del movimiento feminista?

―Bueno, de hecho, ya he comentado cómo me siento yo como feminista. Entiendo la necesidad ―que a veces se cuestiona― del feminismo por lo que he comentado de falta de respeto a la igualdad, la equidad… Teniendo en cuenta que las mujeres somos la mitad de la población mundial, o algo más, y se necesita equilibrar esta desigualdad, estamos todavía lejos y existen muchas barreras que impiden que sea una igualdad real. Y, si hablamos a nivel mundial, a nuestra sociedad le queda recorrido por hacer, pero hay otros medios, otras culturas, en las que el grado de “cosificación” de la mujer es vergonzoso. No conozco en profundidad la historia del movimiento feminista. Reconozco los derechos alcanzados, la capacidad de autoorganizarse y ser “subversivas” contra muchos mecanismos establecidos. El sistema histórico, basado en lo masculino, de forma espontánea no habría evolucionado en el sentido en que lo ha hecho. Desde esa perspectiva, el movimiento feminista ha tenido un rol importante. Antes de continuar, quiero aclarar que cuando hablo de igualdad no lo hago en el sentido de que todos tengamos que ser iguales. Esto es imposible por definición. Me refiero a tener el mismo acceso, las mismas oportunidades, los mismos condicionantes en cada sociedad, también. Volviendo al tema del movimiento feminista, hoy en día, en el momento actual y en la sociedad en la que nos toca vivir, creo que este movimiento, como tantas otras cosas, se ha desvirtuado.

―Las manifestaciones…

―También se han desvirtuado. Las manifestaciones y las huelgas se hacen para que cambien las cosas. De lo contrario, podemos hablar de ferias, desfiles… Las manifestaciones se han convertido en un evento más, en el que nos reunimos, llevamos pancartas, gritamos eslóganes… Una especie de performance. Nunca he ido a una manifestación y no le sé encontrar el sentido. Reconozco que algo debe tener si va tanta gente. Pero el discurso negativo, de queja, a mi modo de ver, no le hace ningún favor a lo que yo entiendo que es el feminismo. Hay discursos de estar contra todo lo masculino que son totalmente contraproducentes. Volvemos a lo que decía cuando hablaba de la política. Parece que sea necesario posicionarse en esquemas de tipo blanco-negro. Sin grises. Derechas-izquierdas, cristiano-no cristiano, machista-feminista… En definitiva, estás conmigo o estás contra mí. Hemos perdido la gama de grises, que no es otra cosa que la diversidad y riqueza que comporta.

―¿Qué opinas de las cuotas, de la reserva de un porcentaje de puestos, de plazas para mujeres?

―Durante mucho tiempo pensé que tenía sentido. Y hay una parte de la justificación que hay detrás, consistente en que como históricamente ha habido, hay, sesgos que dificultan que las mujeres lleguen a determinadas posiciones, estas medidas facilitan la presencia de mujeres en lugares que tradicionalmente han ocupado hombres. Lo entiendo. Ahora bien, si se te valora únicamente por el género… Yo quiero a la persona más cualificada para asumir una determinada responsabilidad, para hacer un trabajo, para desarrollar una tarea, y me da igual que sea mujer u hombre. En una ocasión fui a una entrevista para formar parte de un panel de expertos y el que me entrevistaba me dijo: “Necesito a una mujer que pueda hablar de estos temas y había pensado en ti”. Dicho lisa y llanamente para no entrar en detalles. Evidentemente, le dije que habría preferido que se acercara a mí porque era una profesional interesante para lo que quería, pero no porque necesitara ocupar un puesto con una mujer y, por supuesto, decliné la oferta. Pienso que hay que valorarnos por algo más que el haber nacido con una condición de género u otra. A todos, a mujeres y hombres.

―¿Qué propondrías como alternativa?

―Bueno, no se trata de esa medida o de esta otra. Es un todo. Pero, por ejemplo, creo que la educación desde pequeños es fundamental. Invertir en que las niñas, de pequeñas, entiendan que pueden ser lo que quieran ser, y lo mismo los niños. Y darles referentes para estimularlos. Billy Elliott puede ser un estímulo para un niño que quiera dedicarse al ballet, como puede ser Natalia Osipova. O Marc Márquez para una niña que quiera ser campeona mundial de motociclismo. Pues eso, educación, dar referentes, no limitarlos y trabajar contra los prejuicios. Creo más en ese tipo de medidas que en las cuotas.

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La información y los Media

―No sigo la actualidad. No me interesan los informativos. Escucho que pasan cosas, puede que en algún momento lea una noticia en diagonal, pero lo que hago es procurar preguntar a personas de perfiles diferentes que me merecen respeto y credibilidad, e irme informando poco a poco.

―¿Ves TV, escuchas radio, lees periódicos o te informas a través de redes sociales?

―No. No tengo televisión. Hubo una temporada en la que intentaba escuchar cada día un ratito la radio, pero… No sé. No he puesto la inteligencia artificial a analizar el contenido de los informativos, pero… Las pocas noticias positivas que hay tienen que ver con el fútbol o cosas así, con lo cual… Lo demás siempre es lo mismo: intoxicación a base de desgracias, de miedos, de inseguridad. Todo son crisis, a cada momento una noticia más tremendista que la anterior…

―Y estas noticias tóxicas, terribles, ¿será porque son el reflejo de lo que pasa? ¿Están sesgadas? ¿Distorsionan la realidad?

―Desconozco el mundo de los Media, no me interesa, pero supongo que necesitan consumidores. Los veo como vehículos de intereses diversos y de discursos políticos destinados a manipular a los que los escuchan. Calientan la cabeza a la gente con miedos y lo mal que está esto por culpa de este gobierno o del otro, de lo que sea y, en este sentido, son elementos centrales de la democracia, como la veo yo: atraer el voto asustando a la gente sobre lo que le puede ocurrir si llega el contrincante al poder. No sé si se dan cuenta de que con sus informativos e informaciones presentan un mundo en el que vivir… ¡No es muy estimulante! Y los jóvenes, que en principio tenemos años por delante, ya tenemos dificultades como para que nos vayan intoxicando con desgracias y sobredosis de negatividad. Yo soy optimista y todo ese circo mediático me cansa y me parece ridículo y perverso. Generar conciencia social sobre los principales problemas de nuestro mundo está bien. Manipular, distorsionar… ¡Uff! Como digo, todos, pero los jóvenes quizás especialmente, ya tenemos dificultades como para que nos maltraten de esta manera.

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La conversación dio mucho más de sí: parejas, amigos, el vía crucis que sufren los jóvenes para acceder a viviendas dignas, los salarios ínfimos, el cambio climático….

Yo escucho, de vez en cuando, algún día a Basté. Comparto con él la admiración y la pasión por el mundo de la radio (ver “La radio es vida de 16 de julio de 2018), tiene una parte ramplona, cursi, que me hace gracia, como su pasión por la Navidad o su creciente vedetismo que intenta disimular con poco éxito. También me hace gracia su hipocondría, y creo que se pasa dedicando horas a temas que le interesan con él ―y que, sin duda, cree que a mucha más gente, pero…― y cómo ensalza a sus amigos que ocupan cargos más o menos relevantes de forma, en ocasiones, muy indisimulada y casi ridícula. A alguno de sus amigos, que yo conozco desde hace muchos más años y mejor que él, cree que lo conoce y no lo conoce. !Y aprovecha su posición mediática para ensalzarlo¡

Hoy ha dedicado más de una hora a las estafas con criptomonedas (Oh my God!!!) y me ha alegrado el día anunciando que Jéssica Albiach deja la política (no me ha quedado claro por qué…) ¡Qué mujer más ideologizada, sectaria y cargada de odio! ¡Su desaparición del mundo político, sí que contribuye al bien común!!!

La joven española de 34 años, se reiría y diría: “Pero todo esto que dices, ¿qué sentido tiene? ¿Te aporta algo? ¿Mejora el mundo? ¿Te hace ser más feliz? ¿Contribuye al bien común? ¿Te lo tomas, de verdad, en serio?…”. La respuesta es clara: ¡¡¡NOOOO!!!

Acabo: ¿Alguien cree que una mujer, con el color de la piel negra, puede ganar las elecciones a una especie de macho alfa con ―aparentemente― problemas de salud mental, chapucero, estafador, putero y machista? El 5 de noviembre lo sabremos. Pero… “Ahí lo dejo”. Hasta aquí una fotografía, una de tantas, de nuestro mundo.

Ah! Mientras acabo el post, me entero que Jessica Albiach, desgraciadamente, no deja la política. No sé que especie de movimiento cosmético quiere vendernos… Y es que pudiendo vivir del cuento, vaya ganas de complicarse la vida, ¿no? . Bussiness as usual!

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